Amistad, comunidad y vínculos intergeneracionales

Club de la Porota

Amistad, comunidad y vínculos intergeneracionales

Hace tiempo que la neurociencia y las personas expertas en bienestar advierten que es muy importante sostener, a lo largo de la vida, los vínculos sociales. Vincularnos con los demás es una de las tantas maneras que tenemos de abrirnos a nosotros mismos. Las personas somos una verdadera caja de pandora, nuestras posibilidades creativas son infinitas, sólo que a veces lo olvidamos. Y, en esos olvidos, queda atorada la flexibilidad, se estancan los nuevos descubrimientos, la posibilidad de conocernos y reconocernos en nuevos escenarios. La longevidad y/o prolongación de la expectativa de vida nos están invitando a cambiar la vista del punto, a hackear nuestras creencias, a ser creativos. Para ser creativos no tenemos que hacer grandes cursos, ni pagar por nuevos conocimientos, simplemente tenemos que abrirnos a los demás. Y cuando digo abrirnos a los demás, incluye a los que no piensan como yo, ni hacen, ni viven como yo.

Mañana, 20 de julio, se conmemora una de las fechas más lindas del calendario de efemérides: El día de la amistad.

Posemos la lupa en las zonas azules

Las zonas azules son aquellos lugares del mundo donde viven las comunidades con mayor cantidad de personas longevas. Una de las características que tienen en común es que la vida en comunidad no se pone en duda. Todas las personas están incorporadas a la vida en comunidad, sin forzamientos o exclusiones.

¿Qué ideas, pensamientos, representaciones consolidan, refuerzan y fortalecen estas comunidades?, ¿cuáles son las creencias que de alguna manera están hackeando para comprender que la edad no es un límite para vinculamos con los demás? No reparemos en la falta, en lo que hacemos o dejamos de hacer en Córdoba, en Argentina, donde sea que estés. Simplemente miremos sin juicios. Quizá debamos observar boca abajo, con las piernas en la cabeza o con la cabeza en los pies. Sacudir los límites que encorsetan la libertad de definir los vínculos por fuera de los sesgos. ¿Y si nos hacemos preguntas que nos propongan inventar palabras para gestar nuevas formas de vincularnos? Por ejemplo: ¿Es posible la amistad entre una persona de 20 y una de 80? ¿Qué pasaría si tu hijo, nieta, o persona joven de tu entorno te cuenta que tiene un amigo, una amiga de 70? ¿Qué pensarías, qué dirías, qué creencias emergen inmediatamente después de leer estas preguntas? ¿Es posible la amistad entre una persona de 90 con otra de 40? ¿Qué estereotipos se activan cuando pensamos en un hombre de 80 con una amiga mujer de 50? ¿qué otras categorías podemos crear o aceptar que no sean las de: “es la abuela que nunca tuve”, “es el nieto que me encantaría tener”, “es un viejo verde, podría ser su nieto, nieta”, “más que una amiga es una tía”, “la vieja sabia del grupo”, “el viejo copado”?

¿Por qué no admitir la categoría de amigos, amigas en el marco de un mundo cada vez más intergeneracional? ¿Cómo configurar amistades que no se sitúen en roles filiales atravesados por juicios que nos alejan del encuentro con los demás?

Una vez que atravesamos el umbral de la deconstrucción sobre estas categorías (ya pensarlas es todo un avance) hay que inventar algunos nuevos modos de vincularnos con amigos, amigas de otras edades. Por ejemplo, yo soy una persona muy abrazadora, me ha pasado de estar en círculos de amistades mayores donde he limitado mis abrazos por temor (obvio, el miedo allí, cuán celador) a que la otra persona lo interprete como una actitud infantilizante o tutelar ¡Tanto que promovemos el trato sin viejismos! Al verme en esa situación me pregunté ¿cómo ser amiga de una persona 20, 30, 40 años mayor o 20, 25 años menor sin sesgos edadistas?

Vos podés ensayar tu escenario. Te comparto el mío. Para dialogar con mis miedos enumeré las premisas desde las cuales parto para vincularme con los demás. Ellas, responden a quien soy. Saberme fiel a cada una me da libertad, puedo sentir que me expando y que lo que ofrezco es coherente con lo que soy. Yo ofrezco y el otro toma lo que puede y quiere. Punto. Exhibo aquí mis acuerdos previos conmigo misma. A lo mejor les resuenan, pueden desecharlos o tomarlos prestados. Eso ya no depende de mí ¡Aquí van!

Podría seguir enumerando, parezco sencilla pero soy una persona y las personas somos complejamente apasionantes. Mañana es 20 de julio, día de la amistad. Un día para pensarnos como amigos y amigas, para hackear estereotipos y abrirnos a nuevas posibilidades. Estamos invitados a redefinir las palabras, a inventar nuevas maneras de abrazarlas. A preguntarnos ¿por qué creemos que más que una amiga podría ser mi abuela; que más que un amigo podría ser mi hijo?

Todos sabemos cómo ser amigos. A lo mejor lo olvidaste. La pregunta que destraba el olvido es ¿cómo me gusta que me traten?. La respuesta está en “salir” al encuentro de los demás, tratando al otro como me gustaría ser tratado. Entiendan salir como sinónimo de llamar, mandar un mensaje, enviar un regalo o lo que se les ocurra que exprese eso que sienten y necesitan para ser vistos y reconocidos; para poder seguir contribuyendo a una vida en comunidad.

“La amistad no necesita frecuencia” dijo Borges en una de sus últimas entrevistas. Yo le agrego: que tampoco necesita de edades, ni de requisitos, sino más bien de creatividad para salir al encuentro.

¡FELIZ DÍA QUERIDA COMUNIDAD DE EL CLUB DE LA POROTA! Gracias por ser espejo de la amistad que siempre quise, ese otro cuero que me define. En palabras de Atahualpa: “Un amigo es uno mismo con otro cuero”. ¡A celebrarnos! La excusa es buena.

Por Sol Rodríguez Maiztegui, creadora de esta comunidad. Gerontóloga, comunicadora y amiga.

 

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