Astuta e irónica, sagaz y directa. Su nombre es conocido en todo el planeta: Mafalda. ¿Qué tiene esa niña cuyo mensaje llega a grandes y chicos, mayores y jóvenes por igual?
En sus viñetas – tanto la tira gráfica como el personaje llevan el mismo nombre, Mafalda” – ella se anima a traspasar los cercos, con mensajes sobre la igualdad y la libertad, criticando las injusticias en un mundo donde unos pocos se balancean en lo alto mientras que otros miran desde abajo.
Este 29 de septiembre se cumple un nuevo aniversario de su aparición. La vida tiene sus propios tiempos, podría pensarse, y algo así sucedió con Mafalda en el camino de Quino.
Era 1963 y su creador, Joaquín Lavado -conocido como Quino”-, llevaba ya una década haciendo humor gráfico. También había comenzado a hacer publicidad. Un día le llegó un pedido, para hacer una historieta que saldría con electrodomésticos.
Finalmente la campaña publicitaria no salió. Sin embargo, el artista conservó su creación llevándola a un nivel superior. Fue en 1964, un 29 de septiembre, que Mafalda apareció por primera vez en la revista cultural Leoplán. Luego pasó a la revista Primera Plana hasta desembarcar en el diario El Mundo.
Un gran salto si se piensa que aquella niña iba a acompañar electrodomésticos -signo de época, relacionar mujeres con el quehacer del hogar- hasta ser la protagonista de una tira que en nueve años ganó fama mundial. Mientras tanto, en el mundo miles de mujeres protagonizaban la segunda ola feminista”.
Esa niña
Mafalda, una niña con vestido y zapatitos, el pelo un poco despeinado y gestos desafiantes como también desanimados, que copó el mundo gráfico. No solo en Argentina, sino también en Grecia, Italia, Hungría, Uruguay, entre otros países.
Fue traducida a más de 30 lenguas e incluída en libros de educación primaria. La historieta puede ser un arte menor, pero también como medio de comunicación es bastante apropiada para difundir masivamente el humor o las ideas, que no tienen por qué ser humorísticas”, dijo Quino tras recibir el Premio Príncipe de Asturias en reconocimiento de su labor, en 2014.
Además de copar medios gráficos de comunicación masiva, con la perfecta unión de trazos y discursos, ¿qué tiene Mafalda que enganchó a generaciones tan diversas y lejanas en todo el mundo? Es la síntesis entre lucidez y simpleza, sin soberbia.
Pensar en los años sesenta y setenta es situarnos en la Guerra Fría. No tan fría en esta parte del continente americano con gobiernos militares suprimiendo libertades de opinión y expresión a todo aquel que fuera contrario a sus ideales, con balas, picanas, tortura y desapariciones forzadas.
Mafalda no podría desaparecer, su cuerpo era de tinta y vivía en el papel. No obstante, su autor sí podía desaparecer. En junio de 1973 Quino dejó de dibujar la tira de Mafalda.
Aquella fue una época muy llena de acontecimientos. Parecía que el mundo iba a cambiar para mejor: estaba Mayo del ’68, estaba la buena guerrilla en América latina –también había de la mala– y estaba Juan XXIII. Había mucha esperanza de que el mundo cambiara”, compartió Quino al recibir el galardón.
Una tira llegó a molestar a dos dictadores: el chileno Augusto Pinochet y el boliviano René Barrientos, en Bolivia.
Se trata de un póster donde Mafalda mira a un policía y apuntando a su garrote dice ¿Ven? Este es el palito de abollar ideologías”. Quino recuerda un episodio que terminó con dos curas asesinados en 1976, encontrados en sus cuartos donde colgaba el póster de Mafalda, que fue arrancado.
Los asesinos lo arrancaron y lo tiraron sobre los cadáveres. La verdad es que me sentí tan mal… Este país (Argentina) es como la canción de María Elena Walsh: ‘porque me duele si me quedo, pero me muero si me voy…’”, compartió Quino ante la prensa, al reflexionar sobre el alcance de Mafalda.
Cambiar el mundo
¿Qué importan los años? Lo que realmente importa es comprobar que a fin de cuentas la mejor edad de la vida es estar vivo”, es una de las frases de esta niña inquieta, inteligente, sensible, inconformista y soñadora.
El personaje se caracterizó por hacer esas preguntas incómodas que de tanto en tanto aparecen como pensamientos rumiantes.
Al final, ¿cómo es el asunto? ¿Uno va llevando su vida adelante o la vida se lo lleva por delante a uno?”, se pregunta. Lo malo de la familia humana es que todos quieren ser el padre”, dice sentada en una silla, preocupada.
Como siempre: lo urgente no deja tiempo para lo importante”, afirma y se pregunta en otra viñeta: Bueno, pero y el espíritu ¿a qué edad empieza a necesitar maquillarse?”.
Con una curita en la mano se pregunta frente al espejo: Bueno, ¿y cómo hace uno para pegarse esto en el alma?”.
Ella no estaba sola, paulatinamente aparecieron personajes de corta edad, pero con identidades muy marcadas. Manolito, con su espíritu capitalista; Susanita, preocupada por el qué dirán; Felipe, a quien no le gustaba ir al colegio; el existencialista Miguelito; y sus hermanos, Guille y la pequeña Libertad, más su madre y padre.
Aunque el mundo no cambió, Mafalda nunca cejó en cuestionarlo y enseñarnos a reflexionar sobre nuestra existencia, el impacto de nuestros actos e impulsarnos a seguir soñando con ojos de niña. Una representación más que necesaria, para niñas, niños y personas de todas las edades en todas partes.