Moda en tiempos de crisis. Cómo la economía impacta en los guardarropas

Desde la compra de ropa de segunda mano hasta la participación en campañas solidarias, HOY DÍA CÓRDOBA analiza cómo la recesión económica influye en las decisiones de vestimenta y la calidad de las prendas adquiridas

Moda en tiempos de crisis. Cómo la economía impacta en los guardarropas

Por Gustavo Aro (especial para HDC)

Crisis, dificultad, emergencia, recesión o depresión. Cuando ocurre cualquiera de estos factores antepuestos a la palabra económica, los patrones de consumo y las elecciones de vestimenta pueden cambiar significativamente en función de ese contexto económico y de acuerdo al sector social que golpee.

Durante una crisis económica, las personas tienden a priorizar necesidades básicas sobre gastos en ropa. Esto puede llevar a una reducción en el gasto en moda y una mayor búsqueda de ropa funcional y económica. Muchas personas comienzan a buscar ofertas y descuentos, compran en tiendas de segunda mano o se abstienen de comprar ropa nueva hasta que la situación mejore.

Hoy Día Córdoba consultó con referentes del sector, emprendedores y representantes de organizaciones sociales sobre las variables, las necesidades y los recursos a los que apela el consumidor en tiempos de crisis o recesión.

“Básicamente, la conducta de la gente en base al consumo de indumentaria tiene un trasfondo económico y psicológico. Económico, indudablemente, porque le alcanza o no le alcanza para comprar. Psicológico, porque muchas veces la gente está mejor o peor según sus momentos Hoy, la proyección es mala, entonces la gente ahorra para lo que puede venir. Hemos estado igual o peor que ahora, pero hay como una luz que nos hace ser un poco más optimistas y la gente se larga un poquito a gastar, de contado o en cuotas. ¿Cómo compra la gente? Voy a hablar de la marca nuestra, que históricamente ha sido de clase media, por momentos alta, por momentos un poco más baja. Nosotros tenemos un producto de calidad que tiene buena relación precio-producto. ¿Qué hace esto? Que le podamos vender a la gente de poder adquisitivo intermedio y por momentos, cuando la gente tiene acceso a créditos, a la de menor poder adquisitivo”, así explica la situación Claudio Serlin, operador de franquicias de Bando, con locales en Río Cuarto, Río Tercero, Alta Gracia, Villa María y cuatro en la ciudad de Córdoba.

“Hoy, nosotros le estamos vendiendo a gente que antes podía comprar una marca de mucho más valor y gente que nos compraba a nosotros ahora busca marcas de menor nivel. También hay gente que no compra, que va usando lo que tiene y deja para último momento todo lo que no sea de primera necesidad”, agrega Serlin.

Ángela Bruno, es de Carlos Paz, asesora de imagen y desde hace un año y medio tiene un emprendimiento de moda circular. Ella entiende que la mejor forma de sortear las trabas de las crisis es con ingenio.

“Este emprendimiento justamente comenzó como paliativo a la crisis económica que estamos atravesando. Es un espacio que se está desarrollando cada vez más en diferentes ciudades de Córdoba. En Carlos Paz ya se ve en varios lugares. Showrooms o ferias de prendas y calzados de segunda mano. Obviamente que son prendas que están en excelente estado, en excelentes condiciones. Las personas que tienen familia o que no tienen los recursos necesarios para comprarse ropa nueva por los altos costos que ésta tiene, pueden acercarse y comprar prendas, accesorios, calzado para toda la familia en excelente estado y a precios muy accesibles”, explica la emprendedora.

“Hoy en día lo circular no se da solamente en la moda sino en diferentes comercios también, en diferentes sectores. Es una de las opciones que hay para llevar adelante esta gran crisis grande que estamos atravesando. La moda circular es justamente eso, poder circular lo que yo ya no uso, poder darle una segunda oportunidad a una prenda que yo tengo guardada y ponerla a la venta para que otra persona que sí está interesada la pueda comprar y a un precio muy accesible. Me parece que también tenemos que tomar conciencia en la sociedad. Puedo hacer circular esas prendas que yo ya no uso, que están guardadas hace años, ponerlas a la venta para que otras personas sí puedan acceder y comprarlas a precios muy accesibles. Lo circular es un camino para poder llevar adelante esta crisis económica que estamos viviendo en el país”, agregó Bruno.

