El padre de una niña trans cordobesa de cinco años, usó las redes sociales para contar, en una carta pública, cómo su hija «volvió a nacer» hace seis meses, cuando con «envidiable coraje», quiso «cambiarse el nombre» porque «no podía ser una nena de verdad con un nombre de nene».
Marco Reyna eligió el día del cumpleaños número cinco de Gema, el pasado 1° de enero, para hacer pública esta particular experiencia de paternidad, a través de un conmovedor relato que fue compartido más de 2.500 veces y cosechó, hasta ahora, 4.800 likes.
«Gema cumple 5 años, pero esa es una verdad a medias. La cronología, sintetizada hasta estrujarla, es ésta: hace dos años y monedas, V. empezó a pedirnos que le dijéramos hija (…) Costó. A veces mucho, a veces menos. En realidad, el cálculo era que con los días eso iba a pasar (…)», comenzó contando Marco.
«Con el desfile de polleras de los meses que le siguieron, pasó lo mismo (…) La incomodidad era nuestra y más mía que nuestra, porque la madre hace rato decidió hacerle pito catalán a ese y a muchos otros mandatos. Con el tiempo, caímos en la cuenta que las polleras y polleritas eran su victoria: de ese bordito no me baja nadie, habrá pensado», continuó.
«El tema es que hace cosa de medio año la muchachita se le paró de manos al mundo y pidió cambiarse el nombre: no podía ser una nena de verdad con un nombre de nene», agregó.
«Gema cumple 5 años. Pero volvió a nacer hace menos de eso. A su mamá, su hermano y a mí nos pasó mas o menos lo mismo»
Al principio, las cosas al interior de la familia no fueron fáciles.
«Fueron días muy intensos. Guardados en casa: hablando, pensando, revisando, llorando. Amando su decisión. Envidiándole su coraje. Le puso pausa al jardín, a la gimnasia artística y al mundo, y a los días nos pidió volver. Pero volver nueva y volver Gema. Y así fue», prosiguió.
Hoy, su hija Gema «es una nena feliz» con una enorme riqueza de afectos.
El padre destacó también el marco legal que la protege -la Ley Nacional de Identidad de Género- gracias a «la lucha sin cuartel» del colectivo LGBT «y de un gobierno que eligió escucharles».
«Gema cumple 5 años. Pero volvió a nacer hace menos de eso. A su mamá, su hermano y a mí nos pasó mas o menos lo mismo», concluyó la carta.
Al compartir el posteo, la madre de la niña -Romina Pezzelato- celebró el cambio social que «nos permite contar con amor nuestra experiencia», que «no es un tabú ni un secreto de familia».
«Conmueven las infancias trans porque tiran por tierra todo el conservadurismo construido: cuando ves venir a una niña radiante, brillante -como es Gema- todo lo que podés teorizar a nivel intelectual se te desdibuja», dijo Pezzelato en declaraciones a la agencia Télam.
La madre reconoció que no todas las familias pueden abrazar desde el principio a las niñeces trans, pero el hacerlo permite «evitar muchas adolescencias dolorosas y sufrimientos en la vida adulta».
«El acompañamiento nuestro es lo que la va a hacer fuerte para enfrentar la vida fuera de casa», dijo.
Pero, aún en su caso, siendo ella una activista y educadora feminista, pasaron «por un terremoto emocional y simbólico» para procesar como familia las demandas de su hija trans.
«Hay padres y madres que en la total soledad, sin herramientas no habilitan estos procesos desde el miedo, y por eso está bueno que sepan que no están solos», dijo.
Por el momento, la familia de Gema no ha tramitado el cambio de identidad en el DNI, pero están dando la batalla en cada institución de la que la nena participa -escuela, sistema de salud y otras- para que toda su trayectoria sea registrada con su nombre elegido y su identidad autopercibida -como manda la ley 26741-; lo que no está resultando nada fácil porque «tropezamos con mucha burocracia».
El «Informe sobre la situación actual de las experiencias de niñeces trans» presentado el año pasado por la Asociación Civil Infancias Libres sobre la base de entrevistas a 100 familias, mostró que las primeras manifestaciones de estas identidades se dan, en promedio, a los 5 años; pero el 46% empezó a expresarlo entre los 1 y los 4 años y un 31% entre los 5 y los 8.
Además, sólo el 6% de las familias tuvo como primera reacción la aceptación sin vincularlo con un malestar o padecer y un 35% buscó ayuda para entender qué les estaba pasando, preferentemente en un profesional de la salud.
La coordinadora Programa de Acompañamiento Integral para Infancias y Adolescencias Trans/no Binaries» de la CHA, Valeria Paván, explicó que «acá llegan las familias que pueden atravesar estas expresiones tempranas, pero lo común es que la respuesta sea la represión violenta, que en su forma extrema implica la expulsión del hogar».
«Y una vez que excluye la familia, todas las otras instituciones excluyen y nos encontramos con personas adultas no escolarizadas o que no pueden acceder a un trabajo formal. Necesitamos políticas públicas que estimulen la reflexión social para que cada vez más Gemas tengan la vida que quieran tener», dijo.