El debut de Fernando Lacolla en largo con “El siervo inútil” (2023) fue una de las mejores noticias de la cinematografía local en lo que va del año. Aplaudido en el Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente (Bafici), con un paso relativamente exitoso por las carteleras comerciales de las principales ciudades del país, el filme constituye una apuesta singular en el panorama cinematográfico nacional, ya que apuesta a trabajar un tema de urticante actualidad política desde un relato de género asordinado, donde el suspenso se va cocinando al fuego lento de los vínculos entre los negocios y la política.
Como ya se dijo en estas páginas, la película del hijo del reconocido crítico, docente e historiador de cine Enrique Lacolla construye una trama inquietante sobre los desarrollos inmobiliarios de Córdoba y los negociados subyacentes con la clase política local.
Como en un thriller clásico, el filme acompaña a su protagonista en su paulatino descenso a los infiernos de un universo desconocido, que al inicio parece ideal pero que paulatinamente va revelando sus costados oscuros, al igual que el propio personaje.
Protagonizada por Federico Liss, quien compone un ambicioso emprendedor que trabaja para una inmobiliaria que desarrolla un proyecto edilicio en los terrenos ferroviarios ubicados frente a la Terminal de Ómnibus, el filme irá tocando temas tabúes de la política local como el desarrollismo, el campo y los vínculos entre empresarios y políticos, con la pobreza como hiriente fondo del espectáculo.
Con actuaciones notables de Liss, Pola Halaban y Rubén Gattino, entre otros, la película se volverá a proyectar a fin de mes en el Cineclub Municipal Hugo del Carril en un ciclo de estrenos cordobeses. Aquí, un diálogo con su orgulloso director.
HDC: ¿Cómo fue el proceso de filmación, donde tuvieron que atravesar la pandemia?
FL: Lo más duro del rodaje fue lidiar con los contratiempos de la pandemia. Los rodajes por lo general tienen sus imprevistos, pero esto fue muy superior a lo que uno esperaba. Los test, los contactos estrechos, tuvimos problemas grandes para conseguir ingresar a las distintas locaciones. Todo fue más complejo e implicó un gran trabajo de logística por parte de la producción. A lo que hay que sumar que era una ópera prima, con todo lo que implica, pero por suerte pudimos superar los escollos y hoy tenemos mucha alegría de estrenar la película el 29 de junio en el Cineclub Hugo del Carril, junto a los técnicos y actores. Tuvimos una muy buena respuesta de público y de crítica en Buenos Aires para una producción local, así que estamos contentos.
HDC: La película toca temas muy cercanos para los cordobeses, pero en una clave de género poco transitada por el cine local, ¿por qué elegiste construirla desde esta gramática cercana al thriller?
FL: Me tomé ciertas libertades con los géneros supongo, todo con la finalidad de contar mejor la historia. La película aborda temas políticamente incómodos, como el desarrollismo urbanístico en Córdoba, el abandono de los trenes y la sojización del campo, mezclados nada menos que con la corrupción política.
HDC: ¿Cómo decidiste encarar esta dimensión del filme? ¿Cómo evitaste el “tono de denuncia”?
FL: La decisión fue tomada desde el guión. Lo que necesitaba era darle un contexto cercano a nuestra realidad, a las problemáticas que atravesamos en nuestras provincias. Confiábamos en la potencia de la imagen cinematográfica. Está contada de esa manera porque me pareció más interesante.
HDC: El campo es todo un tema para la película, no sólo por la cuestión de la soja y demás sino por la forma en que lo filmas. ¿Qué es lo que querías mostrar de esos espacios?
FL: Quería crear una especie de paraíso terrenal para el protagonista, aunque luego por distintas razones ese paraíso lo termina expulsando. No quería que lo vean como un paisaje turístico, quería que fuera parte del universo de la película.
HDC: Es realmente impresionante como están filmadas además las sierras, ¿qué búsquedas hubo allí?
FL: Con Ezequiel Salinas (director de fotografía) teníamos nuestras referencias en cuanto al paisaje, tanto en el campo como en la ciudad. Como todo lo bucólico, se podía ir transformando en algo más oscuro. Para la composición, era importante la cuestión del individuo y el espacio. Por eso las locaciones eran tan importantes para nosotros, eran parte fundamental de la película. Tanto en la ciudad como en el campo. El trabajo de Ezequiel fue fundamental para la película, su manejo de la luz es excepcional.
HDC: También hay un tema con las relaciones entre distintas clases sociales que se establecen en la película, ¿cuál fue la búsqueda en ese sentido?
FL: Cuando leí la parábola bíblica que da título a la película, pensé que allí había varios siervos. Me pareció interesante pensar en las distintas clases sociales en relación a los distintos siervos. Y también había un señor, un dueño de esas tierras.
En Córdoba particularmente sería muy bueno recuperar la estación Mitre, recuperar el ferrocarril como medio de transporte para todos los cordobeses. En vez de eso, se construyen nuevos edificios, emprendimientos gigantes. A pocos metros de donde filmamos en estación Mitre está la nueva sede del Gobierno de Córdoba, que está muy bien y es necesario. Pero son contrastes muy grandes.
Por un lado el gobierno provincial no tiene poder sobre el nacional y lo que éste hace con los trenes. En todo caso, podemos hablar de una falta de acuerdo mancomunado entre Provincia y Nación y la falta de una política pública común por parte de los partidos en pos de mejorar un poco nuestra realidad. Creo que es un ejemplo de la falta de entendimiento entre los argentinos. De un entendimiento superador por supuesto: no se trata de un partido político, se trata de mejorar nuestro país. El país somos todos. No importa a qué clase social pertenezcas o partido político. Por ahora somos un país desigual.
HDC: Por último, el trabajo de los actores es muy importante también, ¿cómo fue el trabajo con el equipo?
FL: Trabajar con actores de la calidad de Federico Liss, Rubén Gatino y Víctor Lopéz, Raúl Sánchez y el resto del elenco fue muy importante. Una gran experiencia y fue fundamental para la película. Hubo un trabajo muy valioso y fundamental de Salinas en fotografía, Carolina Vergara en la dirección de arte, Martín Paolorossi en locación y Martín Sapia en montaje; mientras Atilio Sánchez hace un gran trabajo tanto en el sonido directo, como en la mezcla final, creando ambientes asfixiantes y dándole mucha tensión.