Por Mercedes Grimaldi
Siempre se definió como un peronista con raíces cristianas. De zapatos marrones, algunas veces más nuevos y en otras ocasiones gastados, lo que Luis Angulo nunca deja librado al azar es el traje impecable: la corbata firme y pañuelo a tono en el bolsillo superior.
Devoto del Cura Brochero, su trabajo con los adolescentes en contexto de encierro, y con las víctimas de violencia de género, le dieron una sensibilidad distinta en relación a sus pares del Tribunal Superior de Justicia. Más cuando el ala más conservadora del Panal recuerda sus años de secretario de Trabajo y las duras peleas con los delegados de la UTA, reuniones en las que siempre aparecía alguna arma indeseada.
De mirada apacible, pelo engominado y prolija barba blanca, sabe tomarse los segundos para medir al interlocutor antes de elegir las palabras correctas. Pero, atrás de esta postura, esconde un carácter enérgico e implacable.
Soldado de siempre de Juan Schiaretti, se define como del sector más progresista dentro de Unión por Córdoba. Nunca dudó en diferenciarse de la prédica del fallecido José Manuel de la Sota, y de quienes hoy lo representan.
Tal vez el viceintendente, Daniel Passerini, sea hoy su antítesis al interior de la coalición política, ya que supieron cambiar senderos similares, pero con resultados distintos. Pero Angulo sabe distinguir entre diferencias internas e ideologías irreconciliables: sabe que el neoliberalismo de Mauricio Macri representa al real enemigo del peronismo que él encarna.
Angulo es el más schiarettista de los vocales del TSJ. Representa la avanzada más clara que el gobernador haya realizado en un fuero que siempre había quedado al resguardo de su socio político, De la Sota.
Con Angulo -cuentan en Tribunales- al fin comenzó la justicia schiarettista”. Con la experiencia que le dan los años, resistió a la tentación de ser ungido como el presidente del Tribunal Superior para este 2021. Dejó que el joven Sebastián López Peña, con más ansias de protagonismo, se calzara la corona pública. López Peña, uno de los vocales del TSJ que más camina Tribunales 2, donde se sustancian las causas penales, ha sido víctima de su propio trabajo: su exposición a causa de su empeño por moverse hizo que su nombre resonara más de la cuenta en los medios de comunicación. Angulo ha resistido a esta tentación, pero sabe mover las agujas del Poder Judicial.
A nadie le escapa que la selección del flamante fiscal General, Juan Manuel Delgado, otro peronista de la Democracia Cristiana, tuvo que pasar por su aprobación antes de hacerse pública. En el TSJ, ya saben que el resto se encolumna debajo de Angulo. Su hijo, Calixto, trabaja en el mismo ministerio que él dirigió hasta poco antes de llegar a la cúspide del Poder Judicial.
Secretario de Derechos Humanos, Calixto busca tener su propio recorrido político, lo que ya ha generado más de un roce con el ministro Julián López, uno de los pocos escuderos del vicegobernador Manuel Calvo en el gabinete.
Luis Angulo no ha dudado en priorizar a los suyos en los lugares clave. Cuando tuvo que renunciar para que pasasen seis meses de su cargo ejecutivo al de conductor del Poder Judicial, como marca la ley, dejó a uno de sus socios en el estudio jurídico, Martín Farfán, como ministro.
Ahora, sigue poniendo a sus colaboradores estrechos en los puestos que dependen del Tribunal Superior. Ignacio Villada, ex funcionario de la cartera de Justicia (e integrante del estudio jurídico Angulo-Mendizabal), encabezará el Centro de Mediación Judicial.
Porque la prioridad es dar trabajo. Y son familiares o amigos, mucho mejor. Se lo contamos aquí, porque va a ser difícil que lo lea en otro lado.