Imposible no estremecerse

El ojo de Horus

Imposible no estremecerse

Imposible no estremecerse con la versión de Mercedes Sosa y René de Calle 13 de Un niño en la calle: «Es honra de los hombres proteger lo que crece, cuidar que no haya infancia dispersa por las calles, evitar que naufrague su corazón de barco, su increíble aventura de pan y chocolate. Poniéndole una estrella en el sitio del hambre, de otro modo es inútil, de otro modo es absurdo… Todo lo tóxico de mi país, a mí me entra por la nariz…».

Imposible no estremecerse con la noticia del niño de sólo 9 años intoxicado con cocaína y llevado a la guardia del Hospital Eva Perón de barrio Las Violetas con una convulsión rara y atípica, pero además con fiebre alta y problemas respiratorios. La confirmación del análisis de orina cayó como un baldazo de agua helada sobre los médicos del nosocomio, que día a día ven en carne viva cómo en las zonas más periféricas y relegadas de la ciudad la vulnerabilidad avanza sin pausa y engullendo todo a su paso como inmenso agujero negro social. Lo más probable es que este pequeño haya «probado accidentalmente» ese polvo que aparentemente inhalaban su madre y su padre, quienes quedaron imputados de lesiones culposas por el fiscal 6 de Violencia Familiar, Pablo Cuenca Tagle. De todos modos, queda claro que mucho más allá del plano judicial este caso no es otra cosa que un botón de muestra de la desigualdad creciente, tal como lo confirmaron las lapidarias estadísticas oficiales.

Imposible no estremecerse entonces de sólo imaginar cómo será el día a día en este hogar hundido en la pobreza, con un padre albañil, una madre desocupada y otros dos hermanitos que ahora han quedado al cuidado de una tía. Ahora bien… ¿cómo se rearmará y fortalecerá esta familia sin una asistencia efectiva y duradera del Estado?, ¿cuántas familias habrá hoy en nuestra ciudad, provincia y país con estas carencias y dramas?, ¿cuántos niños habrá como estos tres hermanitos, o en peores condiciones aún?

La verdad es que nadie puede hacerse el distraído. En los últimos años, nos hemos sorprendido con niños y adolescentes «pirañas», con chicos armados involucrados en crímenes espantosos, y menores «dados vueltas» por algún narcótico, también de niños desabrigados mendigando en las calles y comiendo lo que pueden de donde pueden… y encima estigmatizados como feroces delincuentes merecedores de Alcatraz. ¡Ufffff!, imposible no estremecerse.

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