La visita de Volodymyr Zelensky a la Casa Blanca el 28 de febrero de 2025 pasará a la
historia como uno de los episodios más tensos y surrealistas de la política estadounidense
reciente. En una conferencia de prensa conjunta, el presidente ucraniano y Donald Trump
se enfrascaron en un enfrentamiento verbal que destapó las profundas fricciones entre
ambos. Durante la reunión, Trump y su vicepresidente JD Vance acusaron a Zelensky de
ser desagradecido por la ayuda que Estados Unidos ha brindado a Ucrania, advirtiéndole
que sus acciones podrían poner en riesgo la estabilidad global.
En medio de gritos y reproches, Zelensky, que no llevaba traje, también enfrentó críticas
por no vestir adecuadamente en un momento tan crucial. Sin embargo, lo que parecía ser
un desacuerdo superficial sobre la vestimenta pronto se transformó en un tema mucho
más grave cuando Zelensky, en un tono desafiante, advirtió que, tarde o temprano,
Estados Unidos podría encontrarse en una situación en la que no sabría cómo responder
ante una posible amenaza a su seguridad. Trump, irritado, replicó: «No estás en posición
de decir eso, no nos digas cómo nos vamos a sentir, nosotros nos sentiremos muy bien».
El conflicto en Ucrania, cuyo origen remonta a 2013 con el Euromaidan, ha sido una
tragedia de proporciones difíciles de medir. Lo que comenzó como un impulso hacia la
democracia y la integración con Occidente, se transformó rápidamente en una crisis
internacional. La revuelta contra el gobierno pro-ruso de Viktor Yanukóvich llevó a la
anexión de Crimea por parte de Rusia en 2014, y al estallido de la guerra en el Donbass.
Desde entonces, Ucrania ha estado atrapada en una lucha que no solo afecta a su
soberanía, sino que también involucra directamente a las potencias occidentales y a
Rusia, generando una profunda crisis geopolítica que resuena en todo el mundo.
Donald Trump, conocido por su estilo diplomático pragmático y confrontativo, no ve a
todos los líderes mundiales de la misma manera. Para él, las relaciones internacionales
se basan en un juego de poder claro, donde solo respeta a aquellos que considera sus
iguales. Mientras que Putin y Xi Jinping representan, a sus ojos, líderes fuertes con los
que comparte una visión directa del poder, figuras como Zelensky —representante de un
país pequeño y dependiente de apoyo externo— no son vistos como pares. Este trato se
reflejó claramente en el encuentro en la Casa Blanca, donde la actitud de Trump evidenció
la desconexión entre las dos partes.
La célebre cita de Henry Kissinger, «ser enemigo de EE.UU. es peligroso, pero ser su
amigo puede ser fatal», cobra relevancia en este contexto. Ucrania se encuentra atrapada
en esta paradoja. Aunque el apoyo de Estados Unidos sigue siendo esencial para la
supervivencia de Ucrania en su conflicto con Rusia, este apoyo también trae consigo la
creciente dependencia de las decisiones de Washington, lo que pone en riesgo la
autonomía de Kiev. A medida que la guerra se prolonga y las dinámicas globales
cambian, el liderazgo ucraniano debe gestionar una relación cada vez más compleja con
un país que, aunque aliado, parece cada vez más distante.
La gran incógnita sigue siendo hasta cuándo Ucrania podrá mantener el statu quo actual,
especialmente sin un apoyo directo e indefinido de Estados Unidos. A medida que las
dinámicas de poder global cambian y la guerra sigue su curso, las decisiones de grandes
potencias, como China y Rusia, podrían alejarse de los intereses ucranianos, dejando a
Kiev en una posición cada vez más vulnerable.
La visita de Zelensky a la Casa Blanca no solo reflejó las tensiones personales entre él y
Trump, sino también la creciente complejidad de la relación entre Ucrania y Occidente. En
este escenario, el futuro de Ucrania se ve marcado por la ambigüedad, la fragilidad de los
apoyos internacionales y la creciente incertidumbre sobre qué depara el futuro para su
independencia y estabilidad. De igual forma, el orden internacional basado en reglas
también podría verse seriamente afectado por la evolución de este conflicto, cuyas
ramificaciones aún están por verse.