Patas Cortas

La historia de Olga Liria Aguilera y sus estafas reiteradas.

Patas Cortas

“La mentira es una escalera, por donde llega a rico quien pobre era”, dice uno de los tantos refranes dedicados a los farsantes, que se las ingenian para engañar a gente de buena fe y que les creen sin advertir que los están engañando. Así podríamos resumir la historia de Olga Liria Aguilera, de 75 años de edad, y quien está siendo juzgada en la Cámara Décima del Crimen por 29 casos de estafas simples reiteradas y por un valor actualizado que supera los 30 millones de pesos.

Los casos ocurrieron hace ya 10 años, entre enero y julio del 2015, y según la acusación que en el juicio lleva adelante el fiscal Gustavo Arocena, esta mujer se hacía pasar como “gestora” para conseguir casas de planes habitacionales de la Provincia. Pero además ofrecía chapas de taxi que supuestamente podía conseguir en la Municipalidad o puestos de trabajo en la EPEC provincial con buenos salarios. O sea, que las “golosinas” que ponía como carnada eran muy apetecibles y para público variado. Ella decía que había nacido en el Buen Pastor y que la religiosa que la había criado tenía muy buenos contactos con políticos y que a partir de allí podía conseguir lo que ofrecía (decía que era tía del intendente de ese momento, Ramón Mestre). A esta supuesta religiosa la llamaba “Madre o Monjita”, una tierna manera de presentar a una intermediaria inexistente pero que le servía para ponerle un moño a los fraudes.

Por supuesto, después de todo el “verso” pedía dinero, y varias veces, con el pretexto de tener que pagar distintos trámites vinculados a las casas, a las licencias o a los trabajos prometidos. Aguilera seguramente será condenada y su historia será otro ejemplo que muchas veces “no todo lo que brilla es oro” y que “mentira tiene patas cortas”.

Salir de la versión móvil