Todavía soñamos y tips para entramarnos

En esta edición un escrito con un deseo de parte de Vicente Capuano y un par de consejos para las mesas de las fiestas.

tips

Vicente y su lugar en el mundo: Todavía soñamos

Estoy en el patio de mi casa. Hay un cielo generoso, una brisa que trae olor a planta regada, y ese pequeño milagro cotidiano: la naturaleza sigue haciendo lo suyo. A unos metros, una pantalla me devuelve el otro paisaje: el mundo en modo noticiero. Guerras, amenazas, números, declaraciones, mapas. Y en el mismo scroll, fútbol: goles, polémicas, camisetas, emociones. Todo mezclado en el mismo pulso. Y de pronto me asalta una pregunta que no me deja tranquilo: ¿cuándo empezamos a convivir con lo intolerable como si fuera parte del decorado?

No lo pregunto desde la desesperanza. Lo pregunto porque me importa el rumbo. Porque siento que atravesamos años que nos cambiaron la piel: la pandemia nos dejó cansancio, desconfianza, urgencias, una vida más virtual y, a veces, más solitaria. Aprendimos a reunirnos por pantallas, a producir y consumir información sin pausa, a sentir que “estamos” sin estar del todo. Y en ese movimiento ganamos eficiencia, sí, pero perdimos una joya antigua: la conversación lenta, el diálogo que piensa, el intercambio que nos hace humanos. Extraño ese modo socrático de mirar el mundo con otros, haciéndonos preguntas que no buscan ganar, sino comprender.

También veo crecer una idea peligrosa, que se disfraza de fortaleza: el individualismo como religión de la autosuficiencia. “Yo me arreglo”, “yo puedo”, “yo no necesito”. Pero la vida —cuando se complica, cuando envejecemos, cuando cuidamos, cuando nos duele algo, cuando nos caemos— nos recuerda que somos interdependientes. No hay humanidad sin trama. No hay futuro sin comunidad. Y si algo vale la pena defender, es esa red que no se ve y sostiene todo.

A veces, frente a tanta complejidad, uno se pregunta qué puede hacer. Y ahí vuelvo a lo simple, a lo esencial: todavía creo en el poder de un pizarrón y una tiza. Todavía creo en la educación, en la palabra, en el encuentro. Todavía creo en quienes enseñan y aprenden como acto de resistencia amorosa. No es poco. Es muchísimo.

Por eso, en este fin de año, me permito un deseo con contenido: sueños de paz. Paz no solo como silencio de cañones, sino como igualdad, justicia, salud y educación para todos. Paz como proyecto compartido. Porque, al final, así será… dependiendo, en gran medida, de lo que hagamos cada uno de nosotros.
Y sí: todavía cantamos. Todavía pedimos. Todavía soñamos. Todavía esperamos.

Vicente Capuano Especial para El Club de la Porota

Fiestas y comunidad. Tips para entramarnos

En estas fechas solemos poner toda la luz en “lo grande”: la mesa, la foto, el brindis, el cierre de año. Pero lo que de verdad sostiene la vida (y los vínculos) casi nunca sale en la foto: el saludo cotidiano, la paciencia con quien llega sensible, la mirada que se da cuenta, la conversación de pasillo con alguien desbordado, los detalles silenciosos que hacen de puente.

Por eso, si estas fiestas te encuentran con ganas de estar mejor (#encomunidad), acá van algunos tips #ModoPorota para seguir entramados, en especial cuando la mesa viene con mezcla de emociones. Empezá por un gesto. Una mirada que reconoce, una palabra que cuida, un “¿cómo estás de verdad?” sin apuro.

Nuestra comunidad, nuestra membresía

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