Cuando el 7 de septiembre comenzó el juicio por el crimen de Valentino Blas Correas pocos se imaginaban que se extendería más allá de lo previsto. Según el cronograma tentativo fijado por la Cámara Octava, el veredicto se podía llegar a conocer el pasado viernes 25 de noviembre, algo que quedó totalmente rebasado ya que aún resta escuchar a alrededor de veinte testigos, más los alegatos y el cierre. Así, podríamos decir que, a la fecha, apenas se superó la mitad del proceso. De hecho, el Tribunal confirmó la continuidad para febrero y marzo de 2023, es decir que el veredicto se escuchará muy cerca de la probable fecha para las elecciones provinciales a gobernador, vice y cargos legislativos.
En lo que respecta al homicidio y a la cadena de encubrimiento, podríamos decir que la prueba más significativa ya fue incorporada, incluso con los testimonios de los mayores responsables de la Policía y del Ministerio de Seguridad, allá por el 6 de agosto de 2020 cuando ocurrió este gatillo fácil. En tal sentido, provocó asombro la poca memoria y la falta de precisiones del ex jefe de la Fuerza, Gustavo Vélez, a quien se lo vio timorato y poco determinativo. Evidentemente, cuando eligieron a Vélez como jefe del Grupo Eter y luego de la Policía, no fue por sus virtudes en la comunicación. Parecido resultó el testimonio de quien era subsecretario de Seguridad, Lucas Mezzano, quien se limitó a «tirarla a la tribuna» y decir que todo lo que hizo -sus diálogos y reuniones con el comisario retirado Gonzalo Cumplido- fueron por indicaciones de Alfonso Mosquera.
De hecho, estas pobres declaraciones marcaron un contraste con el sólido testimonio del ex ministro Mosquera, quien al cabo de seis horas respondió todas las consultas, y hasta se despidió disculpándose y saludando a los padres y al hermano de Blas. Seguramente, en los alegatos los fiscales López Villagra e Hidalgo pedirán ampliar la investigación a otros policías por la posible omisión de deberes de funcionario público. Pero, desde ya, y si alguien había imaginado sacar algún rédito político con un eventual involucramiento a Mosquera, esta posibilidad quedó totalmente descartada. Como dijo uno de los abogados defensores, «Alfonso la sacó con fritas».