Un nuevo estudio publicado en Nature Ecology and Evolution sostiene que la discusión acerca de qué parte de África vinieron los humanos es una búsqueda inútil y engañosa. Es así, que el pasado evolutivo de la especie debe entenderse como el resultado de cambios dinámicos en la conectividad o el flujo de genes, entre los primeros humanos dispersos por diferentes partes del continente africano. El hecho de que contemplemos a las poblaciones humanas como una sucesión de ramas discretas en un árbol evolutivo puede resultar ilusorio.
Eleanor Scerri, líder del Grupo de Investigación de la Evolución Panafricana, explicó: “La gente como nosotros comenzó a aparecer en algún momento entre 500.000 y 300.000 años atrás”. Y agregó: “Eso es algo del orden de 8.000 generaciones, mucho tiempo para que los ancestros se movieran y exploraran un gran espacio. Sus movimientos, patrones de mezcla e intercambios genéticos son lo que nos dio origen”.
Por su parte, el profesor Mark Thomas del University College London, detalló que “la mayor diversidad genética de los humanos contemporáneos se encuentra en los africanos”. El profesional apuntó a que el 90% de la ascendencia de todos en el mundo se encuentra en África en los últimos 100.000 años. A su vez, Thomas especificó que “la vieja teoría de que descendemos de las poblaciones regionales esparcidas por el Viejo Mundo no está respaldada por datos genéticos”.
Por otro lado, el doctor e investigador Lounes Chikhi, del laboratorio CNRS Evolution et Diversité Biologique, comentó una visión más lógica para comprender la evolución. “En lugar de una serie de divisiones de población que se ramifican de un árbol ancestral, los cambios en la conectividad entre diferentes poblaciones a lo largo del tiempo parecen una suposición más razonable, y explican varios patrones de diversidad genómica”, señaló. A su vez, reveló que “las metapoblaciones son el tipo de modelo que habría que esperar si las personas se estuvieran moviendo y mezclando durante largos períodos y amplias áreas geográficas”. Los científicos consideran que este argumento no solo está mejor avalado por la evidencia fósil, la genética y arqueológica, sino que aclara mejor el registro paleoantropológico más allá de África.
Los autores del estudio consideraron que cualquier muestra que represente el progreso humano tendría que esclarecer los patrones de variación en los componentes de datos genéticos, morfológicos y culturales, y ser coherente con los cambios climáticos que conformaron nuestras ecologías durante la mayor parte del último millón de años. De esta manera, la pauta de metapoblación estructurada efectúa esto sin negar ninguna de las últimas evidencias. “No requiere que encontremos una región de origen mítica, o que fechemos eventos de división limpios cuyo significado está lejos de ser claro. Los modelos de árboles de población nos obligan a pensar en tales términos, y esto puede ser muy irreal”, advirtió el doctor Chikhi.