Tomillo, ruda y árbol de té: los ingredientes de una vacuna que fortalece a las plantas

Científicas de la Universidad Nacional de Córdoba avanzan en una nanoemulsión natural capaz de activar las defensas de los cultivos. El desarrollo, que ya demostró su efectividad en laboratorio, será probado en campo junto a la empresa Ceres Demeter.

Tomillo, ruda y árbol de té: los ingredientes de una vacuna que fortalece a las plantas

La sustitución de pesticidas químicos por alternativas más seguras y sostenibles ya no es solo una aspiración del sector agroindustrial, sino una necesidad global. En esa línea, un equipo de la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) logró un avance significativo: el desarrollo de una nanoemulsión natural que actúa como una “vacuna” para plantas, fortaleciendo su sistema inmune frente a bacterias, hongos y plagas.

Una “vacuna” vegetal con ingredientes naturales

El proyecto está liderado por las investigadoras Georgina Fabro y María Laura Fanani, quienes idearon una formulación a base de aceites esenciales de tomillo, ruda y árbol de té, reconocidos por sus propiedades protectoras, combinados con ramnolípidos, compuestos naturales que ciertos microorganismos patógenos del suelo liberan al infectar a las plantas.

Al aplicarse sobre las hojas, las plantas perciben esos ramnolípidos como una agresión y activan su sistema defensivo. “Las plantas reconocen los ramnolípidos como una señal de agresión y desencadenan toda una cascada de reacciones previstas en su sistema inmune”, explica Fanani. Aunque la respuesta es leve, “prepara a la planta ante eventuales infecciones”, agrega Fabro.

El resultado es una formulación natural, biodegradable y no tóxica, con potencial para reducir drásticamente el uso de agroquímicos en los cultivos. Este aspecto no solo beneficia a las plantas, que pueden desarrollar sus defensas sin depender de productos agresivos, sino también a quienes trabajan en el campo y a las personas consumidoras, al disminuir la exposición a sustancias contaminantes.

Además, el uso de compuestos naturales abre nuevas oportunidades para los productores locales, ya que muchos mercados internacionales —como el europeo— imponen restricciones estrictas al uso de pesticidas sintéticos. “Existen agroquímicos que aún se utilizan en Argentina que no se pueden aplicar si se desea exportar a Europa, por ejemplo”, subraya Fabro.

En ese sentido, la “vacuna vegetal” podría convertirse en una alternativa sustentable y competitiva, capaz de mejorar la calidad de los cultivos, proteger la salud de quienes los manipulan y favorecer una agricultura más limpia y exportable.

Qué es una nanoemulsión

Una nanoemulsión es una mezcla en la que se combinan dos líquidos que normalmente no se mezclan, como el agua y el aceite, pero cuyas gotas son tan pequeñas que alcanzan el tamaño nanométrico (una millonésima parte de un milímetro).

En este caso, las científicas lograron encapsular los aceites esenciales en diminutas gotas recubiertas por moléculas de ramnolípidos. “Las nanoemulsiones son sistemas donde se mezclan componentes que usualmente no se combinan, como el agua y el aceite. En nuestro caso, fue necesario agregar ciertos ‘condimentos’ y bastante energía, pero logramos obtener gotitas de tamaño nanométrico de aceites esenciales, recubiertas con moléculas de ramnolípidos”, explica Fanani.

El proceso se realiza con un sonicador, un equipo que utiliza ondas de sonido de alta frecuencia para romper las gotas hasta alcanzar esa escala microscópica. “La clave es el protocolo que aplicamos para lograr que no se vuelvan a unir en el tiempo”, completa Fabro.

La formulación resultante se mantiene estable durante varios meses y puede aplicarse directamente sobre las hojas o las semillas de los cultivos.

Del laboratorio al campo

Los ensayos de laboratorio se realizaron sobre Arabidopsis, una planta modelo emparentada con la rúcula, además de especies cercanas a la soja, el poroto, la papa y el tomate. En todos los casos, la nanoemulsión demostró eficacia y estabilidad a pequeña escala.

El siguiente paso será probarla en condiciones de campo, donde entran en juego factores como la radiación solar, la humedad o la presencia de múltiples patógenos. Para avanzar hacia esta etapa, Fabro y Fanani se asociaron con la empresa biotecnológica Ceres Demeter, que dispone de equipamiento para producir el producto a escala piloto y parcelas experimentales donde se harán los primeros testeos.

“La empresa no sólo posee la aparatología para escalar el producto, también cuenta con parcelas de distintos cultivos, donde podemos realizar las pruebas piloto”, explica Fabro. Y agrega: “Nosotras trabajamos en condiciones controladas en el laboratorio, pero cuando pasamos al campo, todo cambia: puede haber más sol, más humedad, sequía o incluso consorcios de patógenos mezclados afectando simultáneamente a las plantas”.

El plan de trabajo contempla ensayos en maíz, soja y trigo, y luego el testeo del producto como desinfectante de semillas. “Las semillas vienen directamente del campo cubiertas de bacterias, hongos y microbios, algunos beneficiosos y otros perjudiciales. Queremos probar qué tan efectiva es la formulación al aplicarla sobre su superficie”, adelanta Fanani.

Innovación y transferencia tecnológica

El desarrollo es fruto de más de cinco años de trabajo interdisciplinario entre la UNC y el Conicet. Actualmente, la Oficina de Propiedad Intelectual de la UNC analiza la mejor estrategia para proteger el conocimiento generado, ya sea mediante una patente o como secreto industrial. “La idea es resguardar ese know-how, porque se trata de un desarrollo hecho con profesionales y financiamiento de la Universidad Nacional de Córdoba y Conicet”, enfatiza Fabro.

El proyecto cuenta con financiamiento del Fondo para la Innovación Social y Tecnológica (FITS), que en su convocatoria 2025 destinó 7,98 millones de pesos para su ejecución. Este fondo, impulsado por la Secretaría de Innovación y Vinculación Tecnológica de la UNC, busca fortalecer la articulación entre la ciencia universitaria y el ecosistema productivo.

María Laura Fanani, Georgina Fabro, Jessica Valdivia Pérez, Milagro Mottola, María Victora López Nota Francisco, Lucille T. Kourdova y Nicolás Tamagnone.

Con este respaldo, la nanoemulsión desarrollada por el equipo cordobés se proyecta como una herramienta innovadora para una agricultura más sustentable, capaz de proteger los cultivos de manera natural y reducir el impacto ambiental de los agroquímicos.

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