Bolsonaro, de 65 años, se sometió anteriormente a otros tres test para detectar si había contraído el virus, que en Brasil ya deja 1,6 millones de infectados y cerca de 65.500 fallecidos, pero en todos ellos dio negativo.
Los resultados de los tres análisis, que según el mandatario habían dado negativo, pero que siempre se negó a difundir en su integridad, fueron exigidos ante la Justicia por el diario O Estado de Sao Paulo, bajo la alegación de que, por tratarse del jefe de Estado, tienen «interés público».
Tras un largo camino judicial, un juez de la Corte Suprema determinó en mayo la divulgación de los exámenes, en los que efectivamente el resultado era negativo para los tres.
Esos exámenes le fueron realizados en marzo, tras una visita oficial a Miami, donde se reunió con su homólogo estadounidense, Donald Trump, que también ha minimizado la gravedad del coronavirus y rechazado las cuarentenas pese a que su país es el más afectado por la pandemia.
La mitad de la comitiva que acompañó a Bolsonaro a Estados Unidos, formada por unas 40 personas, dio positivo para Covid-19.
Bolsonaro, que considera un «crimen» las cuarentenas porque, según él, son una ruina económica para el país, ha subestimado la enfermedad y contrariado las recomendaciones sanitarias desde el inicio de la crisis sanitaria en el país, hoy el segundo del mundo con más muertes y casos.
Durante la emergencia y con las medidas de distanciamiento vigentes, el presidente se ha paseado en multitud de ocasiones por algunos barrios de Brasilia para conversar con los vecinos, muchas veces sin mascarilla, que es obligatoria en la capital.
También ha participado en varias manifestaciones a favor de su Gobierno y en las que se pedía el «cierre» del Congreso y el Parlamento mediante una «intervención militar» que le mantuviera a él en el poder y que provocaron aglomeraciones.