Pachamama, incendios y milagros

Pachamama, incendios y milagros

¿Y si esta vez el milagro no se produjera? ¿Y si esta vez solo quedara desierto? ¿Y si esta vez el monte ya no rebrotara? Bajando desde el norte, por la ruta E-53, el pueblo parece una olla hirviente. Sus laderas se queman. Se escuchan los motores de los aviones hidrantes que, después de algunas acrobacias, logran contener por algunos segundos las llamas. Todo es sequía, el camino del fuego. Las llamas van hacia arriba, donde nacen las aguas. Primer día de agosto. Día de la Pacha.

Hoy hemos preparado comidas. Y caña con ruda. Los platos con harina, maíz y frutas ya están sobre los aguayos. La idea de sahumar los cuerpos y los ambientes parece sobrar: el humo agrio del monte que se quema penetra en cada rincón. De todas maneras, creemos. Abrimos la piel reseca de la tierra para ofrendar los frutos, esperando otro milagro. Es agosto, repito. ¿Y si esta vez no hubiese semillas?.

Cada sociedad desarrolla un vínculo específico con la naturaleza a fin de lograr satisfacer sus necesidades. Las normas jurídicas y los acuerdos sociales en general, así como la legislación ambiental en particular, determinan las reglas que permiten a los actores sociales acceder o hacer uso de los recursos”, dicen Diego Cabrol y Daniel Cáceres en Las disputas por los bienes comunes y su impacto en la apropiación de servicios ecosistémicos”, un trabajo que indaga sobre el destino de los bosques nativos cordobeses.

Mientras el fuego sube la ladera, desde El Manzano, y el viento norte empuja las llamas hacia arriba, es posible preguntarse por nuestro vínculo con la naturaleza. En los grupos de WhatsApp algunas voces denuncian. Pero nada se sabrá. Acusaciones sobran. Sobre dueños de la tierra. Sobre particulares. Laderas mil veces deforestadas, mil veces quemadas, donde aún funcionan canteras, legales e ilegales, vuelven a quemarse. Con el mundo detenido, el fuego avanza. Nunca se sabrá cómo empezó. ¿O sí?.

Según un informe de Greenpeace, entre los meses de abril y junio de 2020, en pleno Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (ASPO) por Covid-19, en la Argentina, hombres y máquinas desmontaron más de 20.000 hectáreas de bosques nativos en sólo cuatro provincias. En Santiago del Estero talaron 10.046 hectáreas; en Salta, 4.697; en Formosa, 4.048 y en Chaco 2.484.

Para el epidemiólogo Santiago Basile, el Covid 19 es un claro trasvasamiento de la naturaleza a la sociedad, de eso que llamamos, de forma simplificada, enfermedades zoonóticas. Pero también puede ser leído en clave de metabolismo entre la Naturaleza y la Sociedad que permite reconocer la interdependencia del ser humano con la naturaleza”. ¿Y si esta vez no hubiera milagro?.

A mediados de abril un productor fue detenido en Sebastián Elcano, cerca de Tulumba. Talaba y desmontaba con una topadora 23 hectáreas de algarrobos, talas y mistoles. Córdoba, que en su historia taló más del 97 por ciento del bosque nativo de su territorio, sólo en 2019 perdió más de 7.000 hectáreas por la tala ilegal.

Las manos de los niños llevan harina, juegan, ofrecen los frutos a la tierra. En el aire se respira el humo, aún. Los aviones han dejado de pasar. Otros fuegos tuvieron prioridad. José de la Quintana: todo un pueblo evacuado en medio de la cuarentena; escapar del fuego, ¿acaso el virus sobreviva a las llamas? ¿Y si esta vez no hubiera milagro?.

Fuego. Ladera. Hacia las nacientes. Donde el monte purifica el agua. Ahí, donde contra toda norma, crecen las casas y mueren los árboles. La ceremonia de la Pacha ha terminado. Agosto, el mes de los vientos, recién comienza. Los cuerpos y la tierra llevan otras memorias del fuego. Y de los bosques. Cenizas. Grises. La ley en Argentina deja grises. Mientras que privilegia la titularidad de la tierra a privados, los bosques nativos en las últimas décadas pasaron a considerarse bienes comunes. Bienes comunes en tierra privada. Se puede hacer uso de la tierra pero para usar el bien común (el bosque) se debe pedir autorización. El problema parece ser que los árboles solo son escuchados cuando caen.

En Córdoba los incendios, muchas veces intencionales, sirven para cambiar el factor de uso del suelo: una vez quemado el monte se podrá pedir autorización para, por ejemplo, construir barrios privados. Cada sociedad elige de qué manera se relaciona con su entorno.

Worldometers, la misma página que abastece de estadísticas a la Universidad John Hopkins sobre la cantidad de enfermos de Covid-19 en el mundo, provee otras cifras: según el algoritmo que se mueve en tiempo real, en lo que va de 2020, se perdieron más de tres millones de hectáreas de bosques. Y otros siete millones de hectáreas se convirtieron en desierto.

Se ha hecho de noche. El viento disminuye, a ratos. Si acaso girara al sur, sería posible que el fuego… pero, ¿y si esta vez la ceremonia hubiese sido en vano? ¿Y si mañana el viento trajera las llamas hacia el pueblo? ¿Y si mañana se quemara todo el monte que aún purifica el agua? ¿Y si esta vez no hubiera milagros y solo quedara la sed?.

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