La vida dormida

Entrevista a Natalia Labaké | Por Natalia Garayalde

La vida dormida

En los 90 Haydée Alberto filmó de cerca a su marido, Juan Labaké, parte de la fórmula electoral Menem-Labaké-Juri. En un discurso de campaña, en un canal de televisión, en una playa privada junto a Menem, en una mesa de cumpleaños gritándole que deje de filmar y corte la torta. La directora Natalia Labaké decide girar la cámara y mirar a su abuela, su tía Bibiana y su hermana Agustina. La vida dormida retrata el hastío y la angustia de las mujeres de una familia con privilegios de clase que fueron expulsadas de la vida política. Después de su estreno nacional en BAFICI hablamos con la directora.

HDC: La pregunta obvia con respuesta incierta: ¿cómo surgió la idea de hacer esta película?

Surgió de reconocer en mi tía Bibi una forma desencantada y un poco border” del vivir en familia, de entender que mi propio malestar era algo compartido con otras mujeres. La imagen era siempre la misma: los hombres hablando de política a los gritos mientras nosotras, niñas, madres, solteronas, ocupábamos un rol pasivo, en los márgenes de la opinión.

HDC: ¿Por qué decidiste buscar en los videos familiares todo ese aspecto oculto a la vida política?

Entré al archivo luego de haber filmado algunos años a las mujeres en el presente. Sabía que había algo grande y potente ahí, pero le tenía cierto respeto, cierto temor. El cruce entre familia y política es una constante en mi vida. De hecho, no lo creo tanto un cruce, sino como un todo que los iguala. La familia, desde una concepción moderna, es la mínima unidad del Estado-nación. Y como vivimos en un mundo hecho de jerarquías, esta mínima unidad está impregnada de violencias y abusos de poder que naturalizamos. Por otra parte, vuelvo al archivo porque los personajes que retrato hablan del pasado como un lugar feliz. El archivo te permite esa latencia más allá del tiempo, porque siempre te hablan en tiempo presente.

HDC: La cámara es para las mujeres de tu familia uno de los escasos dispositivos que las potencia. En una escena tu abuelo, Juan Labaké, borra el registro de una conversación entre María Estela Martínez (Isabelita de Perón”) con tu abuela Haydée Alberto. Extrapolado a tu proceso de edición, hiciste varios cortes de montaje porque parte de tu familia no te permitió usar algunos registros. ¿Qué material había en esas grabaciones que te hicieron borrar de la película? ¿Pensaste en abandonar el proyecto cuando aparecieron estos impedimentos familiares? ¿Tu hermana Agustina, tía Bibiana, tu abuela y tu mamá te apoyaron?

La escena que mencionás, sobre el material que Juan decide borrar de Haydée en conversación con Isabel Perón, es la constatación de que la posibilidad de filmar de Haydée es limitada. Y es posible solo bajo la tutela de su marido. Es curioso porque las escenas que tuve que sacrificar y volver a editar eran escenas felices, rituales celebratorios en familia. Creo que tuvo que ver más con una idea de conjunto de un sector de la familia que sintieron amenazada la frágil idea de familia que nos queda. Lo cierto es que tenemos derecho a nuestra imagen, y en ese sentido es respetable cualquier decisión. Fue duro el proceso de volver a abrir la película, pero las limitaciones forman parte de hacer un documental que toma ciertos riesgos. En este punto le estoy muy agradecida a mi abuela, Haydée Alberto, y a Juan Labaké por haberme permitido hacer uso de los materiales, porque sin su consentimiento esta película sería completamente otra. A veces la derecha tiene una ética amorosa que a ciertos sectores del progresismo se les escapa, es raro.

HDC: En los días posteriores a la muerte de Menem surgieron algunas reflexiones sobre los 90. El menemismo se historiza como un sector dentro del peronismo que representaba a la política neoliberal, de cruceros y playas privadas para algunas familias. En tu película observo más las marcas de organicidad del menemismo con el partido, que los contrastes o diferencias con el sector progresista dentro del peronismo (suena la marcha). ¿En qué medida encontrás diferencias entre la figura de Menem y el liderazgo dentro del movimiento de una mujer como Cristina Fernández?

Bueno, para empezar Cristina es una mujer. Si hay algo que siempre rescato y celebro del kirchnerismo es que haya decidido tan severamente recuperar el espíritu de militancia. Luego, por supuesto, en las políticas económicas hay muchas diferencias, todxs sabemos. Pero creo que el mal de ambos, y este me parece que es un mal general de la sociedad argentina y del peronismo en general, es que se sostienen desde el fanatismo personalista y el valor de consumo como motor de la economía y la cultura. Y en lo particular, sobre Cristina siempre me hago la pregunta de si hubiese podido sostener su poder y liderazgo sin ser igualmente machista y patriarcal en las formas de construir poder político. La idea de la unidad es una fantasía necesaria que nos trae todo el tiempo las mismas figuritas repetidas del pasado. No le temo tanto a la derecha por fuera del peronismo como a la que si forma parte del movimiento.

HDC: ¿Por qué crees que el personaje de tu hermana intenta sobrellevar esa vida dormida recurriendo más a una dimensión mística que a los movimientos feministas? ¿Es esa dimensión una continuidad o ruptura con ese letargo?

Somos una familia de un linaje cristiano y conservador. Mi abuelo, antes de ser político quiso ser cura. A su vez el peronismo tiene tradicionalmente una conformación espiritual. Más de una vez escuchamos decir que el peronismo es una religión. Pienso en Evita como la jefa espiritual”, pero especialmente en López Rega como el brujo”. Y ni hablar de Isabel Perón, que en su discurso de 1973, en la CGT, declama: La mujer, en su característica de madre, debe forjar la esencia de la nacionalidad. En su regazo reposan cabecitas de niños cuyos puros pensamientos son acunados por ángeles celestiales”. Mi hermana se siente reconocida y abrazada por estas ideas, porque las siente parte de una tradición, un lugar seguro. Encarna, por así decirlo, un patrón religioso que es fundacional de ciertos relatos políticos.

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