Pablo Giordano y el arte de asustar

Pablo Giordano y el arte de asustar

A veces hay una delgada línea entre lo real y lo imaginario, solo tenés que animarte a cruzarla”. Es el señuelo que los lectores encontramos en la contratapa de enserio”, libro de cuentos inquietantes para chiques, del escritor cordobés Pablo Giordano. La obra viene con ilustraciones de Marcelo Mosqueira, y la factura del libro es cuidadosamente bella, como todo lo que realiza Ediciones de la Terraza, que dirigen Barbi Couto y Mauricio Micheloud.

El primero en cruzar esa delgada línea de lo real y lo imaginario, es el escritor varillense Pablo Giordano. Como sabemos, la literatura infantil goza en los últimos años del beneplácito del mercado editorial. Córdoba, es uno de los lugares importantes de producción y de edición y cuenta con nombres relevantes y de interés mundial, entre los que podemos encontrar a María Teresa Andruetto, Graciela Bialet, Perla Suez, Laura Escudero, y Lilia Lardone, entre muchos otros escritores. Pero también es justo decir que en el importante crecimiento editorial de la literatura infanto-juvenil, han aparecido un sinnúmero de recién llegados y oportunistas, en cuyas páginas se dieron cita la ñoñez”, el infantilismo y el moralejismo literario. Obviamente, no es el caso de Giordano, que desde su ciudad natal viene transitando diversos caminos, como la poesía y la novela, y en todos ellos ofrece originalidad y buen gusto, con un marcado toque de provocación.
Giordano se anima cruzar la delgada línea y ofrece cinco cuentos muy breves, pero de una intensidad asombrosa. Desde una frazada que tiene vida propia y quiere matar a su dueña, hasta una inquietante hermanita muerta alojada en un sótano que viene a visitarnos. Las clasificaciones no interesan tanto, pero digamos que hay condimentos de la literatura de terror, del fantástico, de lo maravilloso y de lo extraño.

Pero lo que vuelve por demás interesante este libro tiene que ver con el tratamiento de temáticas clásicas del género de lo inquietante, en una atmósfera que se aloja en nuestro espacio cotidiano argentino-cordobés. El sótano de la hermanita muerta no pertenece a ningún castillo ni palacio idealizado, y puede referirse a una casona vieja de barrio Alberdi o a una antigua casa de alguna ciudad de la pampa gringa, o a Traslasierra. La metamorfosis del hijo de Roberto se manifiesta cuando empieza a jugar al GTA con la Play Station… y así.

Ahora bien, esta vinculación de lo clásico del género con la atmósfera actual, no está realizado de manera artificial, hay naturalidad en la escritura y eso es lo que lo vuelve un buen libro para chicos y grandes. Respecto a cierta pusilanimidad y timidez en el arte de asustar a los niños sin traumarlos creo que los cuentos de Giordano logran ese estremecimiento físico que los grandes alguna vez sentimos cuando, de chicos, leíamos a Poe o a Horacio Quiroga.

Trabajar con el miedo, requiere una responsabilidad enorme. En este sentido es difícil y complejo encontrar un equilibrio entre la puerilidad y la desmesura.

Pero hay otro aspecto interesante de este libro y tiene que ver con su autor y con el lugar que le damos a los escritores del interior. Recurro a la analogía con su propio relato, esa hermanita muerta que sale del sótano por las noches y nos asusta y obviamente está más viva que muerta. Creo que Giordano, como muchos otros escritores del interior cordobés (Pienso en Marcelo Dughetti, Mabel Reyes Machado, Alejandro Nicotra, Antonio Tello, etc.) todavía no tienen la visibilidad que merecen, y salen como la hermanita muerta a asustarnos por la noche, a pedirnos algo, a contarnos su historia. Son escritores y escritoras que han elegido quedarse en sus lugares. En muchas ocasiones, lejos del jet set” literario, el cóctel de fantasía y la aparición en el matutino más comprado. Lo que muchas veces se crítica respecto de la city porteña, la falta de federalismo, la centralización de Buenos Aires, es lo que Córdoba capital repite con sus hermanitas menores del interior, que están ahí, encerradas en el sótano de la Córdoba profunda.

Pero hay que tener cuidado. Esos muertos no están muertos. Más vivos que nunca pueden comenzar a salir por la noche y asustarnos, incluso reclamarnos y generarnos culpa. Los quiero mucho y no sé por qué me hacen esto, y desde que les dijiste que me viste salir del sótano cerraron la puerta para siempre. ¿Es para siempre?”, dice y se pregunta la chica del sótano del cuento de Giordano. El interior cordobés ha dado innumerables y buenos escritores a la literatura argentina. Citemos al menos dos clásicos: Hilario Ascasubi, de Bell Ville, y Leopoldo Lugones, de Villa de María de Río Seco (uno del norte y el otro del sur).

Excelente apuesta editorial, la de Ediciones de la Terraza, que se anima a abrir la puerta del sótano para que salgan los fantasmas que más vivos que nunca tal vez escriban mejor que los que vivimos en la metrópoli.

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