Claudio Salinas vivía feliz con su esposa Graciela Enríquez y sus tres hijos. A sus 64 años trabajaba y disfrutaba del ciclismo. Todo cambió el domingo 10 de septiembre de este año, cuando salió a dar una vuelta por la Circunvalación y en la zona del barrio del Chateau Carreras, llegando al mundialista Kempes, a las 8.35 aproximadamente, el médico Manuel Alberto García lo chocó en el carril lento de la derecha y lo mató en el acto, levantándolo por el aire en un bestial «crimen vial» que quedó grabado en una filmación lejana pero en la que se puede apreciar semejante atrocidad. García manejaba a alta velocidad y alcoholizado una camioneta Audi Q7.
Claudio Salinas integraba un grupo de ciclistas experimentados que andaban con todas las medidas preventivas, ya sea en la bicicleta como en la vestimenta. Una testigo que persiguió a García, quien inicialmente se dio a la fuga, dijo que «nunca había escuchado un ruido tan grande» por el impacto. García nunca frenó su auto y finalmente tuvo que parar porque el vehículo quedó dañado y así no podía seguir. Lo cierto es que apenas si fue trasladado a una dependencia policial sólo para cumplir con los trámites de rigor, pero nunca estuvo preso. Para colmo, la policía nunca le avisó a la familia sobre lo ocurrido, a pesar de tener la documentación de la víctima y los datos familiares. Así, en la búsqueda por la sospecha que algo le había ocurrido al padre uno de los hijos se topó con semejante noticia.
El fiscal que investiga el hecho, Horacio Vásquez, imputó al chocador por homicidio culposo y no debería sorprender que, cuando sea juzgado, García sólo reciba una condena de cumplimiento condicional y la prohibición de conducir por algunos años. Por lo demás, seguirá disfrutando de su vida mientras la familia de Salinas cargará con un duelo inmenso, inesperado e injusto. Una vez más, se plantea la discusión sobre el homicidio con dolo eventual, y si alguien que maneja al margen de las normativas y con alcohol en sangre no sabe que puede chocar y matar a otras personas. Como dijo la viuda, docente de matemáticas y directora de una escuela, «no podemos creer lo que nos pasó y lo que estamos viviendo. Somos gente buena y García lo mató a mi marido. Nos pasó a nosotros pero le puede pasar a cualquiera. Éramos una hermosa familia y hoy estamos destruidos».