Córdoba enfrenta un dilema capital

Por J. Emilio Graglia

Córdoba enfrenta un dilema capital

La ciudad de Córdoba celebra los 450 años de su fundación. Hace cuatro siglos y medio, Jerónimo Luis de Cabrera le dio nombre a esta ciudad. Hoy lo recordamos con cariño, pero el fundador, vale la pena recordarlo, fue un conquistador que trajo la dominación de una potencia extranjera a estos lares.

La capital provincial es, hoy por hoy, una ciudad pujante, que avanza decididamente hacia un futuro mejor, un foro para muchas ciudades de Argentina y Latinoamérica. Pero no siempre fue de esa manera. Es bueno rememorar el camino andado para no tropezar con las mismas piedras.

Vamos a remontarnos a los últimos 40 años, es decir, desde la recuperación de la democracia representativa hasta nuestros días. Los primeros 16 años de la democracia recuperada en 1983 estuvieron a cargo de gobiernos radicales: ocho de Ramón Bautista Mestre y ocho de Rubén Américo Martí.

Mestre (padre) recibió una Municipalidad destruida, sin autonomía política ni institucional. Después de una dictadura que había sido particularmente cruel en esta ciudad, él la puso de pie. Las escuelas municipales y la costanera del Río Suquía que hoy lleva su nombre, testimonian su legado.

Después vino otro radical, Rubén Américo Martí. Sin dudas, un gran intendente, un político adelantado a sus tiempos. Cuando casi nadie hablaba del cuidado del ambiente, él puso ese tema en la agenda pública. También fue un adelantado al plantear la descentralización y la metropolización de Córdoba.

Pasados los 16 años de gobiernos radicales, los malos gobiernos municipales provocaron el estancamiento y el retroceso de la capital cordobesa. Rodrigo de Loredo, el actual candidato a la intendencia por Juntos por el Cambio, lo dijo sin pruritos: “Córdoba venía en caída libre”.

Caída libre

La gestión del menemista Germán Kammerath fue lastimosa. Su único mérito fue terminar los cuatro años del mandato, a duras penas. Hasta José Manuel de la Sota, su impulsor, pidió disculpas por haberlo elegido como candidato de su espacio político, Unión por Córdoba.

A Kammerath lo sucedió Luis Juez. Con el apoyo de Néstor Kirchner, desde el primer día quiso ser candidato a gobernador y eso, probablemente, lo desenfocó de la gestión municipal. Rodrigo de Loredo calificó a la gestión juecista como una “catástrofe”. No obstante, en su momento, tuvo apoyo ciudadano.

Tanto es así, que el electorado cordobés eligió para sucederlo a su viceintendente, el radical Daniel Giacomino. Más temprano que tarde, Juez le quitó su apoyo y ambos se acusaron de traidores. Sin ese sustento, la gestión de Giacomino naufragó en un mar de intentos fallidos.

En 2011 llegó al gobierno municipal Ramón Javier Mestre. Su apellido y la división del peronismo hicieron posible que, con un porcentaje escaso de votos, ganara la elección municipal y recuperara el palacio 6 de Julio para la Unión Cívica Radical, todo un mérito.

A pesar de una gestión anodina, pudo ser reelegido, siempre usufructuando la división del peronismo. Las relaciones institucionales con los gobiernos provinciales de José Manuel de la Sota (2011-2015) y de Juan Schiaretti (2015-2019) no fueron suficientes para redondear una gestión aceptable.

Tan mal valorada fueron las dos gestiones consecutivas de Ramón Javier Mestre al frente de la Municipalidad de Córdoba que, en las elecciones provinciales del año 2019, como candidato a gobernador obtuvo apenas un ocho por ciento de los votos de la ciudad capital.

Mejora diaria

En 2019, se produce un hecho histórico para la política de la capital cordobesa. Por primera vez desde los años 70, un dirigente peronista gana la intendencia: Martín Llaryora. Más excepcional es su triunfo, considerando que había sido intendente de San Francisco.

A Llaryora le toca gobernar durante los dos años de la pandemia y, después, con la crisis económica del país a cuesta. Sus dotes de gestor le permitieron capitalizar al máximo el apoyo del gobernador de la provincia, Juan Schiaretti. El trabajo en equipo fue fundamental.

Su gestión es muy bien valorada por los cordobeses. De hecho, el electorado capitalino le dio el espaldarazo necesario para llegar a la gobernación el pasado 25 de mayo. Así, se convirtió en el primer intendente de la Municipalidad de Córdoba en ejercicio que llega a la gobernación.

Hoy, a 450 años de su fundación y a 40 años de la recuperación de la democracia representativa, la ciudad tiene que elegir a un nuevo intendente. Hay varias opciones electorales con propuestas muy interesantes. Pero dos de ellas concentrar la mayor intención de voto de cara al 23 de julio.

Si gana es Daniel Passerini, el candidato de Hacemos Unidos por Córdoba, continuará el mismo equipo que gobierna desde 2019. Si, en cambio, se impone Rodrigo de Loredo, los cordobeses capitalinos tendremos un gobernador de un partido y un intendente de otro partido.

La experiencia histórica nos muestra que Mestre (padre), Martí y Llaryora gobernaron con un gobernador de su partido. Por su parte, Juez, Giacomino y Mestre (hijo) gestionaron con un gobernador de otro partido. Por diferentes motivos, lo cierto es que a unos les fue mejor y otros les fue peor.

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