Córdoba es una provincia mediterránea, sin embargo, no son pocas las alusiones que encontramos al mar. Algunos, a partir de un faro de cemento emplazado en el corazón de la capital proponen una cuestión, no solo inusitada, sino también inútil; pero otros, como Darío Falconi, ofrecen desde Villa María una editorial, y esto resulta más interesante.
Se trata de Mascarón de proa”, una editorial exclusivamente de poesía, que nace y se desarrolla desde la pampa gringa. Falconi ya tiene una extensa trayectoria como editor. El mensú” es su editorial más antigua, y lleva ya más de 300 títulos; asimismo, dirige, con Virginia Ventura, Apócrifa”, otro sello editorial que se las trae.
La poesía tiene un lugar privilegiado para el editor. Este año acaba de salir, en El mensú”, un libro-cofre de la poeta Silvina Anguinetti. Son tres libritos perfectamente diseñados, que van en una caja de factura discreta y delicada. Del tamaño de una caja de CD, los libros de Anguinetti dan una acabada muestra de lo que es capaz de hacer Falconi con la poesía.
Mascarón de proa” es, tal vez, su trabajo más personal. Y si bien no encontramos la factura del libro-objeto”, vemos un estilo pensado y cuidado, que distingue a la colección y la sitúa al lado de las cuidadas ediciones que otrora realizaba Oscar Roqué Garzón, con su Editorial El Copista. Los libros son todos de tamaño clásico, con una portada a todo color con motivos figurativos. La primera hoja, llamada de respeto”, suele ser de color y en sintonía con la coloración de tapa. La fuente que utiliza es generosa, y los poemas resaltan de manera armónica en cada página. Pero esto no es lo más importante. Porque, si bien hay un diseño hiper cuidado de la colección, lo que hay que decir es que también hay un catálogo, todavía breve pero que viene creciendo, y es un catálogo pensado.
Por un lado, el lector va a encontrarse con poetas cordobeses, como Marcelo Dughetti, Lily Chavez o Gustavo Borga; por otro lado, existe también un tentáculo que se alarga hasta otras provincias y latitudes. Así, aparece Enrique Solinas, de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires; Valeria Pariso, de la provincia de Buenos Aires; Gustavo Tisocco, de Corrientes; Álvaro Poe Olmedo, de San Juan; Ana María Mayol, de La pampa; Claudia Tejeda, de Alta Gracia, y muchos nombres más.
El mascarón de proa no era otra cosa que una figura decorativa, generalmente una talla de madera adosada a la parte de arriba del tajamar en una embarcación. El poeta Neruda y el pintor Benito Quinquela Martín coleccionaron mascarones de proa. En esa pequeña escultura de madera uno puede imaginar la concentración de vientos y el choque de las olas. Pero esos mascarones que uno puede vislumbrar en los museos se están quietos, han detenido definitivamente su itinerario, y aún más: han sido arrancados de la embarcación, amputados, como un miembro inútil aunque bello.
Entre los campos de soja que inundan la pampa cordobesa, un mascarón de proa navega por el verde, entre el viento y el sol. No está cercenado. No está roto, ni pertenece a una imagen de museo. El mascarón de proa del que les hablo es una editorial que tiene como capitán del navío a Darío Falconi. La empresa cultural cordobesa nació allá por 2017, como una colección de Editorial El Mensú, pero luego, el mascarón quiso independizarse y ya navega solo. El barco va contra viento y marea en medio de la pampa sojera, porque los recursos son escasos y todo es a pulmón, sin embargo, la embarcación se abre paso y va dejando huellas. La belleza es nuestro norte”, dice Falconi y podemos constatar allí una verdad.
Desde el interior del interior, una editorial decidió apostar en exclusividad por la poesía y lo viene haciendo sostenida y eficazmente. Y otro asombro que se puede encontrar es la relación precio-calidad: los libros son muy accesibles, sobre todo en estos tiempos de pandemia. En las novedades de este mes ya leemos que hay nuevas reimpresiones de libros como No sabrías escribir mi nombre”, del poeta villamariense Marcelo Dughetti; y Entre ventanas”, del correntino Gustavo Tisocco.
Para el universo poético, Mascarón de proa” no puede ser sino una excelente noticia. Tanto para los lectores de poesía como para los poetas que deseen publicar allí.
La embarcación, si bien es dirigida por un capitán editorial, abre juego y es compartida por fotógrafos, ilustradores y contratapistas de excelencia, como Silvia Barei, Sebastián Pons o Lucía Carmona, entre otros.
Vale la pena ponerse el chaleco salvavidas y subirse a dar una vuelta por la poesía argentina en este barco villamariense.