Flor de bochazo

El ojo de Horus

Flor de bochazo

Generalmente damos cuenta de hombres juzgados y condenados por femicidios o intentos fallidos que terminan con graves secuelas para las mujeres atacadas. Sin embargo esta vez, hace algunos días, la Cámara Cuarta del Crimen y con jurados populares condenó por unanimidad a prisión perpetua a Fiamma Nair Heredia de 32 años, acusada de provocar la muerte de su pareja, Roque Gabriel Cabral, a quien roció con un producto combustible para luego prenderle fuego. Este espantoso hecho sucedió en Villa Angelelli Dos el 26 de junio del año 2016. Como dato “cholulo” y por formar parte indirectamente de la familia de la condenada, en la última audiencia se hizo presente el futbolista de Talleres Nahuel Bustos, quien generosamente posó para una gran cantidad de fotos.

Pero el otro dato, más significativo aún, de este juicio fue el pedido de absolución por la duda que formuló el irascible fiscal Raúl Gualda, quien se caracteriza por tener una personalidad muy especial, y con poco o nulo contacto con las víctimas y sus familiares. De hecho, cuando llevó adelante la acusación del homicidio culposo en el que había fallecido la joven sanfrancisqueña Mariana Elena, ni siquiera recibió a los consternados padres. Se supone que un fiscal representa a la sociedad y, si bien busca la verdad, hace lo posible por sostener la acusación salvo que resulte muy flácida de pruebas o con una deficiente instrucción.

Afortunadamente en este juicio había un querellante, Javier Vivas, quien sí pidió la condena a perpetua por el homicidio calificado por el vínculo, lo que permitió a la postre el veredicto condenatorio. Por supuesto resulta llamativa la distancia de percepción entre el fiscal que quería perdonar a la imputada, y todos los jurados y los dos jueces técnicos que votaron por el reproche penal. Queda claro que, a veces, el sentido común de ciudadanos ajenos al mundo del Derecho tiene más realismo que un funcionario, tal vez un poco ensimismado en lo académico y enmarañado en algunos prejuicios. Como se dice en los pasillos de Tribunales, Gualda se comió un flor de bochazo.

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