Por Emilia Racciatti
Convocados por la editora Ana Laura Pérez, 15 escritores y 12 artistas contemporáneos fueron conformando un artefacto literario en el que participan también Cynthia Rimsky, Marina Perezagua, Diego Zúñiga y Katya Adaui, que se detienen respectivamente en los ojos, el útero, la boca y la columna.
Forn, Mariano Blatt, Cabezón Cámara y Flavia Costa son algunos de los que forman parte de la producción que publica este año Anfibia con el cuerpo humano como protagonista y con la que continúan la iniciativa lanzada el año pasado con una producción en formato papel en la que, también quince autores, escribían sobre el amor. Los cuatro hablaron con Télam sobre la convocatoria, el proceso de trabajo y los temas y abordajes que eligieron.
Cabezón Cámara se refirió a su texto «Un paraíso en las entrañas de la humanidad» donde, a modo de entrada de diario, una hija se despide de su padre quien, en sus últimos días de vida, evoca un paraíso en el que el protagonista es Chacho, el perro con el que ha pasado su infancia.
«Hay varios cuerpos en el texto: el de la narradora, el del padre y el de todos los animales que aparecen por ahí dando vueltas», reflexiona la escritora sobre el trabajo que, con ilustraciones de Vero Escalante y el animal como eje central, da inicio al libro.
La autora de «La virgen cabeza» y «Las aventuras de la China Iron» señala que en este momento de su vida le parece «difícil pensar al cuerpo humano por fuera del cuerpo planetario como cosa recortada, alienada de la naturaleza, ya que existimos merced a la vida de muchísimos otros seres vivos».
Al igual que su padre, la narradora establece un vínculo profundo con los animales, especialmente con los perros: «Mi papá fue un hombre de fe hasta que estuvo por morirse y cuando me contó que pensaba encontrar a su perro de la infancia en otro mundo, me acerqué mucho a él. Entiendo esa vitalidad, ese amor, esa alegría, ese vínculo con el animal o el amigo. Casi te diría que el vínculo con el animal es el vínculo con un amigo», explica la autora.
Forn, escritor, traductor y editor, tuvo como consigna trabajar sobre el páncreas y con el título «Piedras en el camino» dio forma a un texto que puede ser leído como una crónica o un ensayo a partir de una pancreatitis por la que estuvo en coma. A partir de esa experiencia, cambió su lugar de residencia y tomó el dolor que le provocaba en el cuerpo como una guía para definir el próximo destino de sus trabajos.
«Acá me tienen, nadando un poco, leyendo otro poco y caminando cada vez que puedo por la playa, esperando que la puntada en el costado me muestre por dónde sigue mi camino», finaliza su texto el autor de «Los viernes» y «María Domecq».
Al ser consultado sobre la relación con el cuerpo al momento de escribir, Forn señaló que «uno toma conciencia cuando sale de escribir, escribir es un proceso para entrar en otra dimensión y ahí lo más interesante es que no sos vos, cuando volvés tomás conciencia del cuerpo».
En «Para nada», el poeta Mariano Blatt construye un cuento estructurado en un diálogo que se desarrolla en el vestuario de una pileta en la que va tomando forma una escena de seducción.
«Casi nunca escribí sobre el pene. En mis textos, en mis poemas aparecen los varones como objeto de deseo y otras partes del cuerpo como las orejas, el cuello, la nuca pero aparece poco el pene como objeto de deseo. Me resultaba difícil hacer algo que no fuera obvio, cómo hablar del pene y no hablar necesariamente de sexo pero sí de algún tipo de atracción y de deseo», explica sobre el proceso de trabajo.
Blatt asegura que cuando lo convocan a escribir textos a pedido suele decir que no porque no se considera «un escritor de oficio sino mas bien un poeta» y su relación «con la escritura y la poesía no suele ser a pedido»; mientras que el recurso del diálogo lo eligió porque es «una manera de reemplazar al narrador, de hacer avanzar la acción».
«Me paralizo cuando tengo algún encargo. No tengo el oficio del escritor, del narrador ni mucho menos del redactor, del periodista, del cronista», señala y agrega que el proceso fue el mismo que el de sus poemas: «Aparece algo, unas primeras líneas del texto, las primeras voces y mi intuición me dice que si las escucho viene lo que sigue pero todo viene solo».
La investigadora, traductora y escritora Flavia Costa es la autora del texto que cierra el libro, un ensayo en el que recorre la decisión del atleta, escritor futurista y catedrático universitario Fereidoun M. Esfandiary, de origen persa, quien logró cambiar su documento, llamarse FM-2030 y se convirtió en el primero en pronunciar el término transhumanista.
«La editora me propuso el tema cuerpo-dato, el cuerpo en su fase prácticamente inmaterial, el que emerge de nuestra relación cotidiana con diferentes redes de información», explica la autora de «Limbo eterno FM-2030» en referencia a lo que suele imaginarse como «el cuerpo del futuro», que «involucra los saberes, las prácticas y también las materialidades con las que nos piensan las agencias de gobierno de nuestras conductas y con la que solemos mirarnos a nosotros mismos».
«Otra consigna era trabajar con un registro narrativo, ni teórico, ni académico, ni periodístico en un sentido clásico de esos tres géneros», describe y asevera que no trabajó un caso sino la narración de una historia, de un recorrido y fue así como apareció ese protagonista «poco conocido y a la vez muy rico, muy atractivo».
La materialidad de «Cuerpo» está construida también con ilustraciones a cargo de artistas como Emiliano Aranguren, Denisse Crapanzano, Hilen Godoy, Mirco Marcacci y Matías Ridolfi.
Fuente: Télam