Una película (de terror)

El ojo de Horus

Una película (de terror)

Cuando en 1886 Robert Stevenson publicó El doctor Jekill y el señor Hyde, no debió imaginar la gran cantidad de veces que desde la crónica policial intentarían con su novela explicar hechos macabros protagonizados por una misma persona, capaz de disociar su identidad, en una humana y buena y en otra maléfica y atroz. Por estas horas, el fiscal José Mana avanza en el esclarecimiento del crimen de Catalina Gutiérrez, acumulando abundante y sólida prueba en contra de Néstor Aguilar Soto, el presunto asesino. Increíblemente, éste era un buen compañero de la víctima, ambos estudiaban arquitectura e integraban el mismo grupo y por lo tanto se conocían y compartían libros, apuntes y diversión. Ahora bien, una de las preguntas que se hace el fiscal es qué le pasó a Soto para atacar y estrangular a Catalina, quien intentaba defenderse. Habrá que ver a la hora de la indagatoria qué dirá el único imputado por el aberrante hecho, o si callará. De todas formas, la imputación de homicidio calificado por alevosía y femicidio le asegura una condena a prisión perpetua cuando sea juzgado.

Por estas horas, el fiscal se apresta a ordenar la pericia psicológica psiquiátrica que en caso de poder hacerse posiblemente ayude a entender cómo era y es el «mundo interior» del víctimario, aparentemente enamorado de la joven pero incapaz de expresar esos sentimientos. Si rastreamos en casos parecidos, posiblemente nos encontremos con una personalidad con un trastorno obsesivo severo con rasgos paranoides, que en los hechos reales se traduce en alguien que se sentía traicionado por no ser correspondido, enfermo de celos y tan enojado por esta frustración que terminó castigando y de modo fatal a la víctima que posiblemente se haya sorprendido totalmente por la situación.

Con el asesinato consumado, impacta desgarradoramente la imagen del papá y la mamá, Marcelo y Eleonora, y de la hermana, Lucía, destruidos por la tristeza y el duelo. Ocurre que el hecho es muy increíble porque Néstor y Cata tenían una relación en apariencia normal, estudiaban, comían asados, además vivían cerca en Inaudi y Jardín; Cata solía ir a buscarlo en su auto y nunca comentó de algún malestar o acoso o algo raro por parte de él. Sin dudas, lo que esta familia está viviendo es una pesadilla totalmente inesperada, como si fuera una película que le toca vivir a otros.

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