¿Qué hay en las barras de fútbol además de violencia?

El sociólogo Nicolás Cabrera ofrece una investigación profunda y desprejuiciada sobre lo que significa ser hincha "orgánico" del Club Atlético Belgrano

¿Qué hay en las barras de fútbol además de violencia?

En el imaginario popular nacional, las barras de fútbol están íntimamente ligadas a cuestiones violentas y muchas veces son caracterizadas como organizaciones criminales. Sin embargo, contra este lugar común, se acaba de publicar un libro que rechaza la comodidad de entender el fenómeno tal como se lo plantea mediáticamente y, en cambio, ofrece una investigación rigurosa y profunda sobre el funcionamiento de estas “organizaciones de aliento”.

“Siempre fui muy hincha del futbol y de Belgrano, iba a la cancha y medio que no me cerraban del todo las explicaciones que había sobre el tema de la violencia, de las barras, sobre todo en los medios de comunicación”, contó Nicolás Cabrera a Hoy Día Córdoba, sobre la investigación que inició dentro de la barra del Club Atlético Belgrano en 2010 y hace poco publicó Prometeo Libros bajo el título “Que la cuenten como quieran. Pelear, viajar y alentar en una barra del fútbol argentino”.

Cabrera cuenta que fue la Licenciatura en Sociología que cursó en la Universidad Nacional de Villa en su sede ubicada en barrio General Paz de nuestra ciudad la que le permitió “desnaturalizar varias cuestiones” y problematizarse sobre el porqué de la violencia en el fútbol. “Empecé a preguntarme por el fenómeno de la violencia en el fútbol en Argentina en general, y en particular el tema de las barras, teniendo en cuenta que Argentina, a pesar de no ser un país muy violento en comparación con otros países de América Latina (por ejemplo, si uno toma tasa de homicidios), tenemos el fútbol más violento de la región, con la mayor cantidad de muertos”.

Para llevar adelante su búsqueda sobre los motivos de la violencia, Cabrera se valió del método etnográfico de investigación. Esto consistió en compartir varias horas en las actividades cotidianas de la barra de Belgrano y realizar relevamientos sobre la cobertura mediática del fenómeno.

Sin embargo, a poco de iniciado su trabajo de campo, su óptica cambió, impulsada por las actividades que vivía día a día junto a la barra. “Si en un principio me preguntaba sobre todo por la violencia, a medida que fue pasando el tiempo me di cuenta que, estando en el día a día con la barra, los episodios de violencia eran los menos. Eran raros momentos o raros episodios, pero tenían una cobertura mediática desmedida, aunque el día a día de la barra era mucho más que pelearse, como históricamente la pintan los medios de comunicación, que las reducen a meras organizaciones criminales”.

Es importante resaltar que el estudio que llevó a cabo Cabrera y que concluyó en su tesis de grado no niega la existencia de la violencia ni la minimiza, sino que le da un lugar justo, que cuenta con el respaldo de una rigurosa investigación científica.

Al respecto, Cabrera contó que, mediante estrategias de la Sociología Histórica, rastreó cómo peleaban los “piratas” desde los comienzos de la barra hasta la actualidad. A partir de ello, dividió tres generaciones de peleas: primera generación, entre los ‘60 y los ’70, segunda generación, entre los años ’80 y ’90, y tercera generación, que comienza en los 2000 y se extiende hasta la actualidad.

“En la barra siempre hubo peleas, pero el cómo, dónde, cuándo y contra quién, va cambiando”, dijo a este medio Cabrera. “Es común encontrar peleas contra la Policía. Pero lo que se empieza a ver es que hay un progresivo incremento de la letalidad de la violencia”, agregó el investigador.

A medida que pasó el tiempo, se fue legitimando el uso de armas de fuego en las peleas entre barras. “Si la primera generación se peleaba con puños y a veces a los puntazos, la segunda generación se pelea sobre todo a los puntazos y estas últimas generaciones se pelean mucho a partir de armas de fuego, lo cual incrementa la letalidad”, explicó.

Asimismo, entre la primera y la última generación de barras de Belgrano se dio un desplazamiento del lugar de las peleas: mientras que en la década del ’60 los enfrentamientos se daban dentro del estadio y contra otras hinchadas, en los últimos años las peleas se comenzaron a desarrollar fuera de los estadios, en días diferentes de los partidos y entre facciones de las barras.

