¿Pacto de silencio?
La historia del crimen de Nora Dalmasso transita su última etapa con la realización de un juicio tardío, y con la única expectativa de saber cómo votarán los jueces y jurados populares sobre el viudo Marcelo Macarrón, acusado de ser el presunto instigador y pagador de un supuesto sicario jamás identificado.
Hasta ahora, lo más llamativo fue la marcha y contramarcha en las declaraciones de Margarita Riega (amiga de Nora) y su yerno Guillermo Lenti. Ella declaró la semana pasada que Lenti fue a darle las condolencias al «francés» Rohrer, vecino en el country San Esteban de Río Cuarto, y que se encontró con el anfitrión, Macarrón y el abogado Daniel Lacase tomando champagne. Semejante situación no se compadecía con un duelo a pocos días de un crimen espantoso. Sin embargo, ayer Lenti le puso una furiosa marcha atrás al testimonio de su suegra y declaró que cuando fue a la casa de Rohrer no vio ni un brindis ni alcohol. Además, contó que pudo saludarlo al traumatólogo y que tal vez su suegra se confundió con tantos comentarios que surgieron sobre esa reunión.
Más allá de este «curioso» episodio, lo cierto es que ya pasaron más de 15 años del asesinato y que la investigación fue muy deficiente por acción o por omisión. Hubo demasiadas distracciones a la hora de asegurar las pruebas que son, en definitiva, las únicas que mandan a la hora de los bifes. Tal vez, si se hubieran investigado con más énfasis los cruces telefónicos entre Macarrón y sus amigos hoy muchas hipótesis no tendrían otro destino posible que un tacho de basura.
Sería asombroso que este proceso termine con un veredicto condenatorio. Claro que lo que nunca se podrán borrar son las versiones y comentarios, que van desde las causas que provocaron este «misterioso» crimen hasta las pistas falsas plantadas arteramente y la fuerte sospecha de que hay quienes conocen toda la verdad aunque se hagan los zonzos. En la levedad de las preguntas sin respuestas, entonces, nos permitimos una: …detrás del asesinato de Nora Dalmasso, ¿hay un pacto de silencio?
¿Qué pasa con la Senaf?
Entre las pandemias cuasi invisibles de nuestra sociedad están el maltrato infantil y los abusos a niñas, niños y adolescentes que, si bien en aquellos casos que son denunciados e investigados suelen terminar con importantes condenas para los abusadores, padece de flaquezas en los controles y en las políticas preventivas.
Hace algunos días, la Cámara Segunda del Crimen condenó a 18 años de cárcel a Juan Sebastián Flores de 39 años de edad. En un pueblo del norte provincial abusó de tres hijastras y también de su hija biológica. Estos hechos graves se vuelven más dramáticos aún si consideramos que las tres hijas de su concubina, de entre 8 y 13 años, ya habían sido abusadas junto a otras cuatro niñas por un profesor de taekwondo. Y esto ocurrió pese a que esta familia ya estaba al resguardo de la Secretaría de la Niñez, Adolescencia y Familia (Senaf). El padre de estas menores era alcohólico, y como si fuera poco, luego del primer caso de abuso, sufrieron el abandono de la madre.
En el veredicto, el Tribunal acogió el pedido de la fiscal Laura Batistelli para que se investiguen al menos a tres funcionarias de la Senaf por presunto abuso funcional. Queda claro que el paraguas protector de este organismo del Estado estaba muy agujereado, y que a las tremendas consecuencias las pagaron estas menores indefensas. En estos casos, el margen de ineptitud y error es inexistente, y entonces urge replantear qué pasa con los resortes legales que supuestamente fueron legislados para cuidar a los más pequeños. Ojalá haya una investigación rápida y esclarecedora para responder una pregunta demasiado importante: ¿Qué pasa con la Senaf?