Ayer, los cordobeses capitalinos que cumplimos el deber cívico de votar, elegimos un nuevo intendente municipal. El resultado de los comicios sólo se puede entender a la luz de las circunstancias y los vaivenes de una campaña en la que se contrapusieron dos propuestas fundamentales.
De un lado, el viceintendente de la ciudad de Córdoba, Daniel Passerini, se presentó como el continuador del actual intendente y, desde el pasado 25 de junio, gobernador electo, Martín Llaryora. Su campaña quiso ser la de una reelección por interpósita persona. Lo logró y ganó.
Del otro lado, el ex concejal de Juntos por el Cambio, Rodrigo de Loredo, paradójicamente, también quiso presentarse como el continuador de la gestión municipal en marcha. Su propuesta fue no empezar de cero sino pasar a otro nivel y lograr que Córdoba sea la ciudad número 1 del país. No lo logró y perdió.
La campaña del oficialismo propuso ir para adelante y no volver para atrás. Llamativamente, la campaña de la oposición hizo lo mismo, por lo menos desde las palabras. Ambas partieron de reconocer los éxitos de la gestión de Llaryora. No es un dato menor semejante coincidencia.
Sin dudas, Martín Llaryora, el primer intendente peronista en los 40 años de la democracia recuperada, llevó a cabo una gestión exitosa al frente del Palacio 6 de Julio. Sin dudas, el factor principal que lo hizo gobernador el 25 de junio y le dio el triunfo a su viceintendente el día de ayer.
La seguridad como tema central
No hubo propuestas demasiado disruptivas, salvo en el tema de seguridad. A diferencia de otras campañas municipales, el problema del delito y la violencia fue central a la hora de definir posiciones de cara a un electorado que no sabe demasiado de las competencias y los recursos de cada nivel de gobierno.
Como era de esperar, Passerini hizo suya la propuesta de Llaryora como candidato a gobernador. Así, dijo que sería el primer intendente de la provincia en acordar con el gobernador la creación de una policía municipal que funcionara como auxiliar a la policía provincial, con armas no letales.
Rodrigo de Loredo quiso diferenciarse y propuso que la provincia le transfiera la policía a la municipalidad. Una propuesta muy cuestionable legal y técnicamente. Pero, sobre todo, inviable y enfrentada a lo propuesto por el gobernador electo en su campaña. Un gran error conceptual y político.
En seguridad se mostró la diferencia de fondo entre tantas coincidencias de forma. Passerini propuso trabajar en equipo, como Llaryora con Schiaretti durante los últimos cuatro años. Por el contrario, De Loredo propuso enfrentar al futuro gobernador, como Luis Juez con De la Sota entre 2003 y 2007.
El electorado tuvo frente a sí dos opciones muy claras para luchar contra la inseguridad, la primera y principal demanda de la ciudadanía: el trabajo en equipo entre la provincia y la municipalidad, o un conflicto político e institucional entre ambos niveles. La mayoría de los votantes optó por lo seguro.
Se cortó solo
Después muchos meses de cabildeos, Rodrigo de Loredo renunció a su candidatura a gobernador a favor de Luis Juez. No obstante, en la práctica, no participó de la campaña provincial y, sin disimulos, se enfocó de lleno en la municipal, con un discurso y una estética completamente diferentes.
Como dicen en el barrio, “se cortó solo”. Así como no quiso participar en la campaña a gobernador de Juez, tampoco quiso que Juez participara en su campaña a intendente. Ni siquiera utilizó el sello de Juntos por Cambio. Mucho menos el de la Unión Cívica Radical. No quiso deberle nada a nadie.
El candidato opositor no titubeó para deshacerse de cualquier “lastre” del pasado, aunque contradijera su propia historia. En su primer mensaje como candidato a intendente dijo que Córdoba venía en caída libre después de las intendencias radicales de Ramón Batista Mestre y de Rubén Américo Martí.
Sin tapujos, hizo partícipes de esa decadencia a las gestiones municipales tanto de Luis Juez (2003-2007) como de Ramón Javier Mestre (2011-2019). Se explica, pues, que Juez no haya estado presente al momento de reconocer esta derrota. Es el primer paso de la interna opositora que se viene.
En medio de una feroz competencia interna, las dos fórmulas de Juntos por el Cambio que compiten en las Paso vinieron para la foto de un triunfo. Sólo lograron agrandar la figura nacional de Juan Schiaretti, junto con Martín Llaryora y Daniel Passerini, los grandes artífices del triunfo de un equipo que no cambia.