Los juicios al Terrorismo de Estado nos permiten ver con mayor claridad la verdad real sobre las atrocidades cometidas por los genocidas y sus muchos cómplices civiles, eclesiásticos, empresariales, del periodismo y de diferentes ámbitos, que de un modo u otro apañaron la página más perversa de nuestra historia, y en nombre de una supuesta «reorganización nacional» para que los ricos sean más poderosos e impunes, y los pobres más marginales y miserables aún. En el juicio catorce sobre hechos ocurridos en los años 78 y 79, están siendo juzgadas, entre otros imputados, las dos únicas sobrevivientes de una larga trenza de colaboradores con el robo de bebés, y puntualmente el caso de la nieta recuperada 107 nacida el 11 de octubre del 78 en la Maternidad Provincial, y cuando su madre María de las Mercedes Moreno estaba secuestrada acusada de ayudar solidariamente a presos políticos de la ex cárcel UP1 de barrio San Martín, con cartas y mensajes a sus familiares.
En aquella época, la ex Casa Cuna y actual Pediátrico, era manejado por monjas de la orden de las Concepcionistas, y la jefa era la española Monserrat Tribo, quien se fue del país cuando la verdad comenzó a salir a la luz. Los testimonios ya escuchados en el Tribunal Federal Dos, de la tía de la bebita, María Argentina Moreno, y de la médica Norma Altamirano, confirman que la mayoría de las «adopciones» eran ilegales. Por caso, la bebita de María de las Mercedes fue robada por una falsa asistente social, Laura Caligaris, quien junto a su marido Osvaldo Agüero (más jueces y particulares) falsificaron la identidad y la llamaron Mercedes María Luz Agüero. Esto mismo habrían hecho otros poderosos apropiadores con Daniel Efraín Orozco Parodi, nieto de la entrañable Sonia Torres, pero a mediados de 1976.
Se estima que durante aquellos espantosos años, alrededor de 500 bebitas y bebitos fueron apropiados. Hasta el momento, y merced al impresionante trabajo de Abuelas, 133 ya recuperaron la verdadera identidad. Lamentablemente el paso del tiempo siempre conspira contra la búsqueda incesante, y las tardías condenas en los tribunales. Sin embargo, la reconstrucción histórica ya confirmó certezas inapelables. Así como muchos obispos, curas y capellanes fueron los «guías espirituales» de los torturadores y asesinos, varias monjas Concepcionistas repitieron en la Argentina lo que ya habían hecho en España durante el franquismo. Más que inmaculadas devotas de la Virgen, fueron inmaculadas ladronas de bebés.