Hace más de treinta años, un cinco de junio, estrenaste borcegos.
La cita era igualmente intensa. Fito Páez presentaba Ey!, en General Paz Juniors. Hacia ese rumbo comenzó a gastar suela aquel calzado noble, compañero de tantas aceras y escalinatas, combinado con un infaltable sobretodo. Cruzando el puente 24 de Setiembre junto a un hermano de la vida, aclimatándote a los modos que se explicitaban en aquella caravana tranquila que había optado por ser y hacer la nueva generación que encarnaba Fito, te hacías ancho, enfundado en tu uniforme de combate.
Y en este cinco de junio, miraste de reojo los borcegos -los de ahora, esos coquetos que te compraste en la Patagonia- y les diste la oportunidad; te esperaban fieles compañeros de tantas aventuras y por supuesto, el planeta Marilina.
Volviste a sorprenderte. Como aquel Páez de Ey!, Bertoldi hoy cautiva a un público renovado, sumando nuevos feligreses/as. Lo pulsás desde la barra, paladeando la noche que comienza. La Plaza se colma, apacible, con mucho color queer.
Son tiempos de peinados nuevos que van dejando de ser raros; de mucha sensibilidad liberada. De baños mixtos y mentes más abiertas. Sobre esas corrientes -quizá impulsándolas- Bertoldi, que apenas cambiaba sus primeros pañales cuando Páez fundaba un nuevo tiempo, despliega una propuesta que no detiene su progreso.
Marilina sobresalió liderando Connor Questa (2010-2015, tres discos), y continuó evolucionando artísticamente como solista pura y dura, con cinco placas editadas (dos de ellas paralelas a su etapa grupal), sobreviniendo la tríada compuesta por Sexo con modelos (2016), Prender un fuego (2018, Gardel de Oro) y el deslumbrante Mojigata (2022), que presenta en su actual gira.
A las 20:29, la banda toma posición. Intuimos que será un recorrido no apto para impresionables. Tras la “Intro”, arranca “Es poderoso” y Bertoldi copa el centro del escenario. El público estalla en una emoción que corteja al vértigo sonoro, a pura dialéctica. Se sucederá un puñado de canciones del último disco -en el mismo orden en que fueron publicadas- donde la banda, mostrando un inmenso abanico de recursos, aunque sin agotarlos, construye los cimientos de una fiesta inolvidable.
Mojigata, según su autora, es un disco “descaradamente rockero” y “autopersonal”. Bertoldi sabe de lo que habla y elige muy bien entre qué notas contarlo. Respaldada por dos guitarras muy trabajadas -a la que suma la propia en muchos tramos del show- y una notable base rítmica, letra y música se amalgaman con una escena sobria pero impactante; combinación de vestuario, luces y melodía que realza el mensaje. Estética tan integrada como vibrante.
Los temas nuevos son bailados y cantados a más no poder, en un pogo dulce, deconstruido. En tanto, Marilina despliega una catarata de talento. Las referencias musicales son absorbidas y multiplicadas (vuelvo al Fito de Ey!, tributando a fuentes diversas pero sintetizándolas en un estilo personalísimo). Se destacan las interpretaciones de “Vivo pensando en ayer”, “Cosa mía” y el esplendente -por insondable- “Claro ma”.
Suena “La casa de A” (de Prender un fuego) y llega la profecía autocumplida: Pero sé que nadie acá se escapará / de mí-í. Desde entonces el show mechará novedades junto al repertorio de siempre (renovadas algunas canciones). Se suceden “Amuleto” (donde Bertoldi se luce con el piano mientras conmueve con su Nada / Es todo lo que espero), “Beso beso beso” (No me siento delatada / Sosteneme la mirada, ¿okey?) o Pucho (Pongo más sal en la sopa / Volveré y seré otra otra otra), todos sólidos estrenos, junto a “Fumar de Día”, “Racat” (ambos de Prender un fuego), o “MDMA” (de Sexo con Modelos), entre otros.
Marilina se emociona, evoca a su abuela Potota (cordobesa) y emprende el último -demoledor- tramo del setlist.
A poco de las 22, la banda contagia su alegría en la despedida. No habrá bises y se entiende: lo dieron todo
Cuando el mundo arrasa con todo / Con todo en tu corazón
Hay ciertas cosas que ya no están / Dame un talismán
No te diré para qué jamás, guiaba Páez en una helada noche de sábado, hace más de tres décadas. Deseo distanciar / Del sedante disfraz / Las vías que profanan tu altar / Me seducirán, devuelve Marilina, sin proponérselo.
Qué lindo lo que le está pasando a la música argentina, murmurás, mientras la fiesta sigue siendo una flor abierta, miles de pasos perdidos ambicionan nuevas estaciones, y se abren compuertas que conducen a impensados toboganes.
Plaza de la Música, 5 de junio. Presentación del álbum Mojigata. Marilina Bertoldi (voz, piano, guitarras); Edu Giardina (batería); Juan Segovia (bajo), Ivanna Rud (guitarra); Luciana Torfano (guitarra).