Sobre los enfrentamientos entre hinchas de una misma barra, Cabrera afirma que “la prohibición del público visitante fue un agravante de eso, porque cuando el enemigo dejó de estar al frente se lo encontró a los costados”.

En tanto, a cerca de los motivos que desencadenan las peleas entre barras, Cabrera es contundente: “La mayoría de las peleas que yo he vivido son por cuestiones más simbólicas que económicas”. “Por ejemplo, la necesidad de tener cierta hombría, tener huevos, no ser cagón, no ser un puto. El fútbol, que es un ambiente hiper machista, hiper homofóbico, el comportarse como un hombre, el ser un macho, implica tener predisposición para las peleas, no correr, no rehusar, no esquivarlas. Entonces ahí hay una dimensión de género que explica la violencia”, indicó.

También existe una cuestión territorial: “la tribuna siempre se tiene que defender de la Policía. Me ha pasado de estar en un montón de partidos en donde la Policía quiere entrar a la tribuna de Belgrano en donde está la barra, sea de local o de visitante, y la barra no la deja, porque también hay una cuestión de honor y de honra en defender la tribuna, en que la Policía no te corra”, sostuvo el investigador.

Y en otras ocasiones, los conflictos no se gestan dentro de la barra, sino que vienen desde otros ámbitos “externos a la cancha”. “Son broncas que tienen otros motivos, pero que en la cancha encuentran su lugar o se replican. Y una que otra pelea podrá ser por algunos recursos como carnet y eso, pero la verdad que son las menores”, detalló.

Tras finalizar su tesis de grado, Cabrera comenzó su Doctorado en Antropología, el cual le permitió analizar todos los demás aspectos de la barra de Belgrano que habían quedado por fuera de su trabajo final de Sociología. Fue así como empezó a tocar el bombo dentro del grupo y hasta llegó a padecer las consecuencias de una pelea con la Policía de Santa Fe, en donde un agente le quebró el pie de un palazo.

Sin embargo, esto no cambió la tesis de Cabrera: “La violencia es solamente una parte, y a veces la más excepcional de estos grupos que son las barras. Hay un montón de otras experiencias que son igual o más interesantes para entender cómo y por qué alguien pertenece a una barra en argentina”.

“Hay gente está en la barra porque sus amigos del barrio pertenecen a la barra; porque ya son tercera generación de una barra (…); hay gente que busca ascenso social, sobre todo porque las jerarquías más altas de las barras te permite contactarte con distintos mundos laborales o políticos que te pueden abrir puertas; hay gente que está porque ama a Belgrano, porque es hincha fanático de Belgrano, todos lo son, pero la barra es un espacio que a vos te permite viajar a todos los partidos que juega Belgrano, es decir, acompañarlo; hay gente que está porque le encanta tocar música; porque se sienten cómodos en un ambiente hiper masculinizado, también hay caravanas y sobre todo y principalmente están porque aman a Belgrano. Y la barra es, sobre todo, alentar y acompañar a Belgrano de manera organizada”, concluyó Cabrera.

Ahora, la investigación se abrió y Cabrera contó a este medio que busca comparar a las barras argentinas con las de Brasil y Colombia. Este último país decidió dejar de perseguir y criminalizar a las barras, para comenzar a regularlas y estimularlas como contenedores sociales.

“Ellos han incorporado un concepto que se llama el barrismo social, que entienden que las barras son espacios de contención para muchos jóvenes de sectores populares, donde se pueden desarrollar proyectos culturales y donde, obviamente hay violencia, pero esa violencia se intenta disminuir a partir de incentivos y programas sociales”, explicó Cabrera. En tanto, Brasil optó, por el momento, por obligar a las barras a cierto nivel de formalización.

Esto dista mucho del paradigma reinante en la Argentina, donde el Estado ha optado históricamente por construir “dispositivos de seguridad centrados en un paradigma que cree que los únicos responsables de la violencia en los estadios son las barras, cuando las estadísticas y los archivos muestran que todos los actores del futbol producen y reproducen una violencia estructural: la policía, el hincha común, los jugadores y, obviamente, las barras”, dijo Cabrera.

Ante este panorama, el libro “Que la cuenten como quieran. Pelear, viajar y alentar en una barra del fútbol argentino” se propone como una invitación a debatir la idea de las barras de fútbol argentinas, pero tratando de escapar del lugar común de las barras desde la violencia y los negocios.

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