La investigación es financiada por la National Geographic y los resultados permitirán elaborar un mapa de la ciudad con las zonas más calientes y con mayor presencia de mosquitos peligrosos” desde el punto de vista sanitario, transmisores de enfermedades como el dengue, Zika y la chikungunya y la fiebre amarilla.
El informe, que publica el sitio web de UNCiencia, detalla que lo que se busca es detectar la presencia de islas de calor urbano en la ciudad de Córdoba. Con ese objetivo se evaluarán en qué medida la vegetación urbana y los cuerpos de agua, como el río Suquía, funcionan mitigando los niveles de temperatura y regulando el efecto de las islas de calor, y también cómo influyen sobre la diversidad de especies.
El estudio surge porque el avance de la urbanización impactó negativamente a nivel ambiental en todo el mundo, debido al cambio en el uso del suelo y el reemplazo de la cobertura vegetal por una densa masa de pavimento y superficies no permeables”.
Para realizar la investigación, el 14 de abril último se colocaron 60 trampas en 30 sitios de toda la capital, y se repetirán el muestreo en mayo. En las áreas más calurosas, esperan encontrar menos diversidad de mosquitos, pero mayor presencia de especies peligrosas para la salud humana.
Las especies capturadas se identifican con una lupa esteroscópica para identificar la morfología, siguiendo una guía de las características de cada especie, y se separan a los especímenes hallados.
Las trampas pegajosa de luz, para Aedes aegypti hembras grávidas que van a depositar sus huevos en un recipiente con agua, son colocadas en altura, generalmente colgadas de ramas de árboles. Permanecen 24 horas en el lugar y están pensadas para capturar mosquitos adultos.
Para atraerlos, se utiliza una luz y un trozo de hielo seco envuelto en diario, debido a que el dióxido de carbono que se desprende del hielo seco es similar al aire que exhalan los mamíferos durante la respiración, detalla la información.
Es el primer estudio de este tipo que se realiza en Córdoba. Hasta ahora no se habían llevado a cabo investigaciones que impliquen el despliegue simultáneo de trampas de mosquitos mientras medimos la temperatura en el terreno”, manifestó Elizabeth Estallo, bióloga del Conicet-UNC, y responsable del proyecto interdisciplinario.