La historia del femicidio de Juana Valdez de 43 años en Colonia Caroya no sólo es muy trágica, sino también novelesca por el modo en el que el victimario actuó antes, durante y después del hecho, en la creencia de que jamás sería descubierto, al punto de ponerse en evidencia de una manera infantil, pero que le costará estar preso durante los próximos 35 años.
A mediados del 2020, y en plena pandemia, Antonio González decidió matar a su esposa Juana Valdez y por eso la ahorcó. En ese contexto de encierro, pergeñó un plan casi perfecto y la sepultó en un descampado en la zona de la ruta 9 norte. Lo increíble es que ninguna de las cuatro hijas de la víctima, ni ningún otro familiar se percató de la ausencia de Juana quien, más allá de sufrir alguna discapacidad y de tomar psicofármacos, aparentemente andaba muy sola en la vida.
El femicida rápidamente dio vuelta la escabrosa página y comenzó una relación con otra mujer del barrio. Tan fructífero fue ese amor que decidieron casarse y formar una familia. Fue justamente esta decisión la que comenzó a complicar a González, ya que para contraer nuevas nupcias necesitaba dejar resuelto lo de su anterior matrimonio. Ensayó varias mentiras como que Valdez había muerto, pero que no le habían dejado participar del sepelio o que nadie le había avisado de lo sucedido. Incluso trató de casarse mediante una ceremonia de otra religión diferente a la católica, pero se le volvió inevitable conseguir el certificado de defunción de Juana.
El problema es que nadie había hallado su cuerpo por lo bien que lo había escondido y, por lo tanto, y ante esa situación, González se hizo el tonto, desenterró a medias el cuerpo y avisó a la Policía sobre lo que había «hallado». Cuando los investigadores identificaron a la fallecida, entonces, todas las miradas sobre la autoría del crimen se volvieron hacia él y sus relatos contradictorias lo dejaron sin escapatoria.
Acusado de Homicidio triplemente calificado por el vínculo, alevosía y violencia de género, el plan de González funcionó casi a la perfección. Sin embargo, se confió demasiado y al final, el tiro le salió por la culata.