Ropa que va y viene

Rodrigo Rojas, que dirige La Fundación La Quadra junto a Aarón Nacer, le cuenta a Hoy Día Córdoba que en la sede del Centro Cultural y Social que funciona en barrio Güemes, tienen talleres, un merendero, un ropero comunitario y un centro de reciclado, entre otras numerosas y trascendentes acciones.

“Trabajamos mucho con gente en situación de calle y con una red de más o menos 40 comedores y merenderos. A eso le sumamos un ropero comunitario, en el que la ropa reciclada está disponible. Comenzó siendo un poco desprolijo y ahora juntamos la ropa que nos donan, la cosemos, acondicionamos, lavamos y los jueves la ponemos a disposición. Después, los que van a buscar ropa se quedan para la olla, así que se llena de gente. Recibimos muchas prendas, pero a veces ni siquiera es digna para alguien que no tiene cómo comprarse algo. Nosotros tratamos de conservar cierta dignidad a la gente que le damos, que sea algo que más o menos se pueda poner.  Entonces hacemos mucho hincapié en tratar de que tengan esa empatía y esa conciencia de donar algo que no esté ya para el descarte”, cuenta Rodrigo.

“Desde la Fundación, cada campaña que encaramos, por ejemplo, cuando juntamos útiles, o el Día del Niño o ropa, tratamos de ser creativos al momento de hacer campañas distintas para pedir. Hace algunos años lanzamos una campaña que se llama La Campaña del Caracol de cara a cada invierno. Invitamos a la gente a que se junte, que armen unas mochilas solidarias y que le pongan distintas cosas y que lo hagan de una manera colectiva, en los laburos, en el edificio, y que no sea que vengan a la fundación sólo a dejar una ropa y se vayan, sino que se comprometan de otra manera”, concluye Rojas.

Sara Porcel de Peralta es una jubilada que vive en el barrio Marqués de Sobremonte, casi en el lado opuesto geográfico de La Quadra, pero en el mismo paralelo solidario que la Fundación.

“Me gusta arreglar ropa, acondicionarla. Me dan de todo tipo de prendas. A la ropa de niños, por ejemplo, las arreglo, las dejo en condiciones, las lavo muy bien con el pan de jabón blanco y las llevamos al Neonatal o se la entregamos a alguna mamá que la necesite. Con la ropa de grandes igual, la acondicionamos, la arreglamos, la perfumamos y se las entrego a una persona que las lleva a Capilla del Monte. Y hacia allá va mucha ropa grande. A Río Seco también mandamos. Lo principal es que llegue en muy buen estado, limpia, perfumadita y bien separada. El otro día se llevaron 12 camisones impecables al Neonatal de una señora que había fallecido. Si bien yo trabajo sola en casa, prefiero hablar de equipo porque alguien me acerca la ropa, alguien la lleva, se trabaja en equipo, no es un trabajo individual

En las cuestiones solidarias, el trabajo en red es muy importante. Sara lo cuenta de esta manera: “Claudia, una vecina, me trajo telas en alguna oportunidad y yo hice pantaloncitos. Después, la misma vecina me entregó varios ovillos de lana y con eso ahora estoy tejiendo saquitos. Cuando estén listos viene otra señora y los lleva a Cura Brochero”.

Calidad

En cuanto a la calidad de las prendas, las personas de mayor poder adquisitivo pueden seguir invirtiendo en ropa de alta calidad, aunque pueden reducir la frecuencia de compras. Optan por prendas atemporales y de marcas reconocidas. Aunque compran menos, tienden a mantener un estilo de vida de lujo, priorizando prendas de diseñador y marcas exclusivas.

