El síndrome del niño sacudido

El ojo de Horus

El síndrome del niño sacudido

El síndrome del niño sacudido

Yoakim Roffé tenía sólo siete meses cuando falleció el 12 de marzo de 2021. Dos días antes, el pequeño había sido llevado a la clínica Aconcagua porque presentaba convulsiones. Inicialmente quedaron detenidos el padre Gustavo Roffé y la madre Virginia Olguín. Así podemos resumir esta tragedia que derivó en la muerte de este bebito, presuntamente víctima de maltrato infantil en la casa donde vivía, en Alta Córdoba.

Sin embargo, la investigación que llevó adelante el fiscal Pablo Camacho logró esclarecer que Virginia, la madre de 27 años, no tenía nada que ver con lo ocurrido, que había luchado mucho por poder ser mamá de Yoakim y que estaba conmocionada; y que además la pasó muy mal mientras estuvo detenida en la cárcel de Bouwer, donde fue atacada por otras reclusas. Por lo tanto, Virginia fue sobreseída, a diferencia del padre, que quedó imputado de homicidio calificado por el vínculo.

Externamente el bebito no tenía marcas salvo una ampolla en el pie y una fractura, posiblemente anterior, en un bracito. Según la autopsia, la causa del deceso habrían sido lesiones cerebrales y oculares graves originadas en un supuesto zamarreo que le habría hecho Roffé. En la casuística médica se sabe que en criaturas tan pequeñas fuertes sacudones con «latigazos cervicales» pueden provocar lesiones severas incluso la muerte.

De acuerdo a lo previsto, en la Cámara Novena del Crimen y con jurados populares el próximo lunes 24 comenzará el juicio a Gustavo Roffé quien, de mantenerse la imputación, sería condenado a la prisión perpetua. La defensora Noelia Ontivero tendrá la difícil misión de contrarrestar la acusación para lograr la absolución. Si bien la madre de Yoakim no se constituyó en querellante, participará de las audiencias. Con el antecedente del recordado caso de la bebita Ludmila, desde el punto de vista jurídico el debate será muy interesante. Se volverá a discutir, en la justicia provincial un presunto caso del Síndrome del niño sacudido.

No te da, no te da

La violencia urbana se ha multiplicado de manera brutal en nuestra ciudad durante los últimos años. Y en este «bolsón» de hechos violentos, incluimos también a aquellos con víctimas cansadas de sufrir robos que intentan vengarse o hacer justicia por mano propia.

Hace un par de semanas, en la Cámara Doce del Crimen, fueron condenados Carlos Varela, a 10 años y 10 meses de prisión; y su cuñado Jonathan Díaz, a 10 años y 8 meses. Ambos, sin antecedentes previos, fueron encontrados culpables por el crimen de José Emanuel Batalla, de 27 años, sindicado como el presunto autor de algunos robos a los condenados.

La gota que rebalsó el vaso habría tenido que ver con el intento de robo de un caballo, el 10 de octubre del año 2020, en Villa Ciudad Evita.

Los presuntos damnificados, Varela y Díaz, cegados por la bronca, lo fueron a buscar a bordo de una moto y un auto. Varela, además, iba armado con una pistola 9 milímetros. Eran poco más de las 2 de la madrugada cuando se produjo el enfrentamiento. Batalla, lejos de achicarse, mantuvo una actitud provocativa diciéndole a Varela que era incapaz de tirarle a matar. Con las pulsaciones a mil, Varela hizo varios disparos al piso hasta que finalmente le disparó al cuerpo impactándolo en uno de los hombros. Batalla apenas si logró caminar algunos metros, para finalmente desvanecerse y fallecer.

Como en la mayoría de los casos, las broncas personales por más entendibles que sean suelen terminar muy mal para todos los involucrados. Varela y Díaz descontrolados y ahora condenados en Bouwer por varios años, y Batalla muerto luego de robar y desafiar a las víctimas, gritándole a Varela: «No te da… no te da… no te da para pegarme». Fue lo último que dijo.

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