Una antología literaria siempre está orientada por criterios, a veces explícitos, en ocasiones ocultos o apenas sugeridos, que se presentan como una ofrenda para el lector. Porque, más allá de los textos incluidos, detrás de la selección hay un trabajo minucioso en relación a la palabra de otros y otras, un trabajo de cuidado cuyo resultado se parece al mapa de un cartógrafo que, al mismo tiempo, revela y devela fragmentos de un mundo fascinante.
“Córdoba poética. Antología poética 450 años de la Ciudad de Córdoba”, es un libro que, a través de múltiples voces, recorre el paisaje urbano cordobés. Del mismo modo, da cuenta de una curiosa sensibilidad que parece habitar en esta ciudad.
Su compilador, el poeta Leandro Calle, explica que todo recorte es arbitrario, se ajusta a una temática, y de ninguna manera podría agotarse porque “un corpus poético está siempre en construcción, no se trata de algo terminado”. Sin embargo, la tradición lírica cordobesa es vasta, compleja, oscila entre el barroco de sus orígenes hasta el costumbrismo, la poesía social, la intimista.
En la Introducción, Calle hace una revisión exhaustiva de la historia poética local, desde sus orígenes hasta la actualidad. Menciona nombres, períodos, explica el porqué de las presencias y las ausencias para este libro, de manera tal que, quienes aparecen en la antología es porque hablan de Córdoba con versos publicados (sea en libros, plaquetas, revistas, blogs) entre 1975 y 2023.
Poesía contemporánea, sí. Historia reciente, búsquedas personales, sueños incumplidos, deseos latentes. Sin habérselo propuesto, cada poema se entrelaza con el siguiente, hasta formar un puente entre generaciones de escritores y escritoras que encuentra en los barrios y las calles de Córdoba un mismo espacio en el que la palabra se confunde con la vida.
Aunque resulta imposible analizar cada poema, en varios se hace presente el espíritu del “flaneur”, tal como lo definía Baudelaire, a mediados del siglo XIX. El poema “Mi barrio” de Gladys Alazraque recorre las calles de Alberdi, sus personajes, sus plazas, el cementerio. La observación del mundo circundante está cargada de nostalgia, del dolor de la Dictadura que persiste en la memoria, pero también de la esperanza de cierta panadería que huele a una nueva niñez.
Pablo Anadón hace lo propio al sentarse en un café a mirar el conocido “Pasaje Santa Catalina”, e incluso Elena Annibali, al hablar de la zona de Ciudad Universitaria. Y Alexis Comamala, en “Laboratorio de pruebas”, describe un itinerario a pie desde el centro hasta Alta Córdoba en el que registra, con cierto hastío, casas de libros usados, masas de gente que termina la jornada laboral, edificios vidriados, el puente y el río, “una plaza vacía/ luego los bordes de las vías/ el borde de la esfera,/ Sarratea la subida más pronunciada del país /ahora la jornada se siente en las piernas”. Nelson Specchia también pinta una postal de ese barrio, de la barranca cruzando el río.
Guillermina Delupi hace lo propio en “Paseo”, en un juego intertextual con el Cortázar más icónico, que le permite detenerse en edificios de diseño extravagante y una confitería de arquitectura francesa. Marcelo Dughetti, por su parte, detiene la marcha en uno de los sitios en los que el dolor y la muerte vician la atmósfera. Allí, en la ribera del hospital Rawson, escucha conversaciones demoníacas “mientras lloran los parientes y el calor calcina las flores del pantano/ de la tristeza”.
Otras voces que resuenan en “Córdoba poética” son las de poetas que ya han fallecido, pero se integran en las mismas coordenadas. Poemas de Glauce Baldovin, Mariela Laudecina, Osvaldo Pol, Julio Requena y Glauce Baldovin, entre otros, dejan entrever una fuerza singular y, tal como expresa Baldovin, “Imposible que estuviera en otro sitio del planeta./ Sólo aquí:/ Pasaje Penna Villa Páez Córdoba Argentina/ América del Sur Tercer Mundo/ destinado a ser basurero del primero./ Donde ya no tenemos derecho ni a ser explotados/ ni a reproducirnos: /sólo a morir lentamente de agonía/ de forzado deslinde/ por descarte.”
“Córdoba poética” es una antología coral, profunda, que mira a la ciudad desde ángulos diversos. Cada lector puede descubrir, en versos libres, distintos puntos de partida y llegada.
Cabe destacar que su edición es resultado de acciones conjuntas entre la secretaria de Cultura de la Municipalidad de Córdoba, y la Editorial de la Universidad Nacional de Córdoba. En tiempos en los que se cuestiona el rol del Estado y el de las instituciones educativas públicas, merece la pena destacar la apuesta cultural que representa una publicación semejante. Además, se puede descargar de la página de la editorial universitaria, de manera gratuita.