Las personas de menores ingresos suelen buscar un equilibrio entre calidad y precio. Durante una crisis, pueden recurrir a tiendas de descuento, cadenas de moda accesible o ropa en oferta. Prefieren prendas básicas y versátiles que puedan usarse en varias ocasiones y durante más tiempo. Pueden reducir el gasto en ropa de marca y optar por opciones más asequibles o incluso reutilizar y reciclar ropa existente.

En los sectores más bajos en la escala de ingresos, ya sea de trabajos formales o informales, las personas pueden depender en gran medida de ropa de segunda mano o donada. Las compras se concentran en tiendas de descuentos y mercados de pulgas. La prioridad es la funcionalidad y durabilidad de la ropa, más que la moda. Buscan prendas que cumplan con las necesidades básicas sin importar las tendencias. En estos sectores, la crisis acentúa la necesidad de opciones de bajo costo y puede llevar a una mayor creatividad en la reutilización y reparación de ropa.

Distinto es el panorama cuando se habla de jóvenes estudiantes, que se supone provienen en un alto porcentaje de la clase media o media alta. Los jóvenes pueden seguir interesados en las últimas tendencias pero optan por opciones más económicas, como las ofrecidas por marcas de moda rápida y tiendas de descuento. Algunos pueden recurrir a intercambios de ropa con amigos o comprar en tiendas de segunda mano para mantener un estilo actual sin gastar mucho,aunque el impacto es transversal; la crisis puede llevar a un cambio hacia una moda más accesible y sostenible.

Pasan los años

En la franja etaria de adultos mayores (+60), el panorama cambia debido a que este sector suele preferir ropa clásica y duradera, aunque la vara se está corriendo y hoy son cada vez más los adultos mayores que lucen pantalones de jean, remeras, bermudas, buzos con capucha y hasta se animan a las gorras, los tatuajes y los raros peinados nuevos.

Durante los tiempos de crisis, los más de 60 (que saben de crisis), se adaptan y suelen optar por actualizar sus vestimentas de manera menos frecuente y priorizar la calidad y comodidad. Pueden reducir la frecuencia de compra y centrarse en mantener su ropa en buen estado. La crisis puede llevar a una menor inversión en moda nueva y un enfoque en el mantenimiento y reparación de prendas existentes.

La otra mirada

Las crisis económicas pueden afectar el comportamiento de compra de las personas. La preocupación por el futuro puede llevar a un mayor enfoque en la gestión de recursos y menos en el consumo impulsivo. En tiempos de recesión o escasez de dinero, la ropa suele ser vista más como una necesidad funcional que como una forma de expresar estatus o moda.

Las marcas a menudo están ligadas a la identidad personal y al estatus social. Cambiar a una prenda genérica, o sin marca o de una marca inferior, puede requerir una reevaluación de cómo la identidad personal se construye y se manifiesta. Pasar de productos de marca a alternativas genéricas puede desencadenar un proceso de desensibilización, en el que las personas gradualmente se acostumbran a nuevos hábitos de compra.

En conclusión, la relación entre crisis económicas y patrones de consumo en vestimenta revela una notable adaptabilidad y creatividad en las personas frente a la adversidad. Desde el auge de la moda circular hasta la solidaridad, como se observa en las acciones de emprendedores y organizaciones, el panorama actual demuestra cómo la necesidad agudiza el ingenio y la empatía.

Claudio Serlin al frente de su negocio, Ángela Bruno y su emprendimiento de moda circular, Rodrigo Rojas y la Fundación La Quadra, así como la vecina Sara Porcel de Peralta, ilustran cómo diferentes enfoques pueden ayudar a enfrentar las dificultades económicas y sociales, cada uno aportando soluciones prácticas y accesibles para quienes más lo necesitan.

En tiempos de crisis, la moda no solo se transforma en un reflejo de la situación económica, sino que también se convierte en un campo fértil para la innovación y la solidaridad. Adaptarse a las nuevas normas de consumo, desde la elección de prendas más económicas hasta el fomento de la reutilización, es clave para enfrentar los desafíos del presente.

La evolución en los hábitos de compra y la forma en que se gestiona el cambio de comportamiento reflejan una resiliencia que, en última instancia, fortalece el tejido social y promueve un consumo más consciente y sostenible.

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