El asesinato del candidato a presidente liberal por el movimiento Construye, de Ecuador, Fernando Villavicencio, quien se encontraba segundo en las encuestas, contribuye a enrarecer aún más un clima político complejo y extremadamente violento en el país. El asesinato del candidato presidencial en los últimos días de la campaña ha conmocionado a toda la opinión pública en un contexto donde las bandas criminales transnacionales parecen actuar con completa y total libertad.
La candidata que lidera las encuestas con cerca del 30% es Luisa González, ahijada política del ex presidente Rafael Correa, actualmente exiliado en Bélgica. González, en el debate presidencial, aseguró que regresaría a las políticas del correismo para combatir la violencia creciente.
Jan Topic, por su parte, candidato de la derecha radical, afirmó en el debate que para combatir la inseguridad lo que hará es ”retomar el control de las 36 cárceles y las fronteras norte y sur para que nunca más ingrese narcotráfico o armamento ilícito a nuestras calles; equipar y entrenar las fuerzas del orden e integrar todas las fuentes de inteligencia para saber cómo se mueve el dinero sucio”.
El activista indígena e histórico opositor tanto a Correa como a Lasso, Yaku Pérez, dijo ser el único candidato con un titulo especializado en criminología y derecho penal, y prometió mejoras sociales, a la vez que transparentar datos criminológicos para guiar políticas publicas.
El narcotráfico y la violencia exacerbada del crimen organizado se han incrementado en Ecuador desde 2020. La tasa de homicidios casi se duplicó en el último año, pasando de 14 por cada 100.000 habitantes, en 2021, a 25, en 2022. El inicio de la ola de violencia podría ubicarse en las masacres carcelarias que dejaron 458 muertes entre 2020 y 2022 en los penales de Guayas, Santo Domingo de los Tsáchilas, Cotopaxi, Azuay y Esmeraldas. El gobierno no sólo no ha dado respuesta a esta situación, sino que tampoco ha encontrado culpables ni transformado realmente las duras condiciones de vida en las cárceles ecuatorianas. De acuerdo con la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), sobre esta problemática, existe una “falta de información clara, consolidada, sistematizada y automatizada sobre la población penitenciaria; insuficiente presupuesto para el sistema penitenciario junto con la falta del enfoque en la rehabilitación e inadecuado personal penitenciario”.
En febrero pasado, se celebraron comicios regionales en todo el país, en medio de un clima enrarecido y empañado por la violencia. El movimiento Revolución Ciudadana, liderado por el ex mandatario Rafael Correa (desde Bélgica), se hizo con las principales alcaldías, entre ellas, las de la capital, Quito y la estratégica Guayaquil, terminando con 31 años de dominio de la derecha. Además, se llevó adelante un referéndum convocado por el propio Lasso, que incluía ocho preguntas, entre ellas, la de la posibilidad de una reforma constitucional y la de extraditar ecuatorianos involucrados en causas de narcotráfico. Los resultados, en ese aspecto, también habían sido negativos para el gobierno, ya que se impuso el “No” a todas las consignas que había planteado el oficialismo. Esto profundizó un panorama ya de por sí complejo para la derecha.
Ecuador implementó la dolarización como su sistema oficial de moneda el 9 de enero de 2000. En ese momento, el país adoptó el dólar estadounidense como su moneda de curso legal en un esfuerzo por estabilizar su economía y combatir la alta inflación y la inestabilidad monetaria que enfrentaba. Como resultado de la dolarización, Ecuador dejó de emitir su antigua moneda, el sucre, y comenzó a utilizar el dólar de los Estados Unidos para todas las transacciones comerciales y financieras. Al adoptar el dólar estadounidense, Ecuador perdió la capacidad de tener una política monetaria independiente. Esto significa que el país no puede controlar su oferta monetaria ni su tasa de interés para responder a las necesidades económicas internas. Esto limita su capacidad a la hora de enfrentar crisis económicas y ajustar su economía de manera eficiente. Al depender del dólar estadounidense, la economía ecuatoriana se vuelve vulnerable a las decisiones y políticas económicas de Estados Unidos. Fluctuaciones en el valor del dólar y cambios en la política económica de Estados Unidos pueden tener un impacto directo en la economía de Ecuador. Esto hizo, además, que las exportaciones ecuatorianas sean menos competitivas en los mercados internacionales, ya que el país no puede devaluar su moneda para aumentar la competitividad de sus productos.
Esta política económica también llevó a tasas altas de desempleo y desigualdad, sumado a un fuerte endeudamiento en dólares. Es tal el corset económico que significa la dolarización que ni siquiera los gobiernos de Rafael Correa pudieron salir de esta y volver a una moneda propia. Poco indica que el país pueda hacerlo en el corto plazo, menos aún cuando tiene otros problemas urgentes que resolver y que preocupan profundamente a la población, particularmente, el auge de la violencia armada de la que Villavicencio fue víctima. Todavía no está claro que sucederá en las elecciones presidenciales del próximo 20 de agosto, pero si algo está claro es que la violencia campa a sus anchas en el Ecuador, empañando todo el sistema democrático.