La imagen, cuerpo de los recuerdos

Entrevista a Mariela Sancari, artista visual

La imagen, cuerpo de los recuerdos

Sábado por la tarde, barrio Cofico. En la ciudad de Córdoba viene despuntando una agenda cultural que reclamamos desde hace años. Si uno está mínimamente atento, encuentra en redes una gran variedad de actividades y eventos en donde estar. Música, teatro, cine, pintura. Uno puede participar como un espectador al margen, pero a veces son tan íntimos estos aciertos que termina reconfigurando lo que estaba siendo ofrecido.

Es el caso de esta cita. Rodríguez Peña al 1485. El lugar se llama Tres Salas y funciona como una usina cultural, lugar de encuentro, sala de exposiciones, proyecto editorial. En este espacio, coordinado por Gi Cassettai, se presenta un libro de fotografías, “El Caballo de dos Cabezas. Representación en diez actos”, de la artista visual Mariela Sancari. En esta casi esquina, donde aún hay árboles, se realiza esta entrevista, musicalizada por pájaros y coches viajando en doble sentido.

HOY DÍA CÓRDOBA: Contame de vos, ¿qué es lo que haces?

Mariela Sancari: Soy artista visual, argentina de nacimiento, pero vivo hace mucho en México, unos 25 años más o menos. Empecé trabajando exclusivamente con imágenes fotográficas y en los últimos años me he interesado en vincular la fotografía con otras disciplinas, otras formas de pensar. El último libro que edité con Asunción Casa Editora y que se llama “El Caballo de dos Cabezas. Representación en diez actos”, es una investigación del tránsito de la imagen fija a la imagen performada, es decir, indagar sobre qué sucede cuando una imagen fotografiada se “acuerpa” o se representa a través del cuerpo, ¿qué sucede ahí, cómo esa imagen se resignifica, cómo crea un relato diferente? Es un poco una exploración en ese sentido.

Hay un acento español en su manera de hablar que denota su calidad de trotamundos. Estar aquí, estar allá. Una viajera.

– Leyéndote, descubrí que te interesa representar parlamento y acción. Explicame esa idea tan interesante, de dónde sale…

– Este proyecto revisita unas imágenes que hice en el año 2011, 2012, con mi hermana gemela. Diez años después decido “revisitarlas” y convocar a actores no profesionales para que vuelvan a representar estas imágenes, a que las “acuerpen”. Desde un comienzo, el proyecto estaba pensado como un libro. Un libro como un dispositivo, una suerte de guion para llevar adelante las imágenes, una performance, junto a diálogos y parlamentos que fui escribiendo. La inquietud fue siempre la misma: ver qué pasa cuando nuevas personas, nuevas “cuerpas”, cuerpos diferentes a los nuestros, resignifican esas imágenes y cómo esa resignificación desde las singularidades de cada uno, una, une… de cada persona involucrada en la puesta en escena, revisitaban esas imágenes desde el dispositivo escénico, en esa relación entre cuerpo-imagen-texto. Lo interesante es que, en las muchas presentaciones del libro, en los distintos lugares que las hicimos, nunca sucedió de la misma manera, siempre fue distinto. A veces hablada, a veces leída, a veces proyectada en la pared, a veces fotocopias, a veces en silencio…

El flyer advierte que “performarán” Rodolfo Ossés y Paola Overmeer Lemos. Ambos cuerpos prometen habitarse, dejarse ser. La energía que destilan anticipa que no pueden anticipar del todo lo que va a acontecer.

– O sea, no es sólo la performance como actuación o representación, sino como posibilidad de instaurar algo. Buscas instaurar algo ahí donde algo está o no…

– Sí, me interesa instalar algo… no desde las similitudes. Hay un trabajo anterior, que se llama “Moisés”, que también se convirtió en un libro. Ahí buscaba actores, bah, señores que se parecieran al recuerdo que guardo de mi padre, o a como se vería mi padre en ese momento… En este no, buscaba la diversidad para revisitar ese trabajo con mi hermana gemela. Me interesaba ver cómo nuestro cuerpo configurado culturalmente, socialmente, podían traer esa afectación a la performance, la singularidad de cada persona, como cada uno se interpela, como se entiende, como habita su cuerpo… y como traslada eso a la creación de una imagen.

– Estás atravesada personalmente, por tu experiencia personal y buscás expresarlo ¿Lo conseguís?

– Fíjate que a veces sí, a veces no. Todo mi trabajo se aferra a la necesidad de entender cosas, cosas que pasaron en mi vida, siempre… o siguen pasando. Todo tiene un ancla en mi vida personal. Como atravesamos con mi hermana distintas situaciones. Me interesa pensarme a mí misma a través de otros.

Mientras habla y venteo sus modismos mejicanos, pienso en los trabajos de fotógrafas célebres que encontraron en el registro de su mundo privado una vía de comunicación para su intimidad. Nan Goldin, Sally Mann, Touhami Ennadre. Pienso en el personalísimo trabajo de Guadalupe Aller. El paisaje está dentro.

– Dos inquietudes conceptuales. Una: Berger en su libro “Modos de ver”, dice que el gran problema del arte occidental es la perspectiva…

– Pues, Yo intento pensar que hay más de una perspectiva. No pensar que hay un solo punto de vista y que todos debemos ver lo mismo. Desplazarme de ahí creer que diferentes perspectivas crean diferentes mundos, distintas maneras de ver una misma cosa. Ampliar la mirada, confrontar la perspectiva única y tratar de expandir esa posibilidad.

– Vida y habitación como condición de pervivencia de las imágenes. Estoy cayendo en los clichés de las lecturas postfotográficas… ¿Crees que, en tu propuesta, logras exceder el límite bidimensional de la imagen impresa?

– ¡Exacto! Eso es justo lo que me interesa explorar. De hecho, cada vez que presentamos este libro, intentamos que la performance, que las personas, los espacios, los contextos… La ciudad en donde estamos, formen parte de esa creación de sentidos. No me gusta la idea de una performance idéntica que se repite siempre de la misma manera.

– Una vez, Adriana Lestido me dijo que lo que cada espectador hace con sus imágenes, escapa a su autoridad, que es propio de cada uno, y por ello no podía hacer nada…

– Exactamente, esto es lo que me resulta interesante, que cada uno pueda ver algo diferente…

– Entonces, es imposible transmitir una idea con claridad a través de la fotografía…

– Puede haber cierta claridad, pero lo que yo intento es ir en contra de un único significado. La claridad es, tal vez, el camino por recorrer, la provocación para pensar algo, pero que eso no termine en una única conclusión. Que cada uno pueda sacar sus conclusiones según sus propias experiencias.
Hacemos un par de fotos, los fotógrafos suelen ser reacios a ser retratados. No es el caso. Julio, un colaborador del lugar, ofrece gentilmente todo tipo de ayuda. También es fotógrafo.

– Fronteras, intersticios, agenciamientos, son forma de nombrar la lucha entre lo establecido y lo que está aconteciendo. Es un lugar que vos habitás para sustancializar tu trabajo. ¿Qué hay más allá de la frontera?

– Uy, ¡no sé! Más allá de la frontera, lo que podamos imaginar, un mundo más amplio, diferente, nuevas formas de pensarnos a nosotros mismos, y de habitar nuestros cuerpos, y de vivir las experiencias que vivimos. Pero sobre todo me parece que es el espacio de la imaginación. Todos estos ejercicios artísticos tienen como objetivo materializar que tan lejos nos podemos imaginar algo, hasta donde nos puede llevar nuestra imaginación.

Empieza a llegar gente, circulan vinos. Hay estanterías con libros de fotografía que me dejan sorprendido. Una energía creativa mostrada de manera simple. Pero que a la vez, no deja de interpelarme. Es el lugar justo para esta presentación.

– ¿Leés literatura? ¿Estás leyendo algo?

– ¡Oh, sí! Acabo de empezar “El Trabajo de los Ojos”, de Mercedes Halfon, estoy leyendo “Mil Mesetas”, de Deleuze y Guattari (me parecía), junto con un grupo de estudio en internet… Y si, la mesita de luz siempre está llena de libros, ja ja…

 

Mariela Sancari estuvo en Córdoba, interrogando sus recuerdos, poniéndolos en tensión, revisitando sus respuestas. Todo surge en algún lado. El paisaje está dentro.

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