Junot, la marca cordobesa que puso en palabras los sentimientos

Antonio Mateo Allende es el creador de este proyecto que lleva 40 años enseñando a expresar las emociones con humor, ternura y un estilo propio que trasciende generaciones.

Junot.

Ilustración de Junot tomada de la página de Facebook: Tarjetas Junot.

Como si su vida fuera una novela -con amor, ternura, drama, crisis, crecimiento personal y un protagonista que nunca dejó de reinventarse-, Antonio Mateo Allende le compartió su historia a Hoy Día Córdoba. Al atender mi llamada, su entusiasmo fue inmediato: contó que pese a ser el cordobés que más libros vendió, nunca antes lo habían entrevistado para conocer su historia. Gracias a él, incontables dedicaciones de amor, buenos deseos y felicitaciones encontraron las palabras justas. Hablamos con este creador, escritor y poeta para conocer su recorrido y el detrás de Junot.

Antonio Mateo Allende.

Capítulo 1: señales del universo

La historia de Junot comenzó hace unos 40 años en el barrio San Vicente. En aquel entonces, Allende trabajaba como letrista pintando carteles a mano, pero una serie de accidentes laborales lo hicieron replantearse su camino. “El primero fue cuando instalamos un cartel enorme en una concesionaria y el mástil se cayó sobre un Renault 11 que iban a presentar”, recordó. Y agregó: “El segundo ocurrió cuando un tarro de pintura se volcó sobre la alfombra de un local”.

Aquellos tropiezos fueron, paradójicamente, el punto de partida de una nueva etapa. «Lo tomé como una señal que fue una constante en mi vida, estar siempre atento a las señales», confesó. Y el cambio llegó casi por casualidad: ese mismo fin de semana tenía un cumpleaños de 15 y salió a buscar una tarjeta para regalar. Sin embargo, ninguna lo representaba.

Fue entonces cuando decidió crearla él mismo. Aplicó sus conocimientos de letrista: encabezados informales, dibujos originales y un estilo cercano a los jóvenes de la época. “No había una tarjeta que reflejara la onda típica del cordobés”, relató. Así nació la primera creación que dio inicio a Junot: un producto que combinaba humor, ternura y cercanía. Según Allende, su estreno fue un verdadero furor.

Inspirado por ese primer éxito, nuestro protagonista comenzó a explorar otras formas de llevar su estilo al público. Una de las primeras ideas fue crear posters de tela con poemas, frases y chistes amorosos para colgar.

Uno de los primeros póster creados por Antonio Mateo Allende.

Capítulo 2: una manera dulce de decir las cosas

Entre cordobeses, creo que todos entendemos a qué se refería con esa “onda típica”, pero Allende lo resumió así: “La idiosincrasia cordobesa tiene que ver con una manera dulce de decir las cosas, sin tanto drama. El cordobés transmite cariño con personalidad”, al recordar el espíritu que dio vida a sus primeros diseños.

Así nació Junot, la marca que, aunque hoy “cotiza en la bolsa de la basura”, como dice entre risas, dejó una huella imborrable en los corazones de quienes crecieron con ella.

El nombre proviene de Philippe Junot, un banquero francés que se casó con la princesa Carolina de Mónaco, cuyo apellido Antonio utilizaba como firma en sus letreros. Aunque al principio lo tomó prestado, el proyecto creció tanto que tuvo que registrarla y comprar los derechos en Francia por una suma considerable.

El éxito de las tarjetas también se apoyó en sus personajes, que se caracterizaban por tener “miradas humanas”, un secreto que consistía en traspasar a los personajes la expresión de una persona observando a sus seres queridos. Entre los dibujantes estuvo Claudio Furnier, quien dio vida a las figuras que se convirtieron en íconos de la firma.

Tarjetas Junot.

Capítulo 3: de Córdoba al mundo

La marca se mantuvo vigente pese a la piratería y la competencia. Logró proyección internacional, vendiendo diseños a otros países como México, Estados Unidos y Bolivia. En este último, algunas adaptaciones del lenguaje local fueron necesarias: expresiones como “te re amo” o el uso del “vos” debían ajustarse al “tú” predominante allí. Sin embargo, algunos diseños se escaparon y terminaron siendo los más populares. En Buenos Aires, en cambio, Junot nunca logró establecerse comercialmente. “Siempre crecimos, pero nunca dejó de ser una empresa familiar manejada por personas físicas”, reflexionó Allende.

Lo distintivo de Junot era que se mantenía actualizada con las modas y muletillas del momento. “Esa era nuestra manera de competir con creatividad”, señaló Allende. Entre sus proyectos más ambiciosos, llegaron a tener una tarjeta diferente para cada día del año, incluyendo frases temáticas, como la del 25 de diciembre: “Solo personas importantes nacieron un día como hoy”. También desarrollaron tarjetas accesibles en Braille y versiones bilingües.

Pero la competencia no siempre fue justa. Allende recordó que durante 1990 y los 2000, con la apertura de las importaciones, el mercado se inundó de “productos chinos baratísimos”.

Tarjetas Junot.

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Capítulo 4: el salto a los libros

Paralelamente, Antonio comenzó a escribir con la idea de dar forma literaria a los sentimientos. De esa búsqueda nació Seguirás siendo mi amor (1998), su primer libro, que tuvo una gran repercusión. Aquella obra marcó el inicio de su faceta como autor y lo llevó a definir su propio estilo. “Mi trabajo era darle palabras a la gente que quería expresar algo y no sabía cómo hacerlo”, enfatizó.

El camino no fue tan sencillo. “Una vez una profesora de lengua le dijo: ‘El que escribió esto vomitó sobre el papel’. Imagínate si le hubiera hecho caso. Para editar ese primer libro vendí hasta mi auto”, recordó entre risas.

“Lo mío era de entre casa, del barrio. Lo que vendía era un espejo donde la gente veía reflejado sus propios sentimientos. El pibe de San Vicente que quería pedirle perdón a su novia porque le había fallado no le servían los poemas académicos. Necesitaba algo más más de entre casa como si lo hubiese escrito él mismo”, explicó Allende.

Una anécdota que marcó su carrera como escritor ocurrió cuando Antonio vio a un joven leyendo su primer libro en un local. Inicialmente se acercó con la intención de decirle que él era el autor y ofrecerse a firmarlo, un gesto que describió como un “acto de cholulés”.

Sin embargo, notó que el joven estaba visiblemente molesto. Intrigado, le preguntó qué le pasaba y descubrió que la irritación del chico no era por el libro sino porque su novia le había regalado un poema de la obra hacía una semana, diciéndole que ella misma lo había escrito para él. Esta experiencia hizo que Allende dejara de preocuparse por las críticas externas y entendiera que su verdadero propósito era darle palabras a quienes querían expresar algo pero no sabían cómo.

La tapa de «Seguirás siendo mi amor».

Capítulo 5: reinventarse sin perder la esencia

Antonio escribió sobre el amor, la amistad, la superación personal y la felicidad. Entre sus obras se encuentran «Todos tenemos un ángel» (2004), «Creer, Crecer y Soñar» (2002), “Diez poemas y un secreto para ser feliz» (2005), entre otros. Su último creación, «La máquina que soñó tener un alma» (2025), explora la conexión entre un poeta y una inteligencia artificial.

Si bien Junot se hizo conocida por sus icónicas tarjetas, con el tiempo amplió su universo creativo. Además de las populares agendas Media Luna, la marca lanzó cuadernos, tazas, peluches y otros artículos de regalería.

Hoy, este escritor sigue viviendo de sus libros y de Junot, adaptándose a los nuevos formatos sin perder la esencia que lo caracteriza. Actualizado con los tópicos y el lenguaje, pero mantiene su defensa del papel. “Llevo el estandarte del libro físico, el que se abraza, que tiene perfume y piel; el libro que uno puede amar, ese que al ver su tapa te remonta a un momento hermoso de tu vida”, afirmó.

La historia de este rincón de ternura y creatividad seguirá escribiéndose. Aunque las tarjetas ya no sean tan comunes, el papel permanece, guardando las palabras de los sentimientos que alguna vez se aprendieron a expresar. Ese mismo papel también guarda la memoria de quienes hicieron posible la historia detrás de cada creación.

El “booktruck”, pequeña feria del libro móvil que recorrió el país.

Capítulo 6: el corazón de Junot

En ese recorrido, la vida de Allende tuvo un personaje central: Víctor Brarda, a quien definió como la persona más buena que conoció. Juntos forjaron la marca, entre risas, trabajo compartido y una complicidad que quedó plasmada en cada diseño y proyecto. Al hablar con este medio, pidió que su nombre quedara mencionado, un homenaje simbólico a quien dejó una huella imborrable en su vida.

Nos compartió un recuerdo especial de ambos recorriendo Nueva York durante una de sus participaciones en el National Stationery Show, una de las ferias comerciales más importantes de Estados Unidos dedicada al mundo de la papelería y productos relacionados.

Antonio Mateo Allende y Víctor Brarda.
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