Ni transpiran la camiseta

El ojo de Horus

Ni transpiran la camiseta

El robo de celulares se convirtió en una pandemia incurable en Argentina y también en Córdoba. Los ladrones han perfeccionado sus técnicas de sustracción y algunos quedan escrachados en filmaciones que los muestran actuando con una velocidad y precisión asombrosa. Arrebatan en motos y a veces el acompañante se baja, golpea o apunta con un revólver y todo pasa en cuestión de segundos. Ni hablar de los bolsiqueos en los recitales o reuniones concurridas en las que, incluso, arrancan riñoneras con absoluta impunidad.

La semana pasada, una de las víctimas fue el mexicano Bernardo Goméz del Campo, asesor de la Secretaría de Seguridad provincial, cuando fue sorprendido por un sujeto que le robó su I-Phone a la salida de la mismísima dependencia; a las pocas horas, este aparato fue recuperado. Esta situación despertó muchos comentarios vinculados a los «privilegios» que tienen algunos damnificados, mientras la gran mayoría, por más que aporten datos del geolocalizador, no consiguen ni siquiera que se haga un allanamiento para intentar recuperar lo robado. Hace algunos días, un joven logró ubicar su teléfono robado, y comenzó una persecución hasta alcanzar a los tres sujetos que llevaban el aparato. Ni bien encontró a dos policías les contó la situación y le marcó a los supuestos delincuentes, pero para su sorpresa estos le dijeron que no podían hacer nada y entonces se quedó con las manos vacías. Sin embargo, según el protocolo, los agentes deberían haberlos demorado y así corroborar si tenían el celular robado y eventualmente detenerlos.

La impresión de muchos ciudadanos es que ya ni vale la pena denunciar el robo de celulares porque la Policía y la Justicia están desbordados con otros problemas, y que a estos «hechitos» no les prestan atención. La realidad es que algunos podrían poner un poco más de ganas, y disponer allanamientos más diligentes y recuperar los celulares robados como ocurrió con el asesor mexicano. Es lógico pensar entonces, que algunos funcionarios judiciales y policiales, por las denuncias ciudadanas de celulares, ni transpiran la camiseta.

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