Mejor hablar

El ojo de Horus

Mejor hablar

El fiscal Ávila Echenique de delitos contra la integridad sexual no salía de la sorpresa cuando se enteró que eran seis los adolescentes de sólo 13 y 14 años quienes compartían y repartían imágenes, fotos y videos sexuales en un grupo de Whatsapp entre alumnos de diferentes escuelas y colegios de la ciudad. De hecho, la creadora del grupo llamado «Hay que llegar a los 1500», era una niña de 13 años. Fueron justamente las familias de otros menores que denunciaron la situación, atemorizadas ante la posibilidad de la existencia de una red de pedofilia y captación de niños que, desprevenidos, podían incluso revelar información personal o familiar. La investigación está ahora en el fuero Penal Juvenil y el delito que se configura es el de tenencia y distribución de material sexual en el que participan menores de 18 años. Por el momento no hay ningún adulto involucrado y los jóvenes investigados son inimputables.

Hace ya varias décadas, la reconocida psicoanalista porteña Arminda Aberastury trabajó sobre «la psicopatología normal de la adolescencia», etapa evolutiva compleja por la gran cantidad de cambios físicos y emocionales que se producen en pocos años. Las dificultades para forjar una identidad se profundizan además por el contexto socioeconómico y varias conductas exitistas e hipócritas de muchos mayores, con «modelos» que entre otras cosas imponen que para «ser aceptados y queridos y respetados», los desafíos osados y corajudos valen doble. De hecho, muchos se refieren a la adolescencia como la «edad del pavo» por las torpezas y «metidas de pata» con travesuras que, a veces, no lo son tanto.

Sin dudas la pornografía es un poderoso estimulante audiovisual convertido en un gran negocio mundial, que también impacta en los más jóvenes, revolucionados ellos por la química hormonal. Además, casi todas y todos tienen algún celular, así, «el menú está servido». El gran problema es que algunas picardías en realidad pueden ser delitos relacionados con abusos y otras violaciones, que por supuesto tiene importantes condenas previstas en el Código Penal. Es verdad que muchas familias están desmembradas o rearmadas, o que madres y padres muy ocupados descuidan el diálogo con sus hijos. Pero el paso de la niñez a la adultez a veces no es sencillo y entonces la recomendación es estar lo más cerca posible de ellos. Sin invadirlos ni sobreprotegerlos, lo saludable es acompañarlos sin prejuicios y poder entenderlos y aconsejarlos. El silencio y la indiferencia no suelen ayudarnos. Por eso, siempre, o casi siempre, es mejor hablar.

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