Donald Trump, el presidente número 45 de los EEUU y actual “frontrunner” de la interna del Partido Republicano para enfrentar a Joe Biden en su búsqueda por la reelección en 2024, ha tenido unos días bastante ocupados; sus seguidores continúan respaldándolo, en parte, porque muchos creen en sus afirmaciones falsas sobre el fraude electoral en su derrota de 2020 ante el presidente Biden. Estas mentiras resultaron en cargos criminales por intentar robar la elección en Georgia y Washington, D.C.
El magnate repitió el sábado pasado comentarios de apenas unos días atrás, en los que afirmaba que sería un dictador «por un día» si fuera elegido para un segundo mandato al frente de la Casa Blanca. Durante un discurso ante la juventud del Grand Old Party (GOP) en el New York Young Republican Club, Trump mencionó al corresponsal del New York Times, Peter Baker, diciendo que el periodista «dijo que quiero ser un dictador”: «No dije eso. Dije que quiero ser un dictador por un día. ¿Sabes por qué quiero ser un dictador? Porque quiero un muro, y quiero perforar, perforar, perforar», dijo el ex presidente durante la gala anual del club.
El precandidato para volver a la presidencia parecía hacer referencia a un artículo del fin de semana de Baker, que se publicó después de que Trump se burlara de preguntas sobre el autoritarismo. Durante un evento con el presentador de Fox News, Sean Hannity, Trump le dijo a la multitud que sería un dictador sólo el «día uno», y luego cerraría la frontera y comenzaría a perforar. «Después de eso, ya no soy un dictador, ¿de acuerdo?», agregó Trump, ante los vítores de las masas que se acercaron a escucharlo, como en todos los rallys que realiza desde su salida de la presidencia en 2021.
El ex presidente hizo más comparaciones con dictadores del siglo XX, como Adolf Hitler y Benito Mussolini, después de llamar «alimañas» a algunos de sus oponentes políticos. El actual presidente Biden se burló de la supuesta “broma” de Trump durante un evento de recaudación de fondos, diciendo: «Gracias a Dios, sólo por un día», en un evento en Los Ángeles ante las risas y aplausos de los demócratas.
El destino político de Donald Trump y del Partido Republicano se encuentran vinculados a un gran grupo de votantes que no se consideran verdaderamente republicanos, sino que muestran una lealtad mucho mayor hacia Trump que hacia el GOP. Es decir, confían más en el líder que en el partido, algo que tiene todo el sentido cuando se ve que, efectivamente, Trump llegó a la posición política mayor de EEUU atacando a “las élites” y al “pantano” de la política tradicional de Washington, entre los que se encontraban, para él y sus seguidores, los dirigentes tanto republicanos como demócratas. Según una encuesta de NBC News publicada en noviembre pasado, el 34% de los votantes republicanos se considera más partidario de Trump que del Partido. Si el ex presidente hubiera formado un tercer partido hace dos años, el 46% de sus seguidores respaldaría al Movimiento Trump, mientras que el 27% apoyaría al GOP, según una encuesta de Suffolk University/USA TODAY realizada en 2021.
En este contexto, surge la pregunta respecto de qué deberían hacer sus rivales dentro de la interna republicana. Ron DeSantis, el gobernador de Florida, busca atraer a los votantes más fervientes de Trump, afirmándose como una versión mejor y más reciente que puede ser más efectiva en el cargo. También ha cuestionado los efectos de la edad en el Trump, de 77 años, de manera similar a como él y otros republicanos critican al Biden de 81 años. El empresario multimillonario Vivek Ramaswamy también se presenta como otra versión del ex presidente. La ex gobernadora de Carolina del Sur, Nikki Haley, también se presenta como la representante de una «nueva generación» y parece atraer a lo que algunos llaman votantes «Maybe Trump” (Quizás Trump). Este grupo incluye a aquellos que han votado por él en el pasado, pero están abiertos a alternativas en esta ocasión.
El ex gobernador de New Jersey, Chris Christie, apunta directamente al sector anti-Trump, y le dice a la base de Trump que el partido no puede ganar las elecciones generales contra Biden si el ex presidente sigue liderándolo. Durante el debate de la semana pasada, Christie señaló que Trump podría perder su derecho al voto si es condenado en alguno de los casos en su contra, lo que le valió abucheos y dejó en claro hacia donde apuntan las bases republicanas. Una reciente encuesta de la Universidad Monmouth dio a Trump el 58% de los votos republicanos a nivel nacional, muy por delante de DeSantis (18%), Haley (12%), Ramaswamy (4%) y Christie (2%).
La figura de Donald Trump continúa siendo un factor determinante en el panorama político estadounidense, y su influencia se refleja en la lealtad de una parte significativa de los votantes. Su declaración de querer ser un «dictador por un día» no sólo ha generado controversia y burlas, sino que también ha destacado la relación peculiar entre el ex presidente y sus seguidores, mostrando apoyos y la matriz profundamente autoritaria y populista de su liderazgo. A pesar de los desafíos legales y las críticas, Trump sigue siendo un favorito claro. La batalla dentro del partido no sólo será por la nominación, sino por el alma del GOP y la dirección que tomará en los próximos años. En este juego político en constante cambio, Trump y su influencia parece perdurar más allá de su mandato presidencial.