Rexonas antibacteriales

El ojo de Horus

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Debemos reconocer que muchos modos de transportar las drogas son ingeniosos, y que tanto los peces gordos como las mojarritas encuentran formas sorprendentes de esconder la mercancía. En el Ojo de Horus ya hemos contado sobre las Ruedas Marihuaneras y el Pollo con Cannabis, pero ahora nos permitiremos agregar una nueva historia.

Hace algunos días, la Cámara Segunda del Crimen condenó al policía Adán Fernando López a 4 años y 8 meses de cárcel por introducir drogas al Penal de Bouwer. Durante las restricciones por la pandemia del coronavirus se movía con facilidad aprovechando su uniforme, hasta que finalmente fue descubierto después de llevar mercaderías varias veces a un par de presos. Entre las cosas que pretendía entregar había jabones con sorpresitas. Justamente para burlar los controles, los jabones estaban agujereados, para meter allí marihuana, cocaína y otros psicotrópicos, todo envuelto cuidadosamente en papel film y guardado en el interior de los productos de higiene, prolijamente cerrado para que nadie advirtiera la trampa. Estas entregas fueron hechas entre marzo y julio de 2020 y, según dijo López, su trabajo era el de «comisionista» ya que por cada viaje cobraba alrededor de 2500 pesos.

Por las dudas, la investigación dejó en claro que los jabones usados como mulitas no eran de los baratos… eran Rexonas Antibacteriales.

Papi… ¿te gusta como toco la batería?

En la próximas horas la Cámara Novena dará a conocer un veredicto que podría ser histórico para marcar un antes y un después a la hora de juzgar y condenar a aquellos automovilistas que imprudentes, alcoholizados, drogados y totalmente impunes salen a las calles y rutas a matar a la gente que se les cruza en un raid de locura, para luego, y en la mayoría de los casos, darse a la fuga. La Tragedia de la Circunvalación provocó tal conmoción en nuestra sociedad, en el Gobierno y en la Justicia, que nunca antes se había estado tan cerca de una condena por homicidio simple con dolo eventual, que establece una pena mínima de 8 años de cárcel, muy por encima de los 5 que como techo prevé el homicidio culposo.

Cuando el martes se inició el juicio a Alan Amoedo, declararon la sobreviviente Fernanda Guardia, y los padres de los fallecidos Sol Viñolo y Agustín Burgos. Todos los testimonios fueron emocionalmente tremendos y el último de ellos correspondió a Patricia, mamá de Agustín, quien aquella tarde del 17 de mayo de 2021 estaba tranquila en Jujuy donde vive con su familia, cuando otro hijo la llamó para decirle que algo terrible había pasado y que Agustín ya no estaba con nosotros, que un borracho lo había chocado y que ahora estaba en el cielo.

Contó lo que fue el interminable viaje a nuestra ciudad y que a su nietita Vera le dijeron como pudieron lo que había pasado con su papá. Comentó que cuando iban a la sepultura, y el auto de la empresa funeraria se frenó al frente de una plaza, Vera le preguntó: «Abu… ¿por qué a papi no lo dejamos acá? A él le gustan mucho la plazas con árboles». La pequeña de sólo 5 años, en su mundo de fantasía y verdad, también le preguntó a Patricia, ya en el cementerio, y cuando se quedaron solitas frente al féretro depositado en la tierra: «Ahora que se fueron todos… ¿por qué no lo traemos a papá con nosotras?».

Hace algunos meses, Vera fue a su primer ensayo de batería. La música es un legado de Agustín y Patricia la acompañó y la filmó con su teléfono. A la salida, Vera le pidió ver lo filmado y su abuela le dio el celular con el volumen alto. Entonces Vera, miró al cielo, como buscando a su papá Agustín en la luna, y mostrándole el celular, le preguntó: «Papi… ¿te gusta como toco la batería?».

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