WASHINGTON.- La expansión del coronavirus, que ya provocó al menos 65.272 muertos y más de 1.206.480 contagios en el mundo, ha desatado una verdadera guerra silenciosa entre los países más afectados para abastecerse de los insumos básicos para hacerle frente, sean barbijos o respiradores artificiales.
Estadounidenses que compran un cargamento de mascarillas en un aeropuerto chino a punto de despegar hacia Francia, turcos, franceses o checos que confiscan cargamentos de barbijos y respiradores destinados a España o Italia, las potencias han entrado en una verdadera guerra sucia para conseguir los insumos que les posibiliten batallar contra la pandemia, principalmente producidos en China.
Funcionarios franceses denunciaron el fin de semana que un cargamento entero de barbijos que estaba a punto de despegar rumbo al país galo fue comprado en efectivo y a mayor precio por estadounidenses, en la pista de un aeropuerto chino. El diputado ucraniano Andrii Motovylovet tuvo que viajar a China para acompañar un cargamento y contó que asistió a una «competencia aterradora» por los equipos médicos. «Nuestros cónsules que van a las fábricas chinas se encontraron con colegas de otros países que querían arrebatarnos nuestros pedidos. Pagamos por adelantado y tenemos contratos firmados, pero ellos tenían más dinero en efectivo. Cada cargamento es una lucha», graficó.
Cual tiempos de la Guerra Fría, algunos países han desplegado incluso a sus servicios secretos para la tarea: según el diario francés Le Figaro, el Mosad israelí llevó a cabo en marzo un operativo clandestino para hacerse con kits de detección del virus en un país que no fue identificado. El último escándalo vino de Turquía, que confiscó un avión con material sanitario comprado por España que venía de China en el aeropuerto de Ankara: hasta ayer, las autoridades del país eurasiático se negaban a liberar el cargamento argumentando que su país necesitaba los respiradores.
Con más de 300.000 casos confirmados, esta disputa se traslada al interior de Estados Unidos, con los gobernadores de los estados peleando entre sí y con el presidente Donald Trump por el abastecimiento del material médico imprescindible para afrontar la pandemia.