El último Premio Literario Provincia de Córdoba, género novela, recayó en un autor cordobés Daniel López, nacido en Las Higueras.
El “Provincia de Córdoba” es un premio que lleva ya muchos años: lo otorga la Subdirección de Letras y Bibliotecas de la Agencia Córdoba Cultura. El galardón cuenta con una suma en metálico y la publicación de la obra. El pasado año, el jurado estuvo compuesto por Marcelo Casarín, Micaela van Muylem y Andrea Guiu, todos ellos escritores prestigiosos, de reconocida trayectoria en nuestra provincia.
La novela de Daniel López podríamos inscribirla dentro del género negro y policial. Entendemos por “negro” a aquella narrativa que tuvo su origen en los años 20 en Estados Unidos, a partir de autores como Raymond Chandler y Dashiell Hammett, entre otros. Particularmente, los críticos acuerdan que “Cosecha roja”, la novela de Hammett, publicada en 1929 en años de la ley seca, es la que da inicio al género.
Este aspecto nodal del género negro, que tiene su cronotopía en los años 20 estadounidenses, posee un vínculo con el pasado y con el futuro. Hacia atrás, y en lo inmediato en el tiempo, podemos localizar el cuento policial decimonónico, del que Chesterton y Poe fueron precursores. Es preciso decir, que siempre existió el relato o novela sobre el crimen, desde los tiempos bíblicos si se quiere, pero es en el siglo XIX en donde hay una cristalización, un canon bastante definido que, luego, se rompe y se transforma con la emergencia de la novela negra norteamericana.
Ahora bien, esa novela negra (que influye directamente en los lectores y escritores latinoamericanos) también se transforma, y, si bien existen continuidades, hay a su vez discontinuidades y características propias. En este sentido, podemos hablar de un “genero negro latinoamericano”, cuya relación con el poder y el dinero es muy diferente de la existente en el país del norte.
Como puede observar el lector, hemos hecho un breve y apretado resumen de la historia del género, no con fines eruditos sino para enmarcar “El combustible necesario” en esa gran trayectoria del género negro. Hay una característica más que -creo- es preciso detallar, y tiene que ver con el lugar, tanto del escritor como de la novela.
La historia transcurre en una pequeña ciudad. Lo que comúnmente llamamos “el interior del interior” y esto genera un desplazamiento importante. Evidentemente no es la única novela que se escribe desde el “pago chico”, ni la única que describe y relata a partir de las vicisitudes de un pueblo de provincia. Pero convengamos que, generalmente, este tipo de narrativa negro-policial se ha visibilizado desde y sobre las grandes metrópolis, en nuestro caso, Buenos Aires. López, al contar desde y sobre una pequeña porción del interior del interior, genera un entramado sumamente interesante, en donde lo urbano queda de lado y las intrigas pueblerinas se vuelven peligrosas.
El viejo refrán de “pueblo chico, infierno grande”, conforme va uno avanzando en la novela adquiere una absoluta pertinencia. La corrupción política, la trata, el crimen, es mucho más difícil de ocultar en un lugar en donde todos se conocen.
También para el escritor, si llegado el caso tratara sobre acontecimientos -al menos- parcialmente reales, confiere cierto compromiso, sino peligroso, al menos molesto. Recordemos que el género negro, en muchos casos vino a reemplazar lo que en el siglo XIX era el realismo social: es decir, da cuentas de la situación sociopolítica de una comunidad. Nato López se encuentra en la misma línea, por eso, de María Inés Krimer; Fernando López, originario de San Francisco; y también de la riojana Cecilia Pagani, que, con su libro “Interiores”, recibió este mismo Premio Provincia de Córdoba, que tiene carácter nacional, en una edición anterior.
Si nos adentramos en la novela, quisiera destacar ante todo un aspecto formal, que, si bien muchos otros escritores han comenzado a utilizar, no resulta tan común en nuestra provincia. López, incorpora diálogos de “chat” en varios capítulos, reemplazando de este modo al dialogo clásico de guiones. Por momentos y al principio puede costar en la lectura, ver esos signos de WhatsApp que nos introducen en la intimidad de los diálogos por celular, pero que ya son parte habitual de lo cotidiano y hacen aún más creíble y verosímil las historias.
Entre los personajes de la novela, que sería muy largo detallar en este comentario, a modo indicativo subrayo ese gran personaje que es Palandri. Mezcla atractiva de villano y víctima, con rasgos definidos, ya sea en su aspecto físico como en su carácter psicológico.
Gran novela del escritor cordobés que, desde el interior provincial, viene desarrollando una narrativa de grueso calibre. Escritor también consciente (como se puede leer en la irónica contratapa) de la invisibilización permanente que hace la metrópolis de la escritura realizada allende la gran urbe.
“El combustible necesario” ya forma parte de la “novela negra cordobesa”, y es bueno celebrarlo.