Pics modernas

Por Darío Sandrone

Pics modernas

Miro, luego existo

La habitación oscura es un antiguo dispositivo, predecesor de la cámara fotográfica, que llamó la atención de Descartes. En “La Dioptrique” (1637), el filósofo francés lo describió de esta manera: “Si se cierra completamente un espacio, excepto por un solo agujero, y se pone una lente de vidrio frente al agujero, y detrás de eso, a alguna distancia, se pone una tela blanca, entonces la luz proveniente de los objetos externos forma imágenes sobre la tela.” Por ejemplo, si, fuera de la habitación, junto al pequeño agujero en la pared, una vaca se encuentra pastando, en la tela colgada en la pared opuesta, dentro de la habitación oscura, se refleja más o menos la figura de la vaca.

El dispositivo impresionó tanto a Descartes, que comenzó a trabajar en una analogía entre la habitación oscura y el ser humano: “la pared representa el ojo: el agujero, la pupila; la lente, el humor cristalino”. La tela blanca en el interior de la habitación equivaldría, según la metáfora cartesiana, a la mente humana, en la cual se representa lo que los sentidos captan del mundo externo. Lo que se conoce como el “sujeto cartesiano” sería aquella parte de nosotros que observa la imagen proyectada en la tela, y elabora conclusiones sobre el mundo externo a partir de esa observación.

Con esta comparación, Descartes inauguró la filosofía moderna a través del problema de la re-presentación del mundo externo, dado que, si aceptamos el principio de la comparación, el sujeto no puede acceder a lo que sucede afuera de su cuerpo, sino solo a esa esquemática y deficiente representación que éste proyecta hacia sus adentros. Pero, ¿qué pasa si los sentidos me engañan (la lente en la pared proyecta una imagen distorsionada)? Peor aún, ¿qué pasa si lo que creo que estoy viviendo, en realidad es un sueño, o un producto de mi imaginación (la representación en la habitación no se condice con nada fuera de ella)? Lo único que podía asegurar, pensaba Descartes, es que alguien al interior de la habitación está dudando sobre lo que ve en el fondo de la habitación oscura, y si alguien duda, alguien está pensando allí dentro, luego, ese alguien, aunque tenga un montón de representaciones falsas del mundo, ese alguien existe.

Le Gras

Ya en 1826 un litógrafo francés, llamado Joseph-Nicéphore Niépce, diseñó y construyó una pequeña cámara oscura de madera, una suerte de habitación oscura pequeña y portátil, sólo que, en lugar de una tela, en su interior añadió una lámina metálica hecha de peltre (aleación de cinc, plomo y estaño). Una vez preparada, puso la cámara junto a una de las ventanas de la finca familiar (conocida como Le Gras) durante ocho horas. La luz del sol que se reflejaba en los techos ingresó por el orificio de la cámara durante todo ese tiempo, quemando el metal de la lámina, y oscureciendo los sectores en los que incidía. Al retirarla, Niépce pudo ver, en blanco y negro, una imagen bastante fiel de los techos de la casa. Había encontrado la manera de retener la representación, de fijarla en un registro material. Actualmente aquella lámina, que se considera la primera fotografía de la historia, se conserva en la Universidad de Texas, en Estados Unidos, bajo el nombre de “Punto de vista desde la ventana en Le Gras”.

La historia de la fotografía es, de alguna manera, la historia de las transformaciones de esa lámina, que luego fue de bromuro de plata, y luego de una película fotosensible, como las que portaron las cámaras analógicas hasta finales del siglo XX, y que se revelaba posteriormente mediante un proceso químico.

Digitalidad y realidad

Todas esas cámaras analógicas poseían un rasgo que heredaron de la cámara de Niépce: la indicialidad. Este término proviene de la teoría lingüística de Charles Peirce, y se refiere a la característica que tiene un signo, o representación, cuando posee una conexión existencial, material o espacial con el objeto representado. Los agujeros en una chapa nos “indica” unos balazos, porque las balas son cilíndricas como los agujeros; la veleta apuntando al norte nos “indica” que el viento se dirige hacia ese punto cardinal, porque su posición está conectada físicamente con ese flujo de aire; la huella de un zapato en el piso nos “indica” que alguien caminó allí porque se parece al zapato. La imagen de la lámina de Niepse nos “indica” que así son los techos de su casa, porque las quemaduras en el metal nos refieren a la luz del sol reflejada que impactó allí. En términos del teórico del cine André Bazin: “hay una transferencia de realidad de la cosa a su reproducción”.

Es exactamente ese rasgo el que desaparece con la aparición de la fotografía digital. Es cierto que la cámara digital también es una pequeña cámara oscura, solo que junto a la lente hay un sensor electrónico fotosensible que captura la luz. Luego, debido al fenómeno fotoeléctrico, los circuitos de la cámara pueden transformar esa luz en impulsos eléctricos. Incluso, hasta allí, uno podría afirmar que la indicialidad permanece, que la “transferencia de realidad” continúa por vía física de la luz a la electricidad. Sin embargo, esas señales eléctricas son codificadas en una serie que se puede representar con símbolos, una hilera de unos (1) y ceros (0) que se almacena en la memoria digital de la cámara, pero que también se puede transmitir por cable o aire. Pero no hay nada de la luz que permanezca en ese código, o que haya incidido en él como en una placa de metal o en un film.

No posee indicialidad, y, sin embargo, ese código contiene ahora la imagen. Mejor dicho: es la imagen. En otras palabras, se rompe la continuidad física entre el mundo y su representación, la cual ya no se refleja en una lámina dentro de la cámara, sino que ahora es un código que habita el ciberespacio y allí se puede intervenir, modificar, y transformar con distintos softwares que, entre otras cosas, hacen las delicias de los usuarios de “photoshops” y filtros en las redes sociales.

Frente a eso, cabe preguntarnos: ¿en qué sentido las imágenes digitales son “representativas” del mundo?, ¿qué cambios en las coordenadas de lo real y lo imaginario se producen en la era digital? Más aún: ¿si la habitación oscura fue el dispositivo que inspiró al sujeto de la Modernidad, qué sujeto está pariendo la cámara digital?

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