Carlos Sacchetto presenta sus “Realatos”

Por José Emilio Ortega

Carlos Sacchetto presenta sus “Realatos”

Acredita más de medio siglo en el periodismo, con presencia en diversos medios: la tele, la radio, diarios locales o nacionales. Como cronista, participó de las más interesantes aventuras que cualquier persona, desde la mitad del siglo XX para acá, hubiera deseado protagonizar. Y, además de esa fortuna individual, mantuvo la virtud de saber comunicarla, haciéndola accesible a su audiencia.

Por ello, para muchos de nosotros que crecíamos mientras él le daba vueltas a su trayecto profesional -y nos apropiábamos de sus testimonios-, Carlos Sacchetto es, también, un referente cercano.

No es una pifia de tipeo. El libro se llama “Realatos”. Procura aclararlo Saccheto en su introducción, y advierte que quien, en periodismo, debe explicar lo que quiso decir, ha perdido la batalla de antemano. Pero, ¿quién puede cuestionarle su opción?

A modo de subtítulo, leemos: “Historias sin la urgencia de la noticia”, y nos damos cuenta de que ese señor que nos saluda desde la tapa de la obra, con la misma actitud afable que nos hizo elegirlo en muchas jornadas (destacando su lograda presencia en los Servicios de Radio y Televisión de la UNC, y en el diario Clarín), tiene mucho para contarnos.

La prolija edición (otra más en el reconocido sello universitario cordobés Eduvim) nos alienta a adentrarnos en el texto. Allí vamos.

Rescate emotivo

Las 16 piezas que componen el libro permiten encontrarnos con un autor tan curtido como perceptivo, que como él mismo señala, arrancó con los linotipos y terminó con los robots, siempre haciendo periodismo.

Un trabajador de la palabra que visitó casi 40 países, pudiendo compartir interesantes experiencias con colegas comunicadores, con viajeros o viajeras del camino, con personalidades sobresalientes que le tocó conocer o entrevistar.

En esa rica experiencia de vida, presentando los acontecimientos e involucrándose en ellos, encuentra Sacchetto un virtuoso modo de narrar, reflexionando. Nos lleva a sus circunstancias de nacimiento, en una ciudad del interior provincial, organizada en ritmos que refieren para muchos, contextos análogos. Se proyecta sobre sus épocas de estudiante universitario, y, otra vez, sus historias calan del modo preciso.

Sabe cómo encuadrar su propia trayectoria en la de un planeta que atraviesa momentos singulares, generadores de acontecimientos que a su vez impactan en el país, en la provincia, en la ciudad.

Intimista sin caer en la sensiblería, Sacchetto es capaz de mostrarnos las tremendas consecuencias de la guerra de Malvinas a partir del caso de una familia compuesta por tres humildes integrantes; de ilustrarnos sobre el retorno del peronismo desde su propia vigilia; de contarnos de modo llano sus impresiones sobre los grandes escenarios del mundo, o presentarnos a algunas figuras internacionales que ha conocido: desde Mihail Gorbachov a Farah Diba.

De evocar, sin derrapar en el intento, al querido Gitano -Roberto Sánchez, Sandro- y su “mundo de sensaciones”. De recuperar sus vivencias locales, explayándose sobre el Cordobazo a fines de los 60, o sobre el lanzamiento del satélite “Victor”, a través de una plataforma rusa tres décadas después.

De referir con originalidad a los últimos tres papas. De llevarnos al Salón Oval, La Habana o Bangalore (India), y hacernos sentir que el recorrido valió la pena.

No duda el autor en retroceder unos pasos en el tiempo para explicarnos mejor el que vivimos, como cuando hace propios los recuerdos de un colega al que admira y que le convidó, en rueda de amigos, una fantástica anécdota de la Guerra Civil española. Tampoco en dar su propia visión de ciertos fragmentos históricos, o años en particular, con una precisión que debería inspirar a muchos investigadores.

Apela a los últimos tramos de una vida apreciada, para explicarnos sus preocupaciones sobre el final, no tan diferentes a las de todos.

Los textos son parejos y el libro se lee fácil, aunque el autor no rehúse a la profundidad.

Ojalá que Carlos Saccheto vaya por más y nos siga mostrando otros “Realatos”. Se trata -lo reitero- de un referente para muchos de nosotros. Encontrarlo tan activo como inspirado es una gran noticia: en este caso (y aunque al destinatario no le agrade), de urgente difusión.

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