El maldito COVID / Aunque parezca mentira

La semana que viene inicia el juicio que involucra a a la historia de Solange Musse. La historia sobre un secuestro extorsivo en una cárcel y entre presos.

El maldito COVID / Aunque parezca mentira

El maldito COVID

Jamás olvidaremos la pandemia del Covid-19 no sólo por los millones víctimas en el mundo entero, sino también por las diferentes situaciones epidemiológicas, económicas, sociales y políticas que vivimos en nuestro país, desde el mismo momento en el que la propagación del virus se volvió imparable, en medio de un desconcierto científico abrumador, y con noticias sobre muchos muertos que recibíamos desde Asia, África y Europa fundamentalmente.

Recordemos que el Gobierno Nacional de aquel momento se apoyó en las recomendaciones internacionales y en especial, en los consejos que reconocidos epidemiólogos plasmaban en decisiones a veces controvertidas, y sin ninguna vacuna a la vista en aquellos primeros meses del año 2021. En aquel contexto, en Córdoba se creó el COE (Centro de Operaciones de Emergencia), que era el que resolvía sobre lo que podíamos y no podíamos hacer. Una desgraciada situación sucedió en agosto de aquel año, con la joven Solange Musse, quien estaba internada en un nosocomio de nuestra ciudad y cursando un cuadro desesperante provocado por un cáncer de mama con metástasis. Fue en aquella circunstancia, cuando su padre Pablo residente en Neuquén decidió viajar para despedirse de ella. Sin embargo cuando llegó a Huinca Renancó, y luego de manejar casi 40 horas por Río Negro y La Pampa, no le permitieron seguir el viaje y lo obligaron a retornar a su casa escoltado por un móvil policial. Finalmente, el ex juez federal Ricardo Bustos Fierro le permitió viajar a Alta Gracia pero para lo que ya fue la sepultura de Solange. En líneas generales estos fueron los hechos que motivaron una denuncia penal contra las autoridades del COE de Huinca Renancó por presunto abuso de autoridad.

El próximo 5 de septiembre, y en los tribunales de Río Cuarto, se iniciará el juicio a Eduardo Andrada y Analía Morales. Será con jurados populares y con una duración estimada de entre cuatro y cinco audiencias. Básicamente se discutirá si el permiso de circulación que portaba Musse, y los dos tests que se había hecho, eran correctos y si los acusados se excedieron o no en la aplicación del protocolo para los casos de “fuerza mayor”. Más allá de la penosa situación, y de eventuales delitos, el caso de Solange Musse fue otra lamentable y polémica consecuencia del maldito covid.

Aunque parezca mentira

¿Alguien mínimamente en sus cabales podría creer una historia sobre un secuestro extorsivo en una cárcel y entre presos? Es verdad que situaciones similares ocurrieron durante revueltas y motines, pero resulta llamativo lo que ocurrió el sábado 29 de octubre del 2022, en horas de la siesta, en el complejo de Bouwer. El caso involucra a dos reclusos nuevamente condenados el pasado lunes en el Tribunal Federal Uno y a instancias de la acusación que llevó adelante el fiscal Maximiliano Hairabedian. Se trata de Sebastián Quiroga Brizuela, quien recibió una condena unificada con una sentencia anterior de 14 años de prisión y de Carlos Cejas, a quien le impusieron 11 años.

La víctima fue Gustavo Gamboa Argomedo, quien en aquel momento estaba mirando televisión en un sum del módulo MXI, cuando se le acercó el “Porteño o Babi” Quiroga Brizuela y lo empezó a chamuyar, y así mediante un engaño, lo llevó al interior de la celda 21 del Pabellón B4, donde lo sentó en un banquito, lo golpeó con un cuchillo, lo amenazó poniéndole el filo en la nuca y le dio un celular ordenándole que se comunique con sus familiares para que paguen un rescate para liberarlo. En ese momento ingresó Cejas a la celda y entonces se produjo una videollamada con la hermana de Gamboa Argomedo que vive en Perú. Como ella les dijo que no podía pagar por una cuestión geográfica, entonces se comunicaron con un hermano que reside en nuestra ciudad. A él le pidieron $100.000 o 50 gramos de cocaína para liberar a Gustavo sano y salvo. Mientras el hermano juntaba lo exigido, Quiroga Brizuela llamó a un sujeto no identificado (y externo a la cárcel) para que fuera a “cobrar” el rescate. Como si fuera poco, la desopilante situación se agravó aún más, cuando los imputados secuestraron a Segundo Gamboa Argomedo, hermano de Gustavo y también preso en Bouwer por narcotráfico. Finalmente el hermano libre (Eduardo), que afuera juntaba el dinero, logró reunir $20.000 que entregó al recaudador amigo de Quiroga Brizuela en la intersección de calles Rivera Indarte y La Tablada. Luego de este pago, Gustavo y Segundo Gamboa Argomedo fueron “liberados” adentro de la cárcel, aunque parezca una broma.

Sabido es que en el Penal de Bower existen “dos cárceles” bien diferentes. Una V.I.P o algo parecido, en la que están recluidos aquellos que tienen un cierto nivel profesional, económico y social, como empresarios, policías e imputados por estafas y delitos similares. Y en la otra parte de Bouwer están presos los sujetos con menos recursos y más peligrosos, muchos de los cuales siguen delinquiendo como lo hacían afuera y con un ingenio impresionante como lo demostraron con las estafas y los secuestros virtuales y el call center tumbero. Claro que ahora, y al “libro gordo” de esta cárcel, habrá que agregarle esta historia sobre un secuestro extorsivo. Que pasó de verdad, aunque parezca mentira.

 

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