La vida es como una obra de teatro

Por Jorge Vasalo

La vida es como una obra de teatro

Adultos mayores que se le animan a “las tablas”

Norman Briski tiene 86 años y actúa con una lucidez y expresividad que difícilmente haya tenido a los 17 cuando debutó en nuestra ciudad en la obra La farsa del señor corregidor. Y de algún modo es lógica la excelencia en quienes han vivido desde siempre, en y para el teatro, conociendo cada secreto de la actuación, así como un mecánico, cada parte de un motor. Diferente es la situación de muchas mujeres y hombres que ya jubilados, o con los hijos grandes y por ende con más tiempo disponible, se atreven a probar con el teatro por primera vez en sus vidas. Y lo asombroso en un montón de casos, es el modo en el que lo asimilan y disfrutan con una soltura y solvencia increíbles.

Enrique Hidalgo tiene 76 años y sigue trabajando como siempre. Nada le resultó sencillo desde su niñez tras el fallecimiento de su padre, y trabajar y estudiar nunca le dejó demasiado tiempo para dedicarse a cuestiones recreativas o artísticas como su pasión por el piano y la música. Y la verdad es que el camino recorrido por Enrique es igual o similar al de muchas personas que no tuvieron la posibilidad de incursionar o darle continuidad a actividades deportivas o culturales. De hecho, recién cuando cumplió 60 años y mientras trabajaba y viajaba al norte del país como representante comercial de dos empresas del rubro plástico, pudo iniciar su carrera en el mundo del teatro. Así, la experiencia de vida de Enrique es otro maravilloso ejemplo de lo grandiosa que es la vida, y de cómo es posible exprimirla y saborearla a pesar de los achaques físicos y cognitivos, y potenciarla con emociones nuevas jamás antes sentidas y compartidas.

En una charla con HOY DÍA CÓRDOBA narró su experiencia sobre el escenario y el desafío de enfrentarse a nuevos retos en esa etapa de la vida cuando uno cree que ya vivió “casi” todo.

¿Cómo fue que se te ocurrió hacer teatro y qué recordás de aquel momento?

-Me lo propuse porque se dio la chance de sumarme a un grupo en el CPC Argüello. Empecé a participar en los ensayos y ocurrió algo casual que fue un inconveniente familiar del actor principal. Yo estaba en ese momento y en ese lugar y entonces, repleto de nervios y ansiedad, me tocó reemplazarlo. Recuerdo que ni para los exámenes de la universidad transpiré tanto, y en el debut de la obra terminé todo mojado. Por supuesto también por los nervios sufrí alguna “laguna y olvido” pero al final todo salió muy bien

Imagino que en aquel primer grupo, al igual que en los otros en los que participaste, debe haber habido actrices y actores más jóvenes y de diferentes edades, ¿cómo te sentiste?

-Hasta ahora, me fue muy bien en todos los grupos, y me sentí muy cómodo, aceptado y respetado a pesar de las diferencias, y hemos crecido y aprendido juntos. Recuerdo que con un grupo hicimos tres obras, y la última sólo de varones, “Rotos de Amor”, dirigidos por Victoria Morcillo y con más de veinte presentaciones en tres lugares diferentes. Pero además, durante la pandemia del Covid me animé a escribir un monólogo que pude presentar en el teatro La Balsa de calle La Rioja, dirigido por Noelia Trento que de modo virtual me iba guiando. En la actualidad, estoy muy contento con la obra “El Misterio de la Mansión Pompadour”, dirigido por Carolina Gallardo y que ya presentamos en Villa Allende y en el Palacio Ferreyra con muy buena repercusión entre los muchos asistentes. O sea, el balance es muy positivo con todos los talleres en los que he participado.

Gracias a tu actividad comercial estarás acostumbrado a relacionarte con la gente. Ahora bien… ¿cómo vivís esto de estar actuando frente a conocidos y desconocidos que te observan?

-Salvo en los primeros tiempos en los que me sentía con algo de temor, después me acostumbré y te puedo asegurar que es como si no me diera cuenta que estoy frente a gente que pagó una entrada con la expectativa de pasarla bien; creo que las buenas directoras que hemos tenido, y sus enseñanzas e indicaciones y tantos ensayos me ayudaron a sentirme más seguro. Así, puedo fluir y disfrutar mi actuación. También me di cuenta que si pudiera volver el tiempo atrás, no sólo repetiría la elección del teatro, sino que empezaría mucho más joven porque la formación es muy importante y ahora lo puedo ver sobre todo en actores que para mí son muy buenos y que tienen años y años de trabajo encima.

A propósito de actores y actrices preferidos, ¿quiénes son los tuyos y qué ves en ellas y ellos?

-Uhhhh!!! Te puedo nombrar al gran Alfredo Alcón, a Norma Aleandro, a Cecilia Roth, a Leonardo Sbaraglia, y a muchos más. Justamente, tener la experiencia de la actuación, me abrió ventanas nuevas y así poder ver detalles que antes no percibía, y comprender mejor los mensajes, y las expresiones no verbales (que me gustan mucho representar) y las miradas, y los silencios. ¡Es tan enriquecedor ver una buena obra de teatro!

Sí claro. Ahora, quienes nunca hicimos teatro y vamos a ver una obra, al final aplaudimos mucho o poco según nos haya gustado o no. Pero, ¿qué sentís vos cuando el telón baja y lo que se viene es el “veredicto” del público?

-Mirá, el final es indescriptible porque te encontrás con la mirada de la gente que está allí sonriendo y aplaudiendo con ganas o no tanto, y es como que las emociones corren desde los pies a la cabeza y la mente se encoge y relaja casi al mismo tiempo. Además se entrecruzan muchas sensaciones porque ninguna presentación es igual a las otras, y también el público cambia. Pero te aseguro que es muy fuerte sentir la satisfacción y el agradecimiento de personas que muchas veces te abrazan con sus aplausos y que después se acercan a decirte que les gustó lo que vieron, a comentarte algo que les llamó la atención. Te podría decir que para mí, y más cuando todo sale bien, el final con los aplausos del público es como la cereza del postre.

Finalmente, te pregunto si hacer teatro ha cambiado algo de tu cotidianeidad, y cuál es tu consejo para quienes se jubilan o tienen más tiempo disponible para sí mismos.

-La verdad es que haberme relacionado con gente más joven en un ámbito diferente al laboral me ha renovado con nuevas energías y modos que yo no conocía. Para mí ha sido y es muy reconfortante todo lo del teatro y por eso le recomiendo a mucha gente que tal vez tenga prejuicios o algo de vergüenza, que se animen a experimentar con cosas nuevas o retomar otras que quedaron incompletas. Es importante para nuestra mente estar ocupados con actividades lindas, recreativas, deportivas y también culturales como talleres de lectura, pintura o teatro.

Por eso, si me permiten, me gustaría despedirme con algo que escribió un grande como Charles Chaplin: “La vida es como una obra de teatro que no permite ensayos. Por eso canta, ríe, baila, llora y vive intensamente cada momento de tu vida… antes que el telón baje y la obra termine sin aplausos”.

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