Severance: la casa sin trabajo y el trabajo sin casa

Por Darío Sandrone

Severance: la casa sin trabajo y el trabajo sin casa

Sobre “dentris” y “fueris”

Severance es una serie de ciencia ficción estadounidense dirigida por Ben Stiller, que se estrenó en febrero de este año en la plataforma de streaming Apple TV+. La trama se centra en los trabajadores de una empresa, Lumon Industries, que ha desarrollado una tecnología para intervenir en la memoria de sus empleados. Al ingresar a la empresa se les inserta un chip en el cerebro que separa sus recuerdos laborales de sus recuerdos personales. Cada nuevo empleado tomado por la firma graba un video en el que dice mirando a cámara: “Acepto que no podré acceder a mis recuerdos externos mientras esté en la planta de Lumon, ni retener recuerdos laborales a mi salida. Soy consciente de que esta alteración es completa e irreversible. Hago esta declaración libremente”. En su primer día de trabajo, el empleado despierta en el edificio donde está su puesto de trabajo sin saber quién es y qué hace ahí. La desorientación es total en los primeros minutos, hasta que un supervisor le muestra el video. Aún perplejo, entendiendo mínimamente la situación, comienza a trabajar. Cada día, al ingresar a la planta, en el ascensor, se activa el chip que bloquea todos los recuerdos que el empleado posee de su vida fuera de la empresa: su infancia, sus amigos, su hogar, su pareja, sus preferencias, sus viajes. Nada de eso existe para el “innie” (que podríamos traducir como “dentri”), esta nueva conciencia, su “yo trabajador”, que nació en la empresa y solo existe allí. En su cerebro solo existen sus compañeros, sus jefes, sus obligaciones, el funcionamiento de la empresa, las tareas realizadas y las pendientes. Su vida emocional está dominada por las frustraciones y los deseos laborales. Luego de las ocho horas, al subir el mismo ascensor y salir de la planta, el empleado se olvida de todo esto y se activa su “outie” (que podríamos traducir como “fueri”), es decir el “yo persona”.

Escisión

Severance podría traducirse como escisión. La persona deja de ser uno para convertirse en dos: el “dentri” y el “fueri”, que no se conocen y permanecen incomunicados. Los ascensores cuentan con “detectores de código” que, como le explican a una nueva empleada, “son similares a los detectores de metales pero de letras y números”, de manera que el “dentri” no puede enviarle un mensaje a su “fueri”, o viceversa. Los “dentris” no saben dónde ni cómo viven cuando no están trabajando en Lumon. Podrían ser muy pobres o muy ricos; podrían tener familia y amigos, o ser seres solitarios; podrían ser saludables o tener alguna enfermedad; podrían tener angustias inmensas o tener vidas maravillosas y tranquilas. Un juego muy común en la empresa, entre los “dentris”, es tratar de inferir cómo son sus “fueris” en base a algunos rasgos físicos, como los cortes de cabello o el aspecto de su piel. “Me gusta fantasear que mi fueri vive en un barco”, comenta uno de los empleados. Los “fueris”, por su parte, tampoco saben qué trabajo realizan ni quienes son sus compañeros laborales. La empresa escalona las entradas y las salidas para que no se crucen en la puerta y no puedan saber afuera que trabajan juntos adentro. Los compañeros de trabajo podrían ser vecinos, familiares, amantes o enemigos mortales. Para algunos, eso es un alivio y un motivo para trabajar ahí. Mark, el protagonista, es un ejemplo. Acepta este trabajo para olvidar durante ocho horas diarias la trágica desaparición de su esposa. “Las cosas con la muerte pasan fuera de aquí, aquí están a salvo de eso, y es motivo para agradecerle a Lumon” le recuerda un supervisor. Es cierto que el olvido puede ser un alivio en relación al pasado, pero, a la vez, en otro sentido, puede convertirse en un límite insoportable para el futuro, como cuando Mark conoce y se enamora de una compañera del trabajo, relación que no puede expandir ni explorar fuera de las paredes de la empresa. Ese límite trágico, no obstante, solo es conocido por su “dentri”, su “fueri” lo ignora. ¿Cómo decírselo?

Alienación

Si la alienación laboral suele definirse, en términos generales, como la afectación o la pérdida de la identidad personal de un sujeto por culpa del trabajo, Severance plantea un escenario futurista distópico donde esa alienación se produce por vía tecnológica. La vida en el trabajo se autonomiza con respecto a la vida fuera de él. Se convierte en una vida aparte, independiente. Para los “dentris”, de hecho, es la única vida que existe. “Ya que esta versión perceptiva de ti solo existe en Lumon, renunciar sería el final de tu vida, tal como la conoces ahora”, le dice un empleado a una compañera que está pensando en renunciar. En esa vida, el tiempo solo es el tiempo transcurrido en el trabajo. Las noches y los fines de semana no existen para los “dentris”. Las jornadas se suceden en un continuo sin separación, y, si uno no está atento, los días, similares entre sí, se confunden. «¿Ya es mañana?» Le pregunta una empleada a su compañero. «Sí, es más, creo que es lunes», responde este.

El rasgo más determinante de esa alienación es la pérdida del sentido del trabajo. Parte de la motivación de cumplir una tarea que nada nos aporta, y, en el peor de los casos, nos daña, es traer a la mente las circunstancias extralaborales en las que nos queremos realizar, los bienes que queremos adquirir, las experiencias que queremos disfrutar afuera, para lo cual uno acepta cierto sacrificio adentro. Pero el empleado de Lumon ignora completamente esas circunstancias externas. Solo puede confiar que su “fueri” sabía lo que hacía cuando solicitó ese trabajo. Pero el “dentri” no existía aún en ese momento. ¿Qué pasa si está disconforme? Según las leyes laborales que rigen en la sociedad en la que transcurre la historia, solo el “fueri” (el ciudadano) puede solicitar la renuncia. El “dentri”, el trabajador, no tiene derecho. Peor aún, no puede conectarse con su “fueri”, cuando es precisamente en la negociación entre el “dentri” y el “fueri” donde se evalúa si el trabajo tiene sentido, si es conveniente. Pero escindidos, incomunicados, el sujeto pierde poder frente a la empresa. Una lectura posible de esta serie es que presenta un mundo laboral sin política. Es justamente la política (gremios, sindicatos, legislaciones, protestas, etc.) la que suele poner en conflicto el adentro con el afuera, discutiendo con las condiciones laborales y el recibo de sueldo en una mano, y con el ticket del supermercado y los derechos sociales en la otra. Severance es el sueño del capital: un trabajador sin afuera, sin vida, un autómata; al otro lado de los muros, un ciudadano sin conciencia ni conocimiento de su lugar como trabajador. Contra eso lucha, en la trama de la serie, el “Colectivo mente unida”, una agrupación política que rechaza el protocolo de Lumon porque “la escisión priva al trabajador de su autogobierno moral”. Ver Severance es una buena oportunidad para pensar en el trabajo de una forma que nunca lo habíamos hecho, o, tal vez, de la forma que siempre lo habíamos hecho, pero ahora a través de una ¿ficción?

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