Remar en dulce de leche

El ojo de Horus

Remar en dulce de leche

Cada vez que en tribunales se lee un veredicto condenatorio para algún imputado que deberá pasar meses y años en una prisión para cumplir un tratamiento penitenciario que lo habilite a una reinserción social, se sabe que las posibilidades de éxito son relativas. El nivel de reincidencia en el delito continúa siendo alto y se lo puede ver con las diferentes detenciones por distintos hechos, con delincuentes con frondosos antecedentes como sucedió hace algunas semanas con Martín Luzi y sus cómplices, agarrados con las manos en la masa y cuando estaban por entrar a la casa de un ingeniero en barrio Rogelio Martínez. El caso del “Porteño” es paradigmático porque, a sus 44 años de vida, vivió encarcelado casi la mitad, y además por su supuesta «comprensión» de valores religiosos y su arrepentimiento por los violentos robos y secuestros extorsivos que había cometido. Un comisario retirado intentó explicarlo de una manera simple y dijo: «No encontró nada afuera que le gane a su instinto y algunos viejos amigos lo convencieron que lo mejor era volver a hacer lo que sabía. Ahora estará preso al menos por otros 10 años».

Ni hablar del asesino Carmona, quien cerca de recuperar la libertad mató al taxista Bocalón y se volvió a condenar a sí mismo, pero esta vez para siempre. Lamentablemente los ejemplos se multiplican con prisiones desbordadas y también algunos guardiacárceles y funcionarios corruptos más interesados en ganar dinero con negocios espurios que en trabajar en beneficio del sistema. La condena del “Chancho” Sosa sirve como ejemplo. El ingreso de teléfonos celulares a la cárcel de Bouwer y la posterior venta de los mismos a reclusos que pagaban fortunas para comprarlos como quien va a un comercio céntrico, pero dentro del mismísimo penal, es una muestra.

Entonces, ¿Cómo se hace para modificar la conducta de un psicópata que, incluso detenido y desde el interior del lugar en el que supuestamente se está redimiendo, continúa con sus pillerías?, ¿cómo lograr que un ladrón que hace de robar su modo de vida haga otra cosa?, ¿cómo reencausar a alguien en medio de un contexto social y económico adverso, con tantas armas disponibles y tentaciones a la vista? Como si fuera poco, hace algunos días se conoció una estadística muy preocupante del año 2022 y con respecto al año 2021: la delincuencia juvenil aumentó en Córdoba un 37%. Así las cosas y con tantas adversidades, trabajar hoy en la reinserción social es como remar en dulce de leche.

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