Al igual que cualquier animal, los caballos emplean algunas partes de su cuerpo o emiten ciertos sonidos para develar cuál es su estado de ánimo, qué le sucede y si sufre alguna dolencia o malestar que afecte a su salud o a su estabilidad emocional. Incluso, de esta manera logran comunicarse con otros de su especie.
Movimiento de orejas
El movimiento de las orejas es, posiblemente, es la parte más característica de este lenguaje corporal. Si las tienen levantadas, nos está indicando que se encuentra en estado de alerta, ya sea porque detecta algún peligro o porque tiene intenciones de salir huyendo. En cambio, si las tiene hacia atrás, debemos tener cuidado, porque puede ser que haya adoptado una actitud sumisa pero también que sienta furia. Todo depende si las orejas están pegadas a la cabeza o no. Por otro lado, para señalar que está tranquilo, la posición de estas será relajada.
Movimiento de cabeza
Igualmente, debemos prestar atención a la cabeza. Si está gacha podría indicar que está tranquilo, incluso puede que dormido. En cambio, sí la tiene levantada demuestra que está atento a lo que le rodea. Un aspecto a la cual debemos tener cuidado es si nos golpea con ella, puesto que este movimiento denota tensión y enfado y puede preceder a un ataque. Si además la mueve hacia atrás, lo mejor es que nos apartemos, pues suele ser un signo de enfado y es probable que se encabrite.
Movimiento de cola
También la cola nos delata qué le sucede al caballo y cuál es su estado anímico. Si esta se mueve de manera violenta y se golpea la grupa con ella, es mejor dejar al animal, porque eso quiere decir que está nervioso y enfadado. Cuando está tranquilo, esta cuelga de manera distendida, y cuando se muestra sumiso o tiene miedo, la esconde entre sus patas traseras. Si el miedo es muy fuerte, hasta el punto de que se convierte en pánico y va a huir, los ojos los tendrá muy abiertos y la mirada se mostrará desencajada.
Además del movimiento de la cola, de las orejas y de los golpes de cabeza, si los ollares se abren y cierran, es señal inequívoca de que se muestra furioso y va a atacar o defenderse.
A su vez, estos movimientos suelen ir acompañados, en algunas ocasiones, con ruidos como bufidos, bramidos o relinchos, que apuntan a si el animal está nervioso, enfadado o si, simplemente, está contento por algo.