“Casa con pileta”: es tiempo de que el agua deje de estancarse

Patricia Salinas construye una novela íntima y potente sobre la búsqueda de la verdad personal, donde la identidad se pone en tensión, los miedos conviven con todas las hipótesis posibles y el deseo de saber empuja a ir hasta el fondo de la propia historia.

“Casa con pileta”: es tiempo de que el agua deje de estancarse

Casa con pileta, la primera novela de Patricia Salinas, publicada por Emecé Editores en 2025.

La obra “Casa con pileta” de Patricia Salinas (Emecé Editores, 2025) no es un simple relato de búsqueda de identidad; se erige como una profunda indagación filosófica y existencial sobre quién detenta la verdad cuando la existencia ha sido cimentada en el silencio y el encubrimiento. La vida de la autora, marcada a fuego por una revelación tardía, se “agujereó como sucede con las tramas de las telas, de las sedas, de las fantasías” al descubrir a los veintiséis años que era adoptada, desbaratando una “categoría de verdad” hasta entonces inamovible. Este shock inicial, que la había “pausado”, la obliga a emprender “la verdadera búsqueda, la de la verdadera identidad”, sumiéndola en una tensión constante que se manifiesta en “somatizaciones y trastornos del sueño”.

La pileta como empuje inconsciente

El trabajo de la verdad por aflorar, de su verdad por salir, no se da en un consultorio o en una biblioteca, sino a través de la fuerza simbólica de su inconsciente, siendo la pileta el catalizador central de este despertar.

Aunque en el verano es un rectángulo de “agua celeste, fresca y transparente”, su estado más frecuente en invierno es el de “agua verde y asquerosa”, un símil inquietante de los secretos que subyacen bajo la superficie de su vida confortable. La pileta está emplazada justo al lado del edificio verde del antiguo Pozo de Quilmes, un centro clandestino de detención. Esta “sombra de lo anormal” la atormenta y le exige acción, llevando a la autora a preguntarse si fue su inconsciente el que la llevó a comprar esa casa “por ese edificio siniestro”.

 Este presente de «alegría y carencia de dramatismo» en los presos de hoy se superpone con un pasado macabro: la pileta, escenario de las “memorables fiestas” de los antiguos dueños, se enfrentaba a un horror inimaginable. En aquel entonces, de la casa de al lado se oían “muchas risas y chapoteos de agua”, mientras los detenidos-desaparecidos cantaban para subsistir. La narradora traza una comparación dolorosa, sintiendo la empatía con la tragedia pasada frente a la relativa ligereza de la situación actual.

Miedos y destrucción de certeza

El destello inicial de la verdad, revelado por su padre adoptivo, tambalea todo lo construido. La verdad a enfrentar es tan volátil que las hipótesis se disparan en direcciones “antagónicas”. Para quienes tienen “agujeros en nuestra historia”, la supervivencia fue creer: en la madre, en el médico, en una “tabla rasa” garantizada por los padres adoptivos.

Pero ahora debe enfrentar miedos insoportables: la “excitación malévola, casi perversa” ante la posibilidad de ser pariente de un represor como Albano Harguindeguy, o el terror físico —“temblar las piernas, transpirar”— ante la idea de ser hija de desaparecidos. Todos los caminos son válidos, y todos la atraviesan “a la vez”.

Aun así, el “deseo de saber a toda costa” es ineludible. Defender la verdad se vuelve una urgencia vital: “el peso de la mentira me ha aplastado todos estos años y quiero ser libre”.

Esta necesidad de llenar el vacío se proyecta también en la revisión de sus vínculos y de sus actos “delictivos” y de lumpenaje juveniles. Quería ser vista, llamar la atención, ser “la mejor ladrona”, hasta entender que esas acciones extremas fueron “los efectos colaterales del amor”: intentos desesperados por obtener una mirada negada por la historia.

El derecho a escribir una historia propia

La lucha de Patricia Salinas es, en esencia, la defensa del derecho a saber, para salir de la “clandestinidad” y del “despojo humano”. Ante la “imposibilidad de escribir mi historia” y la inacción del shock, la escritura se vuelve la única herramienta posible.

La narradora se aferra a la palabra escrita para darle solidez a una realidad esquiva:

“Como yo no sé de dónde vengo, mi regreso a aquel tiempo se hace inevitable… ¿Por qué ahora necesito aferrarme a los hechos con palabras escritas?”

Su trabajo es una persistencia en el “recurrente desasosiego”, un esfuerzo por “reconstruir algo de mi historia” hasta poder afirmar, finalmente: “Yo existía”.

La batalla por la verdad personal de Salinas —atravesada por miedos, hipótesis y caminos igualmente legítimos— simboliza la lucha por la existencia misma, donde el saber es la única forma de recuperar la humanidad perdida. El conocimiento funciona como un faro en un mar sin márgenes y, aunque nadar implique ir hasta el fondo, la autora comprende que “la vida sin ir hasta el fondo puede resultar más dolorosa”.

Sobre la autora

Patricia Salinas nació en la provincia de Buenos Aires. Es licenciada en Sociología y Psicología por la Universidad de Buenos Aires, con formación en fenomenología social y psicoanálisis, campos desde los que ha pensado y trabajado las formas de la subjetividad y la memoria.

Ejerció durante años en el Equipo de Violencia Familiar del Hospital Dr. Cosme Argerich y dirigió el sello editorial IUNMA. Actualmente combina la práctica clínica con el asesoramiento en derechos humanos.

Se formó como escritora en talleres literarios con Tamara Kamenzsain y Alberto Laiseca.

Casa con pileta es su primera novela. Vive en Quilmes.

El libro en formato digital puede adquirirse en Planeta de Libros Argentina.

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