Ni las raíces dejaban

El ojo de Horus

Ni las raíces dejaban

Si de los simios evolucionamos es comprensible entonces que nuestros cuerpos y según las razas, tengamos más o menos pelos y vellos, con la principal función de regular la temperatura interior y protegernos de microbios que puedan dañarnos. Claro que la cultura, que suele meterse «siempre y en casi todo», muchas veces fija parámetros estéticos que ignoran olímpicamente los beneficios que en este caso nos traen este bello demonizado, al punto de hacernos creer que son inservibles, molestos y muy feos. ¡Quién no recuerda a su mamá con una pierna colorada y quejándose del dolor «por la cera de mala calidad, o por la poca experiencia de la depiladora»! Además, en los últimos años, muchos hombres se incorporaron a esta práctica, entre otras razones, para evitar burlas de amigos por los pelos en la espalda o el pecho.

Hace algunos días, la Cámara Séptima del Crimen condenó a cuatro miembros de una exitosa banda que se dedicaba a alquilar y robar máquinas para depilaciones definitivas, y cuyo costo en dólares rondaba los US$ 14.000 cada una. De los nueve integrantes del grupo, sólo cuatro jóvenes fueron condenados, porque otros cuatro están prófugos y el cabecilla está preso en Temuco, Chile, por un homicidio. Se trata de Axel Fernando Vélez, oriundo de nuestra ciudad, y quien desde la prisión y en complicidad con su pareja, Agustina Rodríguez, domiciliada en barrio Renacimiento, conducía la banda usando varios chips telefónicos, incluso con transferencias bancarias y varias cuentas en las que escondían el dinero recaudado.

Según la investigación, los delincuentes alquilaban departamentos temporarios con documentos falsos y los acondicionaban como supuestos centros de estética. Luego, rentaban por doce horas las máquinas depiladoras y procedían a vaciar los departamentos, llevándose además de los aparatos, los muebles, televisores y todo lo que pudieran. Al paso en falso lo dieron cuando, posiblemente muy confiados y sin darse cuenta, quisieron estafar por segunda vez a un mismo empresario. Pero hasta esa malograda situación, ya habían robado catorce depiladoras que vendieron en otras provincias. Sin dudas eran rápidos y veloces con el discurso de la depilación definitiva… ni las raíces dejaban